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No tenemos desarrollo tecnológico propio

Por Colaboradores

Abril 07, 2025 03:00 a.m.

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Entre 1825 y 1935, México y los países latinoamericanos optaron por el capitalismo mercantil, mientras los europeos y Estados Unidos (EUA) se industrializaban. Los 90 años siguientes, nuestra región ha comprado las técnicas productivas y de productos fabricados por la industria local. Pocos de estos tienen una tecnología desarrollada en nuestros países. En una industria dominada por las trasnacionales de los países hegemónicos, ellos ponen la tecnología y nuestros países la fuerza laboral muy barata, nuestra “ventaja competitiva”. Carecemos de un núcleo endógeno de generación de innovación y desarrollo tecnológico (I+D).

En 2019, los países latinoamericanos invertían el 0,56% del producto interno bruto (PIB) en I+D, disminuyéndolo desde el 0,65% en 2013; mientras en EUA, la Unión Europea y China se gastaba más del 2% del PIB, llegando a más del 3% en EUA. Brasil destinaba en 2019 el 1,16% del PIB, siendo el que más invertía en I+D, llegando al 62% del gasto regional. En 2024, México destinó el 0,3% del PIB a esta actividad. Y nuestro PIB es menor que el suyo. En América Latina la mayor parte de esta suma -más del 60%- la usaban los gobiernos, en particular su sector académico, mientras las empresas privadas tenían poco interés en ella, lo que no ocurre en los países hegemónicos donde estas invierten mayoritariamente. América Latina producía en 2020, el 1,6% de las patentes mundiales, disminuyendo del 2,8% de 10 años antes; y solo el 16,3% las solicitaban nacionales, mientras en Asia era el 82,9%. En Brasil y México los extranjeros que solicitaban patentes llegaban al 78,3% y 92,0%, sobre todo estadounidense (CEPAL 2022 Innovación para el Desarrollo).

El Plan México que el gobierno propone reforzar como respuesta a las medidas expedidas por Donald Trump el 3 de abril, suponen seguir uno de los dos caminos: o continuar dependiendo de las empresas trasnacionales y la tecnología importada como continuidad de la dependencia de EUA; o emprender el largo y difícil camino de la formación de un núcleo endógeno de I+D autónomo y de una industria nacional que lo utilice. Si se opta por el segundo camino, como parece desprenderse del Plan México, el gobierno debería ser coherente en la política científica que aplica.

Durante los últimos años, el presupuesto de las grandes universidades públicas, que realizan lo básico de la investigación y desarrollo, ha disminuido, para financiar los proyectos masivos y de poca calidad de las Universidades del Bienestar y las Rosario Castellanos de la presidenta, las cuales tardaran décadas en producir I+D de calidad. Estamos de acuerdo con la ampliación de la matrícula universitaria, pero no en que estas universidades sean la solución y que se reduzca el presupuesto de las más antiguas, para financiar proyectos que benefician a la acumulación trasnacionalizada de capital como los trenes lentos y de una vía.

La recesión económica en curso limitará aún más los recursos y hará más difícil el trabajo de los investigadores.

(Integrante de Por México Hoy)