Paciencia. Déjenlo gobernar

A la fecha el presidente de la Republica Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lleva setenta y seis días en el poder. Nunca como ahora se había estremecido tanto la opinión pública, al darse cuenta de la ola de corrupción que imperó en las administraciones públicas anteriores y que está destapando el presidente. Desde el año 1988 hasta el 2018; treinta años de neoliberalismo –versus—corrupción, de tres sexenios priistas y dos panistas, tan malos unos como los otros. Su distintivo: corrupción, impunidad, desigualdad, violencia e inseguridad. No todo fue negativo, hubo algunos avances económicos y de infraestructura, pero que favorecieron más al gran capital y a la clase política, que al resto de la población. En este lapso la brecha entre riqueza y pobreza se agudizo; unos cuantos inmensamente ricos y la gran mayoría (55 millones) debatiéndose entre la pobreza y la miseria. El mal reparto de la riqueza originó la desigualdad. Al igual que la corrupción, la pésima distribución del ingreso --del ingreso público-- ha sido factor determinante para no superar los índices de pobreza y marginación, de la mayoría de la población.
En estos treinta años, hemos vivido la administración pública de la simulación, de la dilación, del despiste y del encubrimiento entre el poder político y el poder económico y algunos sindicatos. Ha sido un juego de intereses y de complicidades para engañar al pueblo. Seis años que nos mintieron, diciendo que ya éramos un país del primer mundo, con finanzas sanas y deuda controlada, que estábamos arribando a la posmodernidad. ¡Y oh chasco! ¿cuál fue la realidad?, una economía agarrada con alfileres que estalló con el llamado error de diciembre. En este sexenio se desmantelo al Sector Paraestatal, se vendieron las empresas públicas, si bien es cierto, algunas eran deficitarias y estaban subsidiadas, había otras que eran altamente rentables, estas las compraron los políticos a través de prestanombres y véanlos ahora, inmensamente ricos.
Otros seis años en los que se tuvo que rescatar al sistema bancario a través del Fobaproa. Que hizo más ricos a los ricos, porque no pagaron sus deudas y más pobres a las clases medias. Si amable lector, Ud., sus hijos, sus nietos, sus bisnietos y tataranietos heredaron esta deuda, que solo Dios sabe, cuando terminaremos de pagar. ¿Cómo están los intereses, apenas si pagamos y a medias, el servicio de esta deuda?
Luego vinieron otros seis años, de los que no quisiera ni acordarme, por la mediocridad en la administración pública y la pantomima de la “pareja presidencial”. En este sexenio hubo abundante circulante por los excedentes en el precio del petróleo ¿y dónde quedó este ingreso extra, presupuestalmente hablando? Pregúntele Ud., al presidente y a los gobernadores en turno. Lo malgastaron en pitos y flautas, y como siempre la corrupción, en una alianza entre la clase política y algunos empresarios. Pobre México, no sabía lo que le esperaba, después del fraude electoral del 2006. La guerra contra el crimen organizado -- al de los delincuentes de la prole-- porque al crimen organizado de los delincuentes de la clase política, los de cuello blanco, jamás les han declarado la guerra, siguen tan campantes gozando de sus riquezas, producto de la corrupción e impunidad.
Esto no termina aquí, seguimos de mal en peor. Seis años más de violencia, inseguridad y de corrupción que llega al cinismo, que hiere, que ofende. Guerra en la que desde el 2006 y hasta la fecha, han perdido la vida más de doscientos mil seres humanos, algunos de ellos inocentes, hay más de cuarenta mil desaparecidos y cientos de periodistas asesinados. ¿Pero, dónde está el Estado de Derecho? ¿Dónde está la procuración y administración de la justicia? La justicia fue para esas cinco administraciones un estorbo. Bien lo dice la Ministra de Justicia de Colombia Martha Lucía Ramírez ...“Para un gobierno proclive a la arbitrariedad. La justicia es un estorbo. Estos regímenes, anclados en la inequidad y la corrupción acuden al autoritarismo y a las leyes represivas, no ya para contener cualquier rebeldía, sino para ocultar toda la corrupción.”
Esta es nuestra triste realidad, asómbrese Ud., ---el gobierno robándole al Estado Mexicano, el gobierno robándose el Patrimonio Nacional--. Si, desde el gobierno se organizó el crimen organizado, para saquear Pemex, y la CFE, las dos empresas públicas, estratégicas para la economía de la nación, en manos de vivales. Esa ha sido la actuación de la mafia del poder y que ahora el pueblo pretende combatir. Esta inequidad originó la rebelión de los colgados, de aquellos que no han tenido acceso al alimento, a la salud, a la educación, al bienestar; de ellos, los que pudieron salieron a votar el 1 de julio. También originó la rebelión de las clases medias, de ese sector de la población, que, teniendo un modo honesto de vivir, con ingresos que les han permitido superarse y tener acceso al estudio y a la intelectualidad, estos que llevan la carga fiscal porque son cautivos, es decir, pagan cabalmente sus impuestos. Este sector recapacitó, reflexionó y se unió a las masas marginadas y también votaron por el cambio. Fue un solo grito, ¡Basta, basta de corrupción, de injusticia, de desigualdad! ¡Basta de ausencia de Estado de Derecho!
Por voluntad popular llegó AMLO al poder ejecutivo. Y que bien que llego por la vía democrática, porque el escenario político era propicio para un cambio violento. Ahora viene la pregunta ¿Cómo restituir la conducción política del Estado? Esta es la gran dificultad de la política democrática, que debe ser representativa y participativa. Que tiene que tomar en cuenta a todos y no siempre se les da gusto a todos. Este es el gran reto para el presidente y para todos, sí para todos porque vamos en el mismo barco. ¿Cómo resucitar al Estado Mexicano, está muerto, putrefacto? Así lo dejaron, por donde escarbes en su territorio salen fosas clandestinas, su orden jurídico inexistente y su población enajenada, algunos por miedo y otros por las cosas materiales, su codicia y el juego de intereses. Difícil, muy difícil que en seis años se logre la transformación que todos esperamos, después de treinta años de abuso del poder. Apenas si se sentaran las bases para el cambio, para la 4ta. Transformación.
Imposible que en 76 días veamos resultados. Pero eso sí, las críticas por los que se sienten afectados en sus intereses, por los que quieren seguir manteniendo sus privilegios, por los que quieren que siga imperando la corrupción y la impunidad, están a la orden del día. Bienvenida la crítica constructiva, la opinión con lógica argumentativa, razonada; pero criticar por criticar sin información y solo para agudizar la crisis y hacerle el caldo gordo a la mafia del poder, creo que daña al presidente, pero daña más a México.
Insisto tengamos paciencia, dejemos que el nuevo gobierno tenga un diagnóstico claro, preciso, una evaluación consistente del estado que guarda la administración pública. Dejemos gobernar al presidente, aunque no se simpatice con su estilo, aunque no estemos de acuerdo con su ideología, aunque nos desespere su lenta oratoria. Bueno hasta por conveniencia personal o colectiva. Ya no tenemos para donde hacernos, PRI-PAN, tuvieron su oportunidad y nos defraudaron, traicionaron al pueblo de México, los resultados están a la vista y de esto, todos somos responsables, por acción o por omisión.
La codicia de algunos y el desinterés en la cosa pública de otros, nos llevó a la cultura del engaño, del agandalle, del “me vale”. Nos olvidamos de los valores humanos, esos que tienen que ver con la vida en sociedad que mejoran la convivencia; Tratemos de rescatar esos valores: la ética, el respeto, la tolerancia, la bondad, la paz, la amistad, la honestidad, la justicia y la libertad. Hay que saber administrar lo público, que es indispensable para la convivencia armónica y pacífica. Démonos una tregua y mientras tanto, los invito amablemente a leer los libros: Nobleza de Espíritu y Para Combatir esta Era; de Rob Riemen. Ed. Taurus, así como, el Evangelio según San Lucas: 3, 10-18. Recuperemos el Humanismo, los ánimos están muy caldeados. La última y única esperanza es AMLO. ¡Oh qué!, quieren que se desate la caballada. El pueblo ya no resiste más.

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