Reflexionar y educar

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En la educación, todos estamos involucrados

En su sentido más amplio, la educación es un proceso social y como tal, compete a todos sus integrantes.

Queda claro que existe la educación formalizada, la no formal y la informal; la primera de ellas pertenece a las instituciones que acreditan estos procesos y que, comúnmente las reconocemos como: Instituciones escolares; encargadas de desarrollar programas en los cuales los profesionales, mediante un procedimiento didáctico, son los responsables, entre otras cosas relevantes, de transmitir conocimientos a los grupos de alumnos de los diferentes niveles educativos instituidos en el país.

Cabe preguntarse: la educación formalmente instituida ¿es la única manera de enseñar y aprender conocimientos?, evidentemente la respuesta es: NO; de todo el cúmulo de conocimientos, habilidades, actitudes, habitus y capital cultural adquirido (diría Bourdieu), gran parte de ellos se logran y se integran a la persona por la vía no formal y la informal, como resultado de todo un proceso de interacción social.

¿Qué ocurre con las personas que no acuden a la escuela? Desde luego que tienen procesos de enseñanza y aprendizaje de tipo no formal e informal, durante los cuales van introyectando, comprendiendo y practicando conocimientos de diversa índole y que les son útiles e indispensables para su desarrollo, actuar social y supervivencia; incluso, guardando toda proporción,  en situaciones extremas como son los casos reportados (diarioinformacion.com, 2019) en donde por razones diversas los individuos, generalmente menores de edad,  son alejados de las sociedades humanas y son adoptados por grupos sociales animales como: gacelas, monos, lobos, gallinas, gatos, perros salvajes y cabras, al momento de ser localizados y rescatados, su sentido de pertenencia inicial es hacia la manada o grupo animal por el que fue adoptado y su comportamiento es totalmente afín a ellos, de forma tal que sus conductas, movimientos, forma de alimentación y comunicación fueron adquiridos por la vía de la socialización. 

Así pues, en términos generales, sin entrar a distinguir a la educación de la formación, instrucción y capacitación; son los fenómenos de socialización, de interrelación social y en los diferentes espacios en donde se confluye, los terrenos en donde se efectúa una gran diversidad de enseñanzas y aprendizajes, de temas por demás insospechados y desde formas de transmisión cada vez más abiertas, rápidas y accesibles a todos los niveles de la población y actores educativos (alumnos, padres de familia, docentes autoridades, etc.). Actualmente, de acuerdo con lo anterior, se podría decir que en muchos sentidos la escuela queda rebasada.

En su origen, la escuela misma se vio “desfasada” socialmente, en su irrupción y trayecto de ser un grupo social hacia conformar toda una institución; basta recordar que proviene del latín: Schola posterior al griego Scholé (etimología.com), en ambos casos para especificar al ocio, la recreación y el uso del tiempo libre; y es que queda claro que, el asistir a algún lugar o recinto a escuchar a alguna persona, la cual se presuponía con mayor cúmulo de conocimientos, era en verdad ocioso, dado que los conocimientos se adquirían en y durante la interacción social, además de que existían actividades que, aportaban “en verdad”, productos y elementos necesarios e indispensables en la vida social, como la agricultura, pastoreo, etc.

No se trata aquí de minusvalorar la función social, que sin duda tienen las escuelas; más bien, de comprender y diversificar el ámbito de la educación; sobre todo porque resulta interesante resaltar que todavía encontramos sectores de la población que confinan y concentran totalmente la actividad educativa exclusivamente a la escuela; por supuesto que educar es una de sus funciones básicas y primordiales, pero como ya se ha dicho, esta función educativa es solamente la establecida de manera formal. 

A la par de estar educando, quedan por reflexionar muchos aspectos sobre este proceso: formas, espacios, actores, tecnologías, ideas, grupos sociales, fenómenos coyunturales y un largo etcétera, que se configura en el horizonte, no solo de los profesionales de esta área, sino de todos los miembros de una comunidad.

Es el inicio de esta columna y está dirigida a todos los que, directa o indirectamente estamos relacionados e involucrados en los procesos educativos formales, informales y no formales. Se plantean las ideas, los ejemplos y las propuestas para provocar la reflexión de los actores educativos y asumir este rol en la profesión, en nuestras familias y en el conglomerado.

Reflexionar y Educar. En la educación, todos estamos involucrados

Comentarios: gibarra@uaslp.mx