Rompiendo el miedo a los migrantes
La migración internacional ha sido históricamente una opción para quienes buscan mejores condiciones de vida. Según el informe Las Migraciones en el Mundo 2020, se estima que 272 millones de personas son migrantes. Sin embargo, las migraciones masivas actuales enfrentan un estigma creciente, en contraste con la percepción positiva de migraciones pasadas, como la española, libanesa o judía en México, consideradas parte de un “pasado constructivo”. Las migraciones actuales, vinculadas a la pobreza o conflictos, enfrentan discriminación y xenofobia.
México tiene un papel migratorio complejo, siendo país de origen, tránsito, retorno y, cada vez más, de destino. En los últimos años, la migración en tránsito irregular ha alcanzado niveles históricos, agravando problemas derivados de la discriminación estructural y social. Esta situación se alimenta de la brecha entre el discurso gubernamental y las políticas implementadas.
En 2018, se prometió una política migratoria más respetuosa de los derechos humanos. Sin embargo, desde 2019, ante la presión de Estados Unidos, México endureció el control fronterizo, militarizando su política migratoria y fomentando un ambiente hostil. Estas acciones no sólo incrementaron el uso excesivo de la fuerza, sino que también transmitieron un potente mensaje a los mexicanos: los migrantes son una amenaza a la seguridad. Este enfoque ha aumentado las violaciones de derechos humanos y la violencia hacia los migrantes, tanto por parte de las instituciones como de grupos criminales; y una mayor discriminación por parte de la población.
Un estudio de OXFAM México (2022) revela que el 70% de la población tiene una percepción ambivalente hacia los migrantes. Aunque reconocen que huyen de condiciones de violencia y pobreza, no apoyan que el gobierno destine recursos para ayudarlos. Temen que los migrantes ocupen empleos locales o aumenten la criminalidad, proyectando sobre ellos sus propios miedos sociales. Este rechazo está ligado a prejuicios racistas, clasistas y aporofóbicos, reflejando un miedo selectivo hacia los migrantes en situación de mayor vulnerabilidad, en particular por su situación económica y por su color de piel.
La falta de atención al creciente fenómeno migratorio, ahora se ve agravado ante el inminente retorno de miles (quizá millones) de migrantes con la llegada de Donald Trump a la presidencia. Por tanto, es fundamental implementar estrategias que protejan a los migrantes, incluyendo la regularización de su estatus, el acceso a servicios de salud, la creación de empleos y oportunidades educativas, y la apertura de vías legales de migración. Estas medidas no sólo beneficiarían a los migrantes, sino que también ayudarían a aliviar las tensiones sociales.
Y se hace indispensable, el fortalecimiento de la cooperación internacional, México puede liderar una coalición de países latinoamericanos para abordar de manera conjunta las amenazas de Trump, presionando por una reforma migratoria integral a nivel regional, y posicionándose como un defensor de los derechos humanos.
Además, es urgente trabajar en programas de sensibilización que eduquen a la población sobre las causas de la migración y contrarresten los discursos negativos. Países como Canadá, España, el Reino Unido o Alemania ofrecen ejemplos valiosos: campañas mediáticas, programas culturales, iniciativas laborales y cambios en la narrativa pública han demostrado ser efectivos para reducir prejuicios y fomentar sociedades más inclusivas. Estas políticas han permitido un cambio en la percepción pública, reconociendo la contribución de los migrantes y promoviendo la empatía hacia ellos.
México puede aprender de estas experiencias e implementar políticas que aborden tanto las necesidades de los migrantes como las preocupaciones de la población local. No hay soluciones fáciles ni de corto plazo, pero enfrentar los desafíos migratorios es una obligación ética. Más allá de las presiones de Estados Unidos, el país debe actuar por humanidad, reconociendo que la migración no es una amenaza, sino una realidad que, gestionada con justicia, puede enriquecer nuestras sociedades.
(Colaboró Asael Nuche)
*Presidenta de Causa en Común
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