Sueño (casi) primaveral
Del día del sueño al de la primavera hay un paso: del 15 al 21 de marzo (en realidad este año el equinoccio en el hemisferio norte será el día 20 a las 3 am). El día de la primavera es también el día de la poesía, y vaya que en la sociedad actual necesitamos más sueño y más poesía.
En realidad el día mundial del sueño versa sobre concientizar y difundir el efecto de dormir bien. Entre obligaciones y estrés (y depresión), entre transportarse, trabajar y hacer labores domésticas, a muchos congéneres no les quedan sino unas cuatro o cinco horas de sueño, siendo que la recomendación para tener buena salud son ocho horas. El lema de este año fue “Equidad en el sueño para la salud global”. Los trastornos del sueño incluyen ronquidos, insomnio, sonambulismo, apnea, narcolepsia, el síndrome de las piernas inquietas, trastornos del ritmo circadiano, etc. “Qué buen insomnio si me desvelo sobre tu cuerpo”, escribió Mario Benedetti, pero eso usualmente no es un trastorno, aunque puede llegar a serlo.
El día mundial de la poesía fue celebrado por primera vez en 1999, por iniciativa de la Unesco en su 30ª Conferencia General en París, “con el objetivo de apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética y fomentar la visibilización de aquellas lenguas que se encuentran en peligro”, así como “para honrar a los poetas, revivir tradiciones orales de recitales de poesía, promover la lectura, la escritura y la enseñanza de la poesía, fomentar la convergencia entre la poesía y otras artes como el teatro, la danza, la música y la pintura, y aumentar la visibilidad de poesía en los medios”.
En varias instituciones habrá conferencias y lecturas para conmemorar a uno de los géneros menos vendidos pero más necesarios. La poesía es ingrediente innegable e imprescindible de otros géneros, como la narrativa o la dramaturgia, cuando están bien hechos.
El lenguaje poético (al menos la función poética de la que hablaba Propp) no es muy compatible con el lenguaje político, en el que priman la ficción y la utopía, por no decir otra cosa. Sobre todo en estos días, el discurso político justifica y ataca, disimula y se esconde. La poesía también miente, se oculta, pero es para sentir más, para abarcar los grandes temas de la humanidad. Recordemos también que no es lo mismo poema que poesía, y tampoco lo son el (la) poeta que la obra.
Aconseja Paul Verlaine: “Que vuestra palabra tenga un indeciso / y equívoco paso, si lo decidís. / Nada más hermoso que la canción gris, / donde lo indeciso se une a lo preciso”. La mentira no suele habitar en el poema, como dice Elvira Sastre: “Mentir es relativamente fácil. Escribir mentiras en un poema, para mí, es imposible. La poesía es un arma, sí, cargada de sinceridad. Queramos o no. Nos guste o no”. Ángel González no está de acuerdo: “Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas, / y una voz cariñosa le susurró al oído: / —¿Por qué lloras, si todo / en ese libro es de mentira? / Y él respondió: / —Lo sé; / pero lo que yo siento es de verdad”.
Dice Luis Bagué en Cervantes Virtual: “En lo que a mí respecta, puedo afirmar sin rubor que mis primeras composiciones fueron estrictamente falsas: el personaje que habitaba en mis versos adolescentes era a veces un Bogart miope y un punto sensiblero; otras veces un Bond de incógnito al servicio de su majestad la literatura, e incluso en ocasiones se me coló por los resquicios de algún verso cojo un Darth Vader replicante que había leído demasiado a Cortázar […] Me gusta pensar que con el tiempo he perfeccionado mis mentiras, aunque ya no aspiro a doctorarme en ventriloquia. Ahora sé que la vida es el punto de partida, pero que los versos están en otro sitio […] nunca he escrito versos llorando, sino, imagino, con una cautelosa sonrisa entre nostálgica y resignada”.
Por cierto, equinoccialmente, ya se fue a imprenta mi poemario Memorias funmbulistas no aptas para acrofóbicos, ganador de la flor dorada en los Juegos Florales Ramón López Velarde 2023, de Jerez, Zacatecas. Preventa esta semana, para comezar bien esta poética entrada de la primavera. Informes por correo y en mis redes.
Los estudiantes de nivel básico tuvieron asueto el viernes y lo tendrán este lunes, que es fin de semana largo como marca la ley en su (ingenuo) intento de evitar los “puentes”. Si no podemos ir a la playa, leamos, escribamos. No es obligatorio vestirse de blanco e ir a las pirámides a “cargarse de energía” para recibir la primavera. La poesía es un derecho humano que hay que hacer valer en todos los espacios y todos los días.
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