Uber en San Luis Potosí, la tendencia que llegó para quedarse

Uber, como bien sabrán, es una plataforma de economía colaborativa que se vale de una aplicación y del internet para conectar a dueños de vehículos que ofrecen sus servicios de transporte, con usuarios potenciales. Esta aplicación cuenta con recursos interesantes para llevar a cabo el servicio, como los sistemas de reputación, los cobros de tarifa con diferentes formas de pago y el seguimiento de trayectoria con GPS.

Lo primero se refiere a los sistemas de calificación que tanto conductor como usuario deben completar al terminar el recorrido. De esta manera se sustenta la confianza que facilita la transacción, no solo en el caso de las plataformas de transporte de economías de uno a uno (como Lyft o Cabify), sino también de hospedaje (Como Airbnb o Homestay) o muchas otras. En segundo lugar, la diversificación de formas de pago, ya sea a través de una cuenta Paypal, tarjetas de crédito o débito, tarjetas de regalo o recarga de fondos y no sólo en efectivo, es un punto fuerte los que servicios tradicionales no han podido implementar. Por último, es importante para la seguridad de los usuarios contar con un sistema de rastreo que pueda ser compartido con familiares y gente de confianza, lo cual se logra a través de la misma aplicación.

Es interesante ver, a la luz del tiempo, cómo van cambiando los requerimientos básicos que un sistema de transporte debe ofrecer para conservar la preferencia de las personas. Ya no basta con mantener una unidad limpia o tomar una ruta eficiente para llegar al destino. En estos días, ofrecer un buen servicio va más allá. Se trata de exceder las expectativas de los clientes y ser capaces de reconocer sus necesidades, en ocasiones aún antes de que ellos mismos las entiendan. 

En este sentido, las plataformas de economía colaborativa han hecho su tarea. Se han preocupado por obtener retroalimentación sus las comunidades crecientes no sólo en México, sino en el resto del mundo, y se abocan a implementar nuevos modelos de negocio que les permita obtener una parte mayor del mercado. Clara prueba de esto es la introducción en San Luis Potosí de UberEats, filial de su hermano mayor y que es un servicio de entrega de comida a domicilio que ha invadido las calles potosinas junto con sus competidores, Rappi y SinDelantal. Hoy en día, no es raro ver tres o cuatro repartidores afiliados llevando paquetes a cuestas en una misma calle, o entrando a un restaurante o café en repetidas ocasiones, y parece que la tendencia es que este tipo de servicios vayan en aumento. Otros sectores en los que ha incursionado tienen que ver con el traslado con mascotas con UberPETS u ofreciendo viajes para personas que presenten algún problema de movilidad, mujeres embarazadas o de la tercera edad, con UberASSIST, que aún no operan en la capital potosina.

Para una sociedad como la nuestra, con sed de cambio y con sed de cosas nuevas, estas plataformas nos han venido como anillo al dedo. Facilitan nuestro día a día, mientras que proporcionan un ingreso flexible a los conductores y repartidores. Sin embargo, no hay que olvidar que todos debemos actuar bajo el marco legal y es por esto que Uber ha debido registrarse ante la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), evitando así caer en la informalidad. Entre las limitantes impuestas después del registro, se encuentra la prohibición para cobrar en efectivo a los usuarios, cosa que parece no ha tenido un efecto altamente negativo entre los clientes habituales.

Cabe destacar que las reacciones adversas ante este tipo de servicios no sólo se han presentado en México. Desde su introducción en Latinoamérica en 2013, se ha visto envuelto en conflictos con gremios de taxistas en Argentina, Uruguay, Costa Rica, Bolivia y Colombia, por mencionar a algunos. En la mayoría de estos casos, se alude al bajo salario de sus conductores, a la elusión de impuestos por parte del gigante de Silicon Valley, y a la competencia directa que representa para las empresas de transporte ya establecidas en dichos países. 

En otras partes del mundo se ha recurrido a alternativas interesantes. Por ejemplo, en Francia opera eCab, plataforma nacida de la alianza entre taxistas que buscaban mejorar sus servicios e integrarse a la nueva comunidad digital, que también está presente en Bruselas y Ámsterdam. Por su parte, Laudrive, She Rides y Cabs for Women ofrecen viajes exclusivamente para y por mujeres. La intención de estas iniciativas es reducir el número de incidentes de violencia de género en el que se han visto envueltas varias usuarias y conductoras de los servicios tradicionales desde su apertura. 

Las opiniones sobre esta nueva manera de movilizarnos varían dependiendo del contexto y las experiencias que tengamos con anterioridad. Lo que es seguro, es que cada día surgirán más empresas deseosas de ganar un lugar en el mercado, especializadas en sectores quizá antes no vistos por los grandes conglomerados y que vendrán a cambiar de nueva cuenta nuestra visión acerca la innovación en el transporte. Indiscutiblemente, la apertura y expansión del internet y los servicios digitales, traen consigo retos y oportunidades que debemos estar dispuestos a reconocer, analizar, y estudiar, para proponer políticas públicas que estén alineadas con el mundo contemporáneo.