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Y si Adelita se fuera con otro…

Por José Ramón Jiménez Martínez

Julio 31, 2025 03:00 a.m.

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Lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre Mafalda

Frente a la ya próxima fecha de lo que deberá ser el primer informe de gobierno de la primera presidenta de México (1 de septiembre de 2025) el contexto político-económico del país vive momentos complejos.

Sustentada en la facultad que le permite la Constitución, la titular del ejecutivo federal ha anticipado que enviará a través de la titular de la Secretaría de Gobernación el Primer Informe al Congreso de la Unión en tanto que se prepara un escenario donde emitirá un mensaje a la nación en esa fecha.

Los tiempos políticos cambian, lo que otrora era una fecha de jolgorio político donde la estructura político-institucional a través de sus titulares constituían la escenografía para que el ejecutivo federal desplegara un acto teatral de comunión entre gobernantes y gobernados, hoy en día la lucha por el poder ya no resiste una puesta en escena de esa forma.

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La primera magistratura del poder federal en nuestro país ha devenido en desaires desafiantes, esto es, la exposición de actitudes sin gentileza en actos protocolarios por parte de protagonistas políticos hacia la ejecutiva federal como expresión manifiesta de la competencia por el poder.

Parafraseando a P. Bourdieu en Sociología y Cultura (Ed. Grijalbo 1984), quien se refería a propósito de los intelectuales, señalamos que, antaño, los políticos en nuestro país siempre se ponían de acuerdo para dejar fuera de juego su propio juego y aquello que se jugaban. Hoy no es así, las formas están cambiando.

Habrá quienes puedan plantear que esta aseveración no tiene sustento y, sin embargo, recurrimos nuevamente a P. Bourdieu para argumentar que, desde el sentido común; es decir, desde el orden de ideas compartidas por la sociedad en general, a través de la experiencia y la socialización de esta experiencia, como decía Don Jesús Reyes Heroles: “en política las formas son fondo”.

En tal sentido, consideramos que, a demás de los adversarios “naturales”, aquellos que participaron formalmente frente a la alianza de la 4T para competir por el poder, actualmente, se expresan adversidades francas entre los aliados que condicionan la gobernabilidad del poder ejecutivo; de la presidenta de México.

Así pues, el sentido común nos dice que: frente a la presión de las políticas ejecutivas del gobierno de D. Trump en las áreas de seguridad, comercio y migración, parece que al gobierno mexicano le apoyan más sus “adversarios naturales” que los aliados que permitieron conservar el poder.

Al respecto, la reciente reunión nacional del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) mostró el embrión disidente en la respuesta omisa para asistir a la asamblea de algunos de sus protagonistas, cuyo eco se encuentra en el discurso de quienes asistiendo convocan a la unidad, reiterando su importancia para conservar el poder. 

Muestra clara de lo que aquí se señala, es la disputa territorial que se muestra en la cruzada que la presidente de dicho organismo lanza para formar comités frente a la iniciativa del secretario general del mismo organismo político para afiliar individuos.  

Lo más evidente de este fenómeno de disidencia es lo que los mismos protagonistas del grupo en el poder repiten una y otra vez a lo largo y ancho del país: “el reto más grande de morena es mantener la unidad”.

La idea de la realidad compleja parte de considerar que ésta no tiene un epicentro único (valga la expresión), sino diversos epicentros que la constituyen. 

Entendido de esta forma y, en relación a los retos económicos, de seguridad y migratorios que enfrenta el poder ejecutivo, se ven condicionados por la lucha política al interior de los grupos en el poder.

La primera presidenta de México no tiene un escenario para el jolgorio político, es una soldadera moderna en la trinchera nacional-globalizada.  

joseramonuhm@hotmail.com