logo pulso
PSL Logo

"El hombre tranquilo", dos siglos esperando imprenta

Obra de Manuel María Gorriño y Arduengo por fin llega a lectores de todo el mundo

Por Alejandro Ramírez

Enero 29, 2024 03:00 a.m.

A

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define erudito como: 1. adj. Instruido en varias ciencias, artes y otras materias y 2. m. y f. Persona que conoce con amplitud los documentos relativos a una ciencia o arte.

En una institución como la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) no deben faltar personas que cumplan a cabalidad las características señaladas en la entrada del diccionario.

Quien redacta, sin embargo, escribirá en esta ocasión sobre uno de los más destacados eruditos a quien tiene la fortuna de conocer: el doctor Manuel Pérez y su más reciente publicación.

Y es que el investigador despliega su saber de manera generosa en su más reciente publicación: la edición crítica y comentada de "El hombre tranquilo, o reflexiones para mantener la paz del corazón en cualquier fortuna", una obra redactada por quien es considerado como el primer rector de la UASLP: Manuel María Gorriño y Arduengo.

Actualmente Manuel Pérez realiza trabajos de investigación en el Centro de Documentación Histórica "Rafael Montejano y Aguiñaga" de la UASLP, fondo donde dio con el manuscrito de la obra que trabaja y la cual esperaba un editor desde hace más de 200 años.

Muy probablemente el autor, Don Manuel María, nunca soñó que su libro tendría tan grande alcance y que fuera publicado en Europa, específicamente en España, como parte de la colección "El Paraíso en el Nuevo Mundo" de la editorial Iberoamericana Vervuert. Le corresponde el número 16 de la serie.

Superación personal en el siglo XVIII

Manuel Pérez identifica tres etapas en la obra de Gorriño y Arduengo. La primera, la juvenil que termina en 1793 con su llegada a México; la de 1793 a 1810, cuando el país vive una transformación radical; y una tercera etapa, cuando el autor se concentra en su labor como educador y finalmente como político.

La redacción de "El hombre tranquilo" coincide temporalmente con su primera etapa y cuando trabajaba como traductor de la obra del predicador protestante James Harvey. Del trabajo hay incluso dos ediciones, una primera de 1805 y una mejorada y ampliada de 1811.

¿Cómo definir o clasificar un libro redactado hace más de 200 años? Por sus objetivos y finalidad muy probablemente hoy aparecería en las estanterías de las librerías en la sección denominada "desarrollo personal".

Y es que en "El hombre tranquilo", Gorriño y Arduengo propone una vía hacia la consecución de una calma y una tranquilidad que permanezca incluso en momentos críticos, un camino a través de la razón y del cultivo de las virtudes cristianas, especialmente aquellas que recogen las enseñanzas clásicas y estoicas. Sí, el estoicismo, esa disciplina clásica que vive en nuestros días un nuevo auge e interés ante el declive de las creencias religiosas más tradicionales.

El texto, explica el doctor Pérez, le sirve al autor para organizar sus armas intelectuales, emocionales y espirituales contra la desazón "de los ominosos signos en el horizonte político". La obra tiene como causa oratoria, "la seguridad y conservación del statu quo que promete la iglesia".

Señala que Gorriño y Arduengo tiene en su repertorio obras de carácter filosófico, pero "El hombre tranquilo" no lo es, pues carece del indispensable carácter especulativo.

El libro sigue los lineamientos generales del discurso religioso de la época que no es otro que la reflexión de carácter religioso. En "El hombre tranquilo" su autor expone lo que para él debería ser la relación del hombre con su mundo, centrado en la necesaria lucha contra los vicios irracionales.

Especialista reconocido a nivel internacional en retórica, Manuel Pérez establece que el libro es una serie de discursos de carácter moral vinculada con las nociones generales de reforma de costumbres, recomendada como lo que debería ser una práctica política estatal inspirada por la religión católica.

El libro propone el autoconocimiento como arma de lucha contra las pasiones. "Posee un claro propósito persuasivo y didáctico realizado con delicados toques estéticos inspirados en Horacio". De esta manera, el autor se propuso enseñar deleitando, abunda el investigador.

Cada uno de los discursos que integran el libro, asegura Pérez, puede ser considerado predicable.

Gorriño y Arduengo, una vida entre siglos

La edición de "El hombre tranquilo" a cargo de Manuel Pérez incluye un clarificador estudio introductorio. El editor puso un importante empeño en indagar datos sobre el autor, los detalles de su obra, además de explicar y presentar las características del texto. 

Así, da a conocer importantes datos biográficos del autor. Comenta su personalidad y labor intelectual y no evade la controversia acerca de su personalidad. Fuera de obsoletos chauvinismos y falsas idealizaciones politiqueras más que políticas, el doctor Pérez describe a Manuel María Gorriño y Arduengo como lo que fue, un hombre a quien le tocó vivir el colapso de lo que era su mundo: el Virreinato de la Nueva España.

Además de religioso, el autor de "El hombre tranquilo" fue en la última parte de su vida un activo político, pero sobre todo un educador. 

El doctor Pérez nos informa que Gorriño y Arduengo nació en San Luis Potosí el 23 de noviembre de 1767 y falleció en esta misma ciudad el 30 de agosto de 1831.

En 1782, a los 15 años, Manuel María deja su ciudad natal para estudiar en el colegio San Francisco de Sales, en San Miguel el Grande. Ahí estudiaría latín, retórica y filosofía. Se titula de bachiller en 1785 y ahí continúa, en la misma institución, sus estudios de teología, moral y escolástica.

En 1793, Manuel María parte a la Ciudad de México para ingresar al Colegio de Santa María de Todos los Santos, en donde estudiaría teología.

Manuel Pérez nos informa que, en 1802, Gorriño y Arduengo parte nuevamente de San Luis Potosí, pero ahora va a Guadalajara para inscribirse en la universidad, en donde obtiene su licenciatura y doctorado de teología en 1808. 

Regresa a su ciudad natal, y desde aquí le toca ver el colapso del orden virreinal con el inicio de la Guerra de Independencia.

En su última década de vida, el autor de "El hombre tranquilo" consolida su participación en la actividad política y educativa. Fue diputado entre 1824 y 1826 y, como uno de los momentos más destacados de su vida, Manuel Pérez identifica la fundación del Colegio Guadalupano Josefino el 2 de junio de 1826. El entonces gobernador del estado, Ildefonso Díaz de León, lo designa su primer rector.  

La inestabilidad predominante de los primeros (y siguientes) años de la nación independiente afecta la vida del religioso y un nuevo gobernador, Vicente Romero, los destituye como rector el 14 de julio de 1828. No sólo eso: el nuevo "hombre fuerte del estado" ordena eliminar la enseñanza de teología en la institución, pero impulsa las clases de francés, filosofía, física e historia.

Gorriño y Arduengo volvería a estar al frente de la institución que fundó durante los últimos años de su vida, gracias al apoyo de un nuevo gobernador, Manuel Sánchez. 

Al morir, el religioso, humanista y filántropo fue sepultado con grandes honores.

Monarquista y patriota

La política ocupó la parte final de la vida de Manuel María Gorriño y Arduengo. Manuel Pérez, destaca en este campo que fue el autor del primer proyecto para la Constitución del Estado. La primera de la historia. No era algo nuevo para él, ya que había sido Consultor de Instrucción para la representación de San Luis Potosí ante las cortes de Cádiz en 1809 y luego sería convocado a una diputación en las mismas en 1811.

Años antes, en 1793, Manuel María compartía vivienda con Manuel Velasco, Luis Sagazola y Juan Antonio Montenegro y junto con ellos fue investigado por el Santo Oficio.

El editor Manuel Pérez explica que algunos historiadores, forzando al extremo tal situación, pretenden hacer ver al autor como algo que nunca fue: un tempranero conspirador independentista. Manuel Pérez clarifica que se sabría después que la investigación se originó por una acusación presentada por Manuel Velasco en contra de Antonio Montenegro. Cosa de unos libros considerados prohibidos. Gorriño y Arduengo, no sería acusado de nada.

Destaca Manuel Pérez que, como político, Manuel María terminaría adaptándose a las ideas que generó la Guerra de Independencia y hasta aceptó las bondades de un gobierno republicano. Eso sí, jamás abandonó la defensa de la estabilidad, el orden y el principio de autoridad.

Al inicio de la Guerra de Independencia, Manuel María tenía claro con qué bando simpatizaba y ofreció su hacienda, La Pila, para albergar al ejército de Félix María Calleja, quien de ahí partiría a combatir al rebelde sacerdote del pueblo de Dolores, Guanajuato, Miguel Hidalgo y Costilla. 

"Gorriño fue adicto a la causa realista", señala sin dudar Manuel Pérez y prueba de ello es que, en los juicios contra religiosos potosinos seguidores de Hidalgo, él participó como testigo...de cargo.

Al ver caer lo que fue su mundo, Manuel Gorriño y Arduengo se refugia en el estudio y para sobrevivir al pujante liberalismo, su interés se enfoca en el mejoramiento humano. Pese a todo, transita con éxito al nuevo orden republicano, de tal manera que —como se menciona líneas arriba— forma parte del Congreso Constituyente del Estado Libre y Soberano de San Luis Potosí.

Reconoce Manuel Pérez que a lo largo de su vida el autor fue coherente en sus valores e ideas más fundamentales: fue un férreo defensor de la religión católica y de la jerarquía, del orden por sujeción a la autoridad. Sin embargo, también fue un filántropo generoso y sobre todo un patriota preocupado por la amenaza que representaban para la unidad nacional los anglosajones del norte. En este sentido propuso en su momento la construcción de misiones a lo largo de la frontera norte del país. El tiempo justificaría su desconfianza. México perdió más de la mitad de su territorio a manos de los siempre peligrosos vecinos protestantes del norte.

El manuscrito CDHRMA 100.3

Al hablar del manuscrito sobre el que trabajó, Manuel Pérez informa que se trata de un texto de 186 folios escritos en "recto y verso", encuadernado y empastado en piel.

El documento presenta huellas de polilla y manchas de humedad a partir del folio 134 r.  Está escrito con una caligrafía "elegante y clara", por lo menos hasta el folio 77.r, a partir de la cual se vuelve más acelerada, detalla el editor en su estudio preliminar.

El documento fue donado a la Biblioteca de Jurisprudencia de la Universidad potosina por Francisco de Asís Castro el 4 de junio de 1926. De este recinto pasaría a la Biblioteca Pública de la UASLP en cuyo fondo lo registró el sacerdote, historiador y archivista, Rafael Montejano y Aguiñaga con la clave CDHRMA 100.3.

El documento tiene correcciones en letra y tinta diferentes, como si el autor del manuscrito no fuese el consumado humanista que según Joaquín Antonio Peñalosa era Manuel María Gorriño y Arduengo, sino un escribano voluntarioso a quien el autor hubiera encargado la transcripción de su obra.

Del supuesto manuscrito original, si es que aún existe, no hay noticia, reconoce Manuel Pérez. Su experiencia, sin embargo, le permite plantear que el escribano era una persona poco preparada en latín y en teología y por ello fueron necesarias las correcciones, estas sí, hechas por Gorriño y Arduengo.

Resume el editor: "podemos estar frente a un manuscrito de amanuense solicitado por el autor (...) sobre el que luego él mismo procedería a corregir con vista a su impresión".

Termina la espera

Al momento de su clasificación, Montejano y Aguiñaga fechó el manuscrito en el año 1805. Una fecha aproximada, pues Manuel María simplemente puso en su portada 18... Lo cual revela, según Manuel Pérez, que no tenía bien definida una fecha para considerarlo concluido.

Dando por bueno el dato, la obra cumplió el año pasado 218 años esperando su publicación. Se merecía una edición como la que finalmente logró.

Manuel Pérez explica que había la posibilidad de presentar el libro en una edición de divulgación, enfocada a un público universal.

Otra posibilidad era hacer una edición, conocida como "universitaria", de mediana especialidad, dedicada a una variedad más limitada de lectores, un público constituido por especialistas e investigadores en formación, pero con un trabajo suficientemente riguroso como para sustentar un estudio o una tesis, aun y cuando su información y tratamiento procurara no alejarse del gran público, mediante el aparato de notas y estudio introductorio. Esta sería la opción tomada.

Una tercera posibilidad era la de presentar una edición exclusiva para especialistas.

En fin, que es así como los lectores tenemos acceso a la nueva obra del llamado primer rector de la Universidad (aunque en realidad no lo haya sido), justo en el marco del Centenario de la Autonomía Potosina.

El doctor Manuel Pérez es el director de la colección "El paraíso en el Nuevo Mundo", de la editorial Iberoamericana Vervuert. 

Gracias a los convenios de distribución de la empresa, los títulos de la colección son entregados a las principales bibliotecas de América y la Unión Europea. El libro de Gorriño y Arduengo, sus reflexiones para ser un hombre tranquilo y, en resumen, una persona feliz, llegarán a los estantes, por ejemplo, de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, así como a las universidades más importantes de esa nación.

Nada mal para un bicentenario religioso potosino.