Entre soledad y pesadillas, venció al virus

Marco Antonio Luna, apoderado legal de la Arquidiócesis de San Luis Potosí, cuenta lo que padeció al dar positivo al Covid, el cual lo puso al borde de la muerte

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Entre soledad y pesadillas, venció al virus

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Una cicatriz en la sien derecha, semblante serio y con el respectivo cubrebocas por la contingencia sanitaria actual, es un escenario lejano a las cuatro paredes donde se ubicaba hace más de 2 meses Marco Antonio Luna Aguilar, apoderado legal de la Arquidiócesis de San Luis Potosí, cuando fue ingresado a la Beneficencia Española por la gravedad del cuadro de la Covid-19 que presentó, enfermedad que lo mantuvo en terapia intensiva por 22 días.

Rememora que el 31 de abril pasado viajó a la Huasteca Potosina para bendecir dos bodegas comerciales de un compadre en los municipios de Tamazunchale y Tamuín. En días previos ya presentaba sintomatología de cuerpo cortado y malestar, pero no le prestó atención, admite.

Al hospedarse en un hotel en el municipio de Ciudad Valles, narra que acudió a la alberca del complejo hotelero después regresó a su habitación donde la temperatura del aire acondicionada estaba variable situación que fue determinante en su estado de salud, pues el 1 de mayo por la noche comenzó a sentirse mal, pero de nueva cuenta no tomó con previsión los síntomas.

Para el 3 de mayo presentó un fuerte dolor en la espalda, además de fuerte dolor de cabeza, cuerpo cortado y temperatura alta, por lo cual optó por acudir con un médico quien evaluó la probabilidad de que tenía la Covid-19, recomendándole acudir a un laboratorio para realizarse la prueba PCR, a fin de confirmar o descartar dicha posibilidad.

Acudió el 4 de mayo a distintos laboratorios, pero en ninguno encontró citas, sino hasta que en el Centro de Investigación de Ciencias de la Salud y Biomedicina (CICSaB) de la UASLP, donde lo citaron para el 6 de mayo para tomarle la muestra a las 10:30 horas

“Ya lo que fue todo el lunes y martes en la noche: ¡Híjole mano! Fue algo horrible porque ya los dolores de cabeza eran fortísimos, la temperatura arriba de 40; me dieron unas diarreas, pero impresionantes, impresionantes. ¡Algo horrible! De manera que ya el miércoles en la mañana cuando me llevan a hacerme la prueba del Covid, ya me sentía muy mal, muy mal. De hecho, me dicen que yo salí del cuarto de la parroquia de la casa parroquial todo blanco, transparente y con los labios morados”, recuerda con énfasis. 

LOS 22 DÍAS

Su último recuerdo antes de ingresar al nosocomio el 6 de mayo, donde perdería 14 kg de peso, es que era trasladado al área de urgencias cruzando la calle Mariano Arista y observar a otros dos pacientes que recibían atención médica, ya que después de eso su memoria se borró durante 22 días que estuvo ingresado en la unidad de cuidados intensivos (UCI) o terapia intensiva.

Debido a la gravedad de la enfermedad, el 6 de mayo fue necesario intubarlo a un respirador mecánico durante 4 días, después lo extubaron para ver sí respondía favorablemente, sin embargo, presentó una crisis muy fuerte, por ende, fue necesario regresarlo a esa terapia otros 8 días más, es decir, 12 días con el dispositivo invasivo en la garganta.

Tras responder al tratamiento y salir de terapia intensiva, se mantuvo por 10 días en el área de hospitalización. Destaca que, aunque su cuerpo estaba sedado, su mente estaba activa, pues durante 22 días de hospitalización tuvo pesadillas.

Relata que uno de sus sueños más impactantes fue en un contexto violento, pues circulaba con un compadre por la carretera a Matehuala, cuando de forma sorpresiva los malos - integrantes del crimen organizado- los detuvieron y los llevaron a un lote baldío donde los hincaron y a él lo garrotearon en la espalda y en la cara, agresión que le desfiguró el rostro.

Al despertar de la sedación refiere que su primera reacción fue tomar su celular y tomarse una foto. Posteriormente preguntarle a la enfermera si había ingresado como se observaba en la imagen, a lo que la profesional de la salud le respondió que ingresó bien, pero debido a la posición decúbito prono o boca abajo en que fue necesario ubicarlo durante la intubación, así como el movimiento continuo que hacía, se talló con la estructura, las sábanas o la almohada.

Otra de las imaginaciones dantescas fue verse consignando en un sótano del hospital y que dos enfermeras que lo cuidaban, lo llevaran a una bañera para luego una tomar una soga y ahorcarlo, mientras la otra le detenía los pies.

Posterior a ello una enfermera lo inyectó en el cuello y la espalda comentándole que hasta allí había llegado y era tiempo de morir. Minutos más tarde, un enfermero fue por su cuerpo y lo llevó al estacionamiento donde se ubicaba un tráiler de redilas con cientos de cadáveres fallecidos por la enfermedad.

“Me caigo entre los muertos y entonces yo sentí; experimenté muy muy muy curioso, algo muy vivencial. Entonces alguien de arriba del edificio le grita al enfermero ‘ese no’. Entonces el enfermero me saca de entre los muertos y me vuelve a llevar a mi habitación y me vuelve a llevar a mi esa experiencia. Fue muy fuerte, muy fuerte”, narra.

La última experiencia fue una lucha espiritual, ya que, de su lado izquierdo yacía el demonio, una sombra oscura sin forma a quién le fustigaba: “¡Tú no vas a ganar¡ ¡Dios es más fuerte que tú! Entonces empezaron a venir a mi mente citas bíblicas”.

INCREDULIDAD

Luna Aguilar expone que tras la recuperación, los médicos le confesaron que su caso era muy grave y que había pocas probabilidades de sobrevivencia, al grado de decirle a su familia que rezaran a Dios, toda vez que no se sabía lo que podría sucederle.

“El primer milagro es el número de personas que rezaron por mí, por mi salud. Se hizo un movimiento. Una oración extraordinaria. No podemos contabilizar cuántas personas pidieron por mí: para empezar mis hermanos sacerdotes, como yo fui el primero que estuve en eso, entonces ellos en todas las parroquias, en todas las misas invitaban a la gente a pedir por mí”, comenta.

Reconoce que Dios le dio una gran lección, pues era muy reacio a crear en la enfermedad; asumía que se trataba de “cualquier gripe”. “Entonces Dios me dio la lección y muy fuerte. Es un virus que está presente y que se está expandiendo de manera tremenda en todo, porque como no hay cuidado, no hay las medidas de precaución de higiene, pues el virus se va haciendo cada día más cada día más”.

Para finalizar, anuncia que está dispuesto a colaborar con la aportación de plasma, a fin de beneficiar y ayudar a más personas que pasen por la enfermedad, pues siente un compromiso y deber de apoyar al prójimo.