Adolescentes
La adolescencia es una montaña rusa para padres e hijos donde hay que desarrollar un potente sentido negociador.
Uno de los aspectos que puede conllevar más controversia es el de los horarios de salida.
“Es que a mis amigos los dejan hasta más tarde”, “yo quiero quedarme un poco más”.
Cada familia tendrá que llegar a sus propios consensos y es importante saber cómo hacerlo.
FLEXIBILIDAD Y CONTROL
El adolescente experimenta una fuerte tendencia a querer ser libre.
El papel de los padres es no dejar de estar cerca y vigilantes, pero favoreciendo esa creciente autonomía.
Los adolescentes necesitan seguridad, estabilidad y armonía en casa y los horarios son un camino para conseguirlo.
Teniendo en cuenta que también hay que ser flexibles con ellos, han de tener unos horarios mínimos de control, pero a la vez combinarlo con la flexibilidad, porque los adolescentes necesitan mostrar su rebeldía y su espíritu de ir contra la norma, por lo tanto, necesitarán moverse entre el orden y el caos.
RUTINAS Y HÁBITOS
Esas rutinas y hábitos que el adolescente comienza a rechazar siguen siendo importantes para él, pero en esta etapa han de conjugarse con una mayor transigencia paterna.
De esta manera, con este juego de equilibrios, conseguirán mayor sensación de autonomía e independencia que generará autoestima, y un mayor control en su gestión de las emociones.
TIEMPO MÁXIMO
Hora máxima de salida de un adolescente.
¿Cuál es una hora razonable de vuelta a casa?
Cada familia es un mundo y las circunstancias del entorno también cuentan.
No es lo mismo vivir en una gran ciudad y tener que usar el transporte público para la vuelta a casa que hacerlo en una localidad pequeña donde todos se conocen.
Estos aspectos influyen en la hora máxima de llegada, aunque se pueden ofrecer pautas generales: “Sería aconsejable que los días laborables el adolescente siempre cenara en casa y los días festivos sería importante no pasar de medianoche para que se diera cuenta que al día siguiente puede aprovechar las horas diurnas para hacer actividades que le gusten”.
OBLIGACIONES
Los límites tienen que estar proporcionados a su edad y a medida que vaya cumpliendo años se pueden ir revisando para incrementarlos.
En este sentido, tal como apuntaba el experto, es muy aconsejable que esos horarios se liguen claramente a las obligaciones y hábitos del adolescente, para que asuma la importancia de la responsabilidad.
Es importante que los horarios de salida no interfieran con el descanso, hay que garantizar unas horas mínimas de sueño y el ciclo diurno y nocturno, las horas fijas de las comidas y las de las tareas escolares.
CONSENSUAR
Desde el punto de vista educativo y de convivencia, es mucho más productivo consensuar con el adolescente la hora de llegada a casa.
El adolescente tiene que sentir que se le escucha, que puede expresarse y que su opinión es importante.
No obstante, hay algo claro y es que la última decisión será de los padres, que buscan lo mejor para su hijo.
CONFLICTO
Cuando surge un conflicto porque otros amigos tienen distintas normas más permisivas, hay que sentarse a hablar.
El objetivo final sería comunicarse y negociar para que el adolescente comprendiera que no es una imposición sin más, sino un consenso entre todos los miembros de la familia.
Hay que poder hablar del tema, escuchar al adolescente e incluso ceder si su argumentación es razonable.
La clave siempre es enfocarlo como una negociación “gano ganas”.
NORMAS
Y si no cumple las normas.
Los horarios son necesarios para que el hijo sepa que hay unos límites en casa y en la vida, y que cuando los incumple hay consecuencias porque se ha producido una falta de respeto hacia las normas establecidas por todos.
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