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Pbro. Lic. Salvador González Vásquez
El pensamiento, es algo que necesita cuidado; porque la mente es traicionera, y nos puede llevar a tomar un rumbo equivocado.
Hay hombres de ideas fijas, viviendo en un mundo de constantes cambios. Y por eso, la mente ocupa renovación constante.
Y en tiempos difíciles, hay que atender al espíritu; y para eso, se requiere la espiritualidad.
Porque en la mente es donde se originan las buenas y las malas acciones; y algunas benefician, pero otras vienen a perjudicarnos.
El alimento espíritual, es necesario, para fortalecer la vida. Y para ello, hay que empezar revisando nuestros conceptos.
Hay que checar, en qué concepto tenemos a los demás; pero, ante todo, es importante revisar, en qué concepto tenemos a Dios.
EXPERIENCIA
Pero hay que estar atentos, para no dejarnos influenciar por los conceptos de los demás. Porque el concepto es algo personal; y cada quien lo va formando de acuerdo a su propia experiencia.
Y por todo eso, Jesús les hace una pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos le respondieron: Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”. (Mt.16,13-14).
El pensar de la gente es muy variado; porque los hombres piensan de acuerdo a lo que han vivido. Y aquí, lo que importa es nuestra propia experiencia, y no lo que otros hayan experimentado.
Las buenas relaciones se llegan a perder, cuando nos dejamos influenciar por el pensar de los otros, y no por nuestra propia experiencia de vida.
ESPÍRITU
Es por eso, que después de escuchar la respuesta de los discípulos, Jesús les lanza otra pregunta, de manera más personal: “Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo? Y después de esta pregunta, Pedro toma la palabra y responde: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. (Mt.16,15).
Pedro acertó, y dio la respuesta exacta. Aunque para acertar en el pensar, es necesario contar con la luz divina.
Y para pensar de manera positiva y acertada, hay que pedir la ayuda del Espíritu de Dios.
Por eso, Jesús le dice a Pedro: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos!”. (Mt.16,15-16).
DICHA
El día que nos dejemos conducir por Dios, seremos dichosos; porque es entonces, que vamos a tener conceptos claros; y no nos dejaremos llevar por esos pensamientos que solo nos causan temor.
No permitas que la mente te traicione, hasta llevarte por un rumbo equivocado. Ya que en tu pensar, se va a decidir lo que será de tu vida.