JOSÉ, UN HOMBRE CALLADO, PERO DE GRAN CORAZÓN

Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.

Hay silencios que hacen daño; porque callar, puede perjudicar  la salud.

Y aunque, el silencio es medida de prudencia, también hay silencios que lastiman.

Hay penas que quedaron atrapadas en el alma; y desde el fondo del corazón, no dejan de lastimar. 

Pero, hay quien prefiere guardar silencio, con tal de no perjudicar, o dañar a la persona amada. 

Es de reconocer, que hay silencios, que pueden beneficiarnos.

Y como decía San Agustín: “ama y haz lo que quieras. Si callas, que sea por amor; si gritas, que sea por amor…Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”. (Conf. De San Agustín).

Algunos hombres, como San José, decidieron callar por amor, así lo narra el Evangelio: “Cristo vino al mundo de la siguiente manera: estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto”. ( Mt.1).

Y a pesar de su gran decepción, José decidió guardar silencio, por ese amor tan grande hacia su esposa.

La grandeza del corazón, hizo que José, creyera en el mensaje, de un ángel que le habló en sueños. Y de esa manera, aceptó la verdad; porque se dejó llevar, por los dictados del corazón.

Y por ser un hombre de fe, recibió a María, cómo a su esposa; y amó a Jesús, cómo a su propio hijo.

Así, lo narra el Evangelio: “cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa”. (Mt.1).

No permitamos, que el uso excesivo de la razón, nos impida encontrar las razones para ser felices.

Hay que escuchar las razones que tiene el corazón. 

Cómo dice el Salmo 26: “el corazón me dice que te busque, y buscándote estoy”.

Dejemos hablar al corazón, y no pongamos trabas al sentimiento. Porque Dios, habla siempre al corazón, y nunca se arrepiente de lo que ha prometido.