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La gran algarabía

cuentología cale agundis

Por Redacción

Agosto 24, 2024 03:00 a.m.

A

a gran algarabía atropellada e interrumpida se escuchaba por todo el pasillo del hospital. Se entre entendían voces, así como de: ¿A quién se parece, cuanto pesó, como se llamará? Familia iba y venía. La dulzura de la infancia aparecía otra vez, ya en sus últimos vestigios. Las relaciones volverían a estrecharse con la llegada de este nuevo ser. La madre, se echaba hacia atrás el cabello como si caminara por la playa, peinada por el viento. Ya no experimentaba placer, ni malicia, dar a luz a sus cuarenta y cinco años había sido su gran preocupación durante nueve meses. Sin embargo, había llegado la hora de la reflexión. Hoy estaban todos ahí, en la sala de espera, recibiendo al pequeño con ilusión. Pero apena unas semanas antes había muerto la tía Esperanza en soledad. Nadie había acudido a su funeral y ni siquiera la habían ido a visitar a ese mismo hospital, donde se encontraban todos recibiendo al recién nacido. Curiosa es la vida… a los viejos nadie les hace caso. Después de que toda su vida dieron, estuvieron, ofrecieron, cuidaron, mantuvieron, apoyaron, amaron… mueren solos. Porque los hijos son unos ingratos y siempre están ocupados para ellos. Y la demás familia… ¡Ay por Dios! La demás familia… es un gran aforismo: “Lo que no mata, fortalece”. Un silencio total en la tumba con un epitafio breve que presume honrar al difunto sobre la lápida y mientras tanto afuera y arriba los mismos hijos pelean sus bienes. Y después, silencio absoluto en el camposanto. Mientras tanto, la algarabía presuntuosa de los que se dicen familia, y otros metiches, dan la bienvenida al nuevo ser con sonrisas y regalos. En el mismo pasillo por donde salen los muertos sin compañía, nacen los bebés entre risas y aplausos… al final, es la misma bahorrina. El humano apesta más vivo, que muerto.