San Luis Rey de Francia, patrono de la Ciudad

Potosinos recuerdan al personaje que promovió la paz entre las naciones

San Luis Rey de Francia, patrono de la Ciudad

A-AA+

San Luis Rey de Francia era ejemplo de la época medieval.

Entre sus contemporáneos están Santo Tomás y San Buenaventura.

Comprendió que todas las cosas de este mundo le pertenecen al rey del cielo.

Supo cuidar del bien espiritual y temporal de sus súbditos cada día.

El pequeño Luis, con sólo 12 años, fue proclamado como Luis IX en el año 1227 al morir su padre.

En el año de 1235 se casó con Margarita de Provenza y con ella tuvo once hijos.

Fue un esposo y padre ejemplar.

DEFENSOR 

San Luis se distinguió por espíritu de penitencia y oración. 

No se dejó engreír por su poder. 

Se preocupó por la paz entre las naciones, fue un rey enérgico que supo defender a la iglesia y buscar la justicia.

Era especialmente considerado con los pobres. Perteneció a la Orden Tercera Franciscana.

Fundó varios monasterios y construyó la famosa Saint Chapelle en París, cerca de la Catedral, para albergar una gran colección de reliquias.

DIRIGIÓ CRUZADAS

Supo guiar a sus ejércitos para defender a Francia. Venció al Rey Enrique III de Inglaterra en Tailebourg en el año 1242, dirigió dos cruzadas con el propósito de contrarrestar la invasión de los musulmanes y liberar el sepulcro de Cristo.

En la primera cayó prisionero de Egipto y durante la segunda murió de disentería cerca de Cartagena al norte de Mica, en el año 1270, tenía 56 años, de los cuales reinó por 44. 

Fue canonizado en el año 1297.

TESTAMENTO

Del testamento espiritual de San Luis a su hijo: “Hijo amadísimo lo primero que quiero enseñarte es que ames al Señor, tu Dios con todo corazón y con todas tus fuerzas; sin ello no hay salvación posible”.

“Debes guiarte de todo aquello que sabes que desagrada a Dios, esto es, de todo pecado mortal, de tal manera que has de estar dispuesto a sufrir toda clase de martirios antes que cometer un pecado mortal”.

“Además si el Señor permite que te aflija alguna tribulación, debes soportarla generosamente y con acción de gracias, pensando que es para tu bien y que es posible que la hayas merecido”.

“Y, si el Señor te concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que no sea en detrimento tuyo, por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas”.

“Asiste de buena gana y con devoción, al culto divino, mientras estés en el templo, guarda recogida la mirada y no hables sin necesidad, sino ruega devotamente al Señor con oración vocal o mental”.