Editorial Porrúa pronostica larga vida para el libro impreso

Editorial Porrúa pronostica larga vida para el libro impreso

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El libro impreso y el electrónico conviven armónicamente en México, hay quien prefiere el de papel, por su aroma y textura, y otros el digital, por la facilidad de llevar muchos títulos en un dispositivo móvil, los libreros tienen la obligación de dar al lector el contenido en el formato que él quiera.

Nunca como hoy ha habido tanto interés en México por el libro impreso, nunca ha habido tantos autores en activo como hoy, ni tantos temas en las librerías. “Estoy optimista por la realidad que vive el libro impreso en este país, aunque en términos fiscales hay regímenes que se deben cambiar y hace falta un mayor número de librerías en el territorio nacional”.

Así se expresó Rodrigo Pérez Porrúa, director comercial de Grupo Porrúa y Presidente de la Asociación de Librerías de México, A. C. (ALMAC), al informar que en el periodo del 1 de enero de 2017 al 31 de diciembre del mismo año, el público de librería Porrúa sólo adquirió un 1.1 % de los títulos digitales, mientras adquirió el 99% de libros físicos.

“Tenemos el libro tradicional en todas nuestra sucursales del país, y a partir de la alianza con Kobo, tenemos también la oferta del libro electrónico tanto del fondo de Editorial Porrúa, como de todas las editoriales que se publican en idioma español. La venta sigue creciendo, porque hay interés en la lectura, pero a la par de ello, crece la piratería”, anotó.

Rodrigo Pérez Porrúa firmó hace un par de años, con Gandhi y la empresa canadiense de lectura digital Kobo, un convenio para lanzar Orbile, plataforma de lectura electrónica que reúne más de cuatro millones de libros digitalizados, además de ofrecer aplicaciones para teléfonos inteligentes y tabletas, de acuerdo con lo informado por Editorial Porrúa.

Mencionó que el fortalecimiento del crecimiento informal, es decir, de la piratería, pone de manifiesto que sí hay mucho interés de la población por la lectura y por acercarse a los libros. Al mismo tiempo, Pérez Porrúa lamentó que en toda la geografía nacional existan pocas librerías, “que son los vínculos naturales entre los libros y los lectores de México”.

Anualmente, como empresa editorial, Porrúa lanza al mercado entre 900 y mil títulos. Por fortuna, subrayó, el catálogo de las librerías Porrúa ha crecido constantemente y ha dado entrada a géneros más allá de sus colecciones emblemáticas como “Sepan Cuantos”, y la “Biblioteca Jurídica”, sin duda, la más importante en su tipo en toda América Latina.

“Literatura universal, historia, filosofía han sido los temas pilares de esa casa, a los que se han sumado infantiles como la colección “Gusano de luz” que año con año crece y ya lleva alrededor de 80 títulos publicados. Entremos en otros géneros sin dejar de atender a los que ya tenemos, como son los escolares, sagas juveniles, y de desarrollo humano.

Jóvenes y adultos siguen buscando a los clásicos como “El periquillo Sarniento”, “Los de abajo”, “La raza cósmica”, “Tlacaelel”, lecturas obligadas en secundarias y preparatorias. Autores como Juan Rulfo, Miguel de Cervantes y Gabriel García Márquez son imprescindibles en una librería. “¿Los nuevos autores? no se ven opacados por ellos”.

Las autoras no superan a sus colegas masculinos. “Quizá se debe a que se ha dado mayor visibilidad a los hombres. Por ejemplo: ¿cuántos premios literarios llevan el nombre de una autora? A pesar de esto, hay muchas escritoras con excelente pluma, como Fernanda Melchor, Clarice Lispector o Rosario Castellanos, muy solicitadas por nuestros lectores”.

La permanencia y éxito de Grupo Porrúa (Editorial y Librería), obedecen al amor que le tienen sus trabajadores. En 1900 se estableció en la calle de San Pedro y San Pablo, (Hoy calle del Carmen), para comprar y vender libros de ocasión e interés general. En 1910 se mudó a la esquina de Argentina y Justo Sierra, donde hasta hoy despacha su Casa Matriz.

“Porrúa es una empresa que reinvierte todas sus utilidades en el negocio, y busca que sus libros sean muy accesibles para público. Todos quienes laboramos aquí somos como una gran familia, además, sabemos que la economía del país es delicada, por eso, al tiempo que nuestros libros son hechos con calidad (pliegos cocidos) los vendemos muy baratos”.

En Porrúa se conoce como “temporada alta” el inicio de los cursos escolares en todos los niveles educativos. De esa forma, los textos académicos para los diferentes grados desde preescolar hasta preparatoria registran ventas con un repunte del 100 por ciento, mientras que los libros de nivel profesional reportan, en promedio un incremento de alrededor del 50 por ciento”.

Otra temporada alta es la época de Navidad, cuando se venden títulos relacionados con temas como desarrollo humano, sagas infantiles y juveniles. Los temas de tanatología, superación personal y cómo enfrentar la soledad, también se venden más en fin de año; el 14 de febrero los lectores solicitan narrativa romántica y libros de superación personal.

En Semana Santa también se venden más libros que de costumbre. “Se buscan libros para acompañar el viaje o las vacaciones, novela gráfica, cómic, obras de actualidad y, una vez más, desarrollo humano”, dijo el entrevistado, quien conoce las dificultades que generan la piratería, el robo de libros y una ley de libro que ata a las editoriales de todo el país.

También sabe que México sí lee. Por ello, cumple su responsabilidad de llevar el libro a las manos de los lectores. Igual que hace 118 años, Rodrigo Pérez Porrúa ha sabido buscar la manera de avivar el fuego del mercado librero, partiendo de la premisa de crear lectores y, posteriormente, espacios de lectura para el público, cautivo, y nuevos adeptos.

Estas iniciativas van desde mejorar las clásicas librerías de mostrador, como Casa Matriz, ubicada en el Centro Histórico, espacios de “estante abierto” y la paradigmática Librería Itinerante, que permanece alrededor de 215 días en alguna plaza pública del país para ofertar libros de todas las editoriales, temas, autores y colores, a la población lugareña.

Además, ha creado nuevos nichos de mercado que abonan al concepto que Grupo Porrúa, por Porrúa Digital, proyecto con tecnología de vanguardia. Con esto, ha dado servicios de digitalización al Arzobispado Primado de México, la Escuela Libre de Derecho, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) y al periódico nacional "Excélsior".

Las 70 librerías con que cuenta Porrúa actualmente, todas con talleres y cuentacuentos para niños y el resto de los lectores, muchas con servicio de café, y algunas incluso con bar, cumplen las expectativas de todos los públicos. “No sólo son librerías, sino espacio culturales y de entretenimiento que nos hacen llevar otros servicios y productos”, anotó.

Rodrigo Pérez Porrúa señaló que la empresa sigue adelante con su misión y espíritu de llevar arte y cultura a todos, pero el gran reto no sólo de Porrúa, sino de todas las librerías de la República, es tratar de crecer y permanecer abiertas a pesar del régimen fiscal que tienen, aunque el gobierno del país se preocupa por hacer accesible el libro para todos.

“Cuando uno compra un libro, igual que una medicina, no paga IVA. El problema es que las librerías tienen un régimen fiscal, casi único en todo el espectro de quienes pagan impuestos, en el cual no producen IVA, porque su producto de venta no lo genera, pero sí las rentas de locales, como todos los gastos de operación”.

Las librerías, que representan el eslabón más importante de la cadena productiva del libro al ser el enlace entre autores y lectores, viven esa situación fiscal que los pone en desventaja ante el resto de los empresarios del país. “La ALMAC trabaja con las instituciones del ramo para corregir esa deficiencia; sin embargo… ¡larga vida al libro impreso en papel!”, concluyó.