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UN EROS DE 60 AÑOS

LUCE COMO SI EL PASO DEL TIEMPO NO FUESE CON ÉL, LA MISMA VIBRACIÓN QUE MADRID HA EXPERIMENTADO ESTE DOMINGO AL ENCONTRÁRSELO DE NUEVO ENFRENTE, AÚN FUERTE, VIGOROSO Y CONSAGRADO

Por EFE

Abril 07, 2025 03:00 a.m.

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MADRID.-  En su reciente videoclip ‘TK421’, Lenny Kravitz luce cuerpo a los 60 años como si el paso del tiempo no fuese con él, la misma vibración que Madrid ha experimentado este domingo al encontrárselo de nuevo enfrente, aún fuerte, vigoroso y consagrado al poder del amor en una era hostil.

“¡Somos tan afortunados de estar aquí y de tener otro día de vida, algo que no debemos dar por sentado! No todo el mundo se despertó hoy, pero nosotros sí y tenemos vida y un propósito, lecciones que aprender, una luz que prender y esa luz es la del amor. ¡No hay nada que este mundo necesite ahora más que amor y unidad!”, ha proclamado durante su actuación.

Siete años hacía que este Eros estadounidense no actuaba en España, entonces también en el rebautizado como Movistar Arena, al que esta noche han acudido más de 15.000 personas, la pista bien apretada, hasta completar el aforo antes de sus dos próximas paradas en el país: el O Gozo Festival de A Coruña el 10 de abril y en el Navarra Arena de Pamplona el día 12.

Salvo por la ausencia de cortes de ‘Circus’ (1995) y ‘Black And White America’ (2011), el artista ha ofrecido muestra de prácticamente toda su carrera, desde sus inicios hasta su duodécimo álbum de estudio, el más reciente, ‹Blue Electric Light› (2024), del que ha tocado tres temas.

Hijo de un productor judío y de una actriz de raíces caribeñas y africanas, Kravitz ha hecho de la fusión y la coexistencia su marca tanto en la música, donde ha conjugado rock, funk y soul en diferentes grados a lo largo de sus más de 35 años de trayectoria, como en sus mensajes, “que somos uno, una raza humana, y que lo que le pase a uno le pasa al otro”, ha insistido este domingo.

Allí estaba: gafas de sol, cinturón de trabillas plateadas, torerilla de cuero y flecos largos, el pecho semidescubierto, como la pelvis, de oblicuos marcados y enfundada en unos ajustados vaqueros acampanados sobre botas de punta, acompañando un caminar vacilón con un baile oscilante de cadera.

Kravitz mantiene intacto el “mojo” espiritual, aunque lejos quedan aquellos años en que marcaba la pauta del rock, cuando ganó el premio Grammy a la mejor interpretación vocal de rock cuatro años seguidos, de 1999 a 2002, de lo cual ha quedado constancia en la edad media del público, más talluditos pero igualmente sometidos a sus dotes de seducción.