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El verdadero pecado original,
en suma
es andar ciego del otro,
es no cuidar
que su café este
suficientemente caliente.
no cuidar el halo, no cuidar
del peso.
¿y la caricia?
El pato de hule en los ojos del otro,
Y nosotros nos encontramos
con él,
en la espuma, en el bálsamo,
en la toalla seca.
Somos pañuelos, refugio,
la mirada de un perro,
somos el ronroneo de un gato,
luego guardamos en la mesa
de noche el retrato del otro.