Las exequias del PRI Daño irreversible
Con unas cuántas apreciaciones, personas que dedicaron su vida al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y consiguieron triunfos electorales que jamás volverán a ver, describieron en modo de exequias, la asamblea nacional que aprobó unos in-imaginados estatutos que propician las condiciones de reelección del dirigente nacional hasta por el resto de sus días. No importa si se trata de un dirigente competente, conciliador, ganador o, por el contrario, un presidente partidista incapaz, conflictivo, corrupto, cacique y poco hábil para garantizar un triunfo electoral. Peor aún, el dirigente nacional aprueba su reelección justo cuando por primera vez desde 1929, el partido que ha cambiado de nombre dos veces no ganó ninguno de los 300 distritos electorales federales para sus diputados.
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Es más, y con cierto dejo de nostalgia, este lunes la exdiputada federal Rebeca Terán Guevara recordaba la última gran mayoría de su partido en San Lázaro, la de 1994 aquella donde las huestes priistas aún conseguían cargos de elección popular, al grado de que era impensable que apenas unos años después, Morena les aplastaría, precisamente porque sus dirigencias dejaron de hacer su tarea. Es más, era impensable para 2015, el derrumbe de las estructuras institucionales que prevalecieron de 1929 a 2017 y que se fueron cayendo como fichas de dominó, en las elecciones de 2021 y 2024. En toda organización, quien más daño le hace es aquel dirigente que trabaja para sí mismo y no para los suyos.
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Bien dice el análisis de Diego Solís, postdoctorante en El Colegio de San Luis y académico en el Programa de Estudios Políticos e Internacionales, que el sistema de partidos ya está cansado y peor aún el diseño institucional de un partido tricolor que se ha venido desmoronando con dinámica de caída libre. En todos los Estados, las dirigencias perdieron el compromiso y los servidores públicos, sobre todo encargos legislativos, han tomado su desempeño como tricolores con una óptica de negocio personal, es decir, sus representados se les olvidaron desde hace años. Así viene la LXIV Legislatura local, en la que Sara Rocha y Frinné Azuara no necesariamente van para representar a sus militantes, sino para representarse a sí mismas en el cargo público. Adiós, otrora partidazo, ahora partidote. Sus propios dirigentes ya pronunciaron las exequias, y ni siquiera llegó al centenario. Pobre México, tan lejos de la buena administración pública, y tan cerca de políticos impresentables.
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Es una paradoja que a nivel país, se debilite el mercado laboral, según el análisis que realizó ayer el diario de circulación nacional El Financiero, y en cambio en el comercio y los servicios falte mano de obra. Algunos empresarios advierten que gran parte de la responsabilidad viene del relevo generacional, de jóvenes que quieren todo fácil y que cueste menos trabajo. El gran problema es que aspirar a la facilidad de ganar dinero, no promete futuro para los empleados de nueva incorporación. También es cierto que una de las causas más importantes, es la facilidad con la que un gobierno otorga dinero a jóvenes a cambio de votos. Un beneficio sin devengarlo por un trabajo, lejos de apoyar la juventud, está causando un daño generacional que para ellos será irreversible.
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Por el lado de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social estatal, en algo debe pensarse porque no hay indicios de capacitación a la gente de la dependencia. Es importante que el titular de la Secretaría del Trabajo, Néstor Garza, no lo deje pasar, porque un error de esta naturaleza en la administración pública, tiene implicaciones sociales.
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¡HASTA MAÑANA!
