Se cumplen 20 años de haber encontrado la Venus de Tamtoc

CIUDAD VALLES.- Han pasado 20 años del trompicón que pasó Guillermo Ahuja y que lo llevó a realizar el más grande descubrimiento arqueológico de la historia reciente en la Huasteca.

El 24 de febrero de 2005, en un México gobernado casi por entero por el PAN, el arqueólogo Guillermo Ahuja Ormaechea tropezó y por poco se cae de bruces con una piedra que sobresalía en uno de los frentes (sitios de búsqueda y exploración) del sitio de Tamtoc, en el municipio de Tamuín.

La paciencia de Ahuja por poco se extingue cuando preguntó por la piedra que estaba en ese terreno, tomando en cuenta que había mandado limpiar de restos no importantes el predio, en medio del sitio bordeado por pirámides, porque uno de sus colaboradores le dijo que la piedra “nomás no salía”, lo que, entre exploradores de vestigios quiere decir que podía tratarse de una pieza de algún valor.

Comenzó la excavación alrededor de la piedra y resultó que tenía una pared a la que no se le veía fin. Con el Jesús y todas las deidades prehispánicas en la boca, Ahuja ordenó una exploración más minuciosa que terminó con el descubrimiento de unas planchas quebradas y desordenadas durante miles de años, en medio de la más perniciosa humedad.

Siguió una pesadilla logística de amarres, ensambles, jaulas protectoras y esfuerzos sobre humanos para extraer de las entrañas de Tamtoc lo que parecía ser una pieza de relevancia única.

Para mediados de 2005, entre trabajos exhaustivos y un estrés que el café matutino acentuaba, se supo que era un calendario lunar el que estaban armando con la fuerza de palancas y poleas fabricadas ex profeso.

Esa tumba que databa del 900 antes de Cristo todavía tenía otra sorpresa: la Venus de Tamtoc, una reliquia pétrea que simbolizaba el túmulo de una sacerdotisa huasteca, escarificada y voluptuosa.

El plazo para develar el hallazgo pasó de octubre a noviembre de 2005 y hasta ahora, es uno de los hallazgos más importantes en la historia del país y no se diga de la Huasteca potosina.

La piedra o Monumento 32, como se les acuñó, es la representación de tres diosas decapitadas, cuya sangre alimenta los campos, a través de un marco de glifos que se refieren a la luna. Este hallazgo demuestra que la civilización huasteca de hace tres mil años tenía una calendarización de sus siembras mucho más compleja que otros grupos prehispánicos, de ese tiempo.

El tropezón de la tarde del 24 de febrero de 2005, que provocó que Ahuja regañara a todos sus colaboradores y que le concitaron a terminarse casi de jalón una cajetilla de cigarros Delicados hoy es el orgullo histórico más mencionado en la Huasteca.