Un elefante blanco, el Centro Cultural

Compartir:

Un elefante blanco, el Centro Cultural

A-AA+

CIUDAD VALLES.- El Centro Cultural sería un enfermo crónico-degenerativo si fuera una persona: la fuente de su plaza principal está derruida y desde hace años sin actividad; del lado derecho del frontispicio del teatro una loseta de gran tamaño está a punto de caer y una cinta de “no pasar” avisa que el peligro de la caída sería de muerte; la hierba mala crece en la plaza a placer, las cabañas de exhibición que muestran las viviendas tradicionales de los tének y los náhuas se estropearon por falta de mantenimiento y se cerraron al público y eso que el área tiene apenas seis años de haberse inaugurado. 

El Centro Cultural tiene 25 años de existencia y el museo Tamuantzán 23 y cada año se repite el argumento de que se buscarán recursos para arreglarlo y mejorarlo, pero pasan los años y el elefante pasó de ser blanco a ser un monumento al abandono. 

Yazpik Cáceres Márquez, director actual del recinto se paseaba por la parte frontal del teatro y se dirigió a la puerta sur del Tamuantzán que precisamente hoy cumple 23 años de haber sido inaugurado y explicó simplemente que no hay dinero para hacer las reparaciones generales (el interior del teatro está también en malas condiciones) y para convertir al Centro Cultural en un espacio más amigable. 

Por principio de cuentas, la fuente ya no se repararía porque sus motores están pegados y son obsoletos, no se consiguen esos modelos hoy en día, así que la idea es crear un escenario; habría que cambiar la asta bandera para que sirva la plaza como espacio multiusos y cercar todo el sitio que está expuesto a todo tipo de visitantes no tan deseables, como los trabajadores del sexo que pasean a sus alrededores en la noche. 

El funcionario trastabilla en su discurso y advierte que se han mandado solicitudes para conseguir un capital público que sirva para ayudar a ese centro en el que por cierto fue director el actual secretario de Cultura, Armando Herrera, casi al final de la década pasada, fechas en las que ya presentaba deterioros el inmueble completo, al que no se le ha podido dar una “manita de gato” para que no parezca un lugar abandonado.