La Tradición de la Transferencia de Poder en EE. UU.
Participación de candidatos derrotados en investiduras
En enero de 1981, Jimmy Carter asintió cortésmente hacia Ronald Reagan mientras el nuevo presidente republicano le agradecía al demócrata la ayuda de su gobierno después de que Reagan derrotara rotundamente a Carter en noviembre.
Veinte años antes, tras una contienda mucho más reñida, el republicano Richard Nixon estrechó la mano de John F. Kennedy y dio palabras de aliento al nuevo presidente demócrata.
Estados Unidos tiene una larga tradición de candidatos presidenciales derrotados que han compartido el escenario de la toma de posesión con quienes los vencieron, proyectando al mundo la transferencia ordenada del poder. Es una práctica que la vicepresidenta Kamala Harris reanudará el 20 de enero tras un paréntesis de ocho años.
Solo una vez en la era de la televisión —con su efecto amplificador de la expresión de un candidato perdedor— un candidato derrotado ha omitido este ejercicio. Ese candidato, el expresidente Donald Trump, partió hacia Florida tras un esfuerzo fallido por revertir su derrota, basado en teorías falsas o infundadas de fraude electoral.
Mientras Harris observa, Trump estará de pie en la escalinata oeste del Capitolio y será investido para un segundo mandato.
Estos son ejemplos de episodios en los que un candidato perdedor ha participado en un rito que Reagan calificó como "nada menos que un milagro".
2001: Al Gore y George W. Bush
El demócrata Al Gore admitió su derrota ante el republicano George W. Bush después de 36 días de batallas legales sobre los votos de Florida, que terminaron con un fallo dividido de la Corte Suprema para finalizar el recuento.
Pero Gore, el vicepresidente en el cargo, se uniría a Bush en la escalinata oeste del Capitolio un mes después, cuando el gobernador de Texas fue investido. Después de que Bush prestara juramento, él y Gore se dieron la mano, hablaron brevemente y sonrieron antes de que el demócrata regresara a su asiento aplaudiendo al himno presidencial, "Hail to the Chief".
Un decepcionado Gore aceptó el resultado y su función en demostrar la continuidad del gobierno, dijo su ex portavoz de campaña, Kiki McLean.
"Él podría haber deseado, ´Ojalá fuera yo quien estuviera ahí parado´", dijo McLean. "Pero no creo que Gore dudara ni un minuto que debía estar allí en su función de vicepresidente".
2017: Hillary Clinton y Donald Trump
La demócrata Hillary Clinton manifestó con franqueza su decepción al perder ante Trump en 2016, cuando —como Gore contra Bush— recibió más votos, pero no logró ganar la mayoría en el Colegio Electoral. "Obviamente, estaba destrozada", le dijo a Howard Stern en su programa de radio en 2019.
Al calificar al Día de la Investidura como "uno de los días más difíciles de mi vida", Clinton dijo que planeaba asistir a la juramentación de Trump por un sentido del deber, habiendo sido primera dama durante la presidencia de su esposo de 1993 a 2001. "Pones la mejor cara posible", dijo Clinton en el programa de Stern.
2021: Mike Pence (con Trump ausente) y Joe Biden
Hace cuatro años, Trump afirmó, sin pruebas, que su derrota ante el presidente Joe Biden estuvo marcada por un fraude generalizado. Dos semanas antes, los partidarios de Trump irrumpieron en el Capitolio, en un asedio violento destinado a detener la certificación del voto electoral.
En cambio, el entonces vicepresidente Mike Pence fue el rostro de la administración saliente.
"Claro, fue incómodo", dijo Marc Short, exjefe de despacho de Pence.
Aun así, Pence y su esposa se reunieron en privado con Biden y su esposa para felicitarlos en el Capitolio antes de la ceremonia, y escoltaron después a la recién juramentada vicepresidenta Kamala Harris y a su esposo fuera del Capitolio, como dictaba la tradición, dijo Short.
"Él expresó el reconocimiento de miembros de ambas cámaras y de ambos partidos", dijo.
1993: George H.W. Bush y Bill Clinton
Bush estuvo en la escalinata oeste del Capitolio tres veces para su juramentación —dos veces como vicepresidente y en 1989 para ser investido como presidente. Asistiría nuevamente en 1993 tras su derrota.
Se unió a Bill Clinton, el demócrata que lo venció, en la caminata tradicional hacia la escalinata este. Bush volvería triunfalmente a la ceremonia de investidura ocho años después como el padre del sucesor de Clinton, George W. Bush.
1961: Richard Nixon y John F. Kennedy
Nixon acababa de perder las elecciones de 1960 por menos de 120.000 votos en lo que fue la contienda presidencial más cerrada en 44 años. Pero el vicepresidente saliente se acercó a Kennedy con una amplia sonrisa, un apretón de manos y un audible "buena suerte" segundos después de la juramentación del demócrata ganador.
Nixon tendría que esperar ocho años para ser juramentado como presidente, mientras su oponente demócrata perdedor —el vicepresidente saliente Hubert Humphrey— observaba. Fue investido una segunda vez tras ganar la reelección en 1972, solo para renunciar después del escándalo Watergate.
1933: Herbert Hoover y Franklin D. Roosevelt
Como Bush, Hoover asistiría solo a una ceremonia de investidura como nuevo presidente antes de perder ante un demócrata cuatro años después. Pero la juramentación de 1933 del demócrata Franklin Roosevelt no sería la última de Hoover. Éste viviría otros 31 años, vería a cuatro presidentes más asumir el cargo y ocuparía lugares de honor en las dos ceremonias de investidura del republicano Dwight D. Eisenhower.
1897: Grover Cleveland y Benjamin Harrison
Cleveland, el presidente demócrata en el cargo, perdió la reelección en 1888 aunque obtuvo más votos populares que el exsenador de Indiana Benjamin Harrison. Pero Cleveland sostuvo el paraguas de Harrison mientras el republicano prestaba juramento durante una lluviosa ceremonia de investidura en 1889.
Sin embargo, tras ser elegido para un segundo mandato no consecutivo en 1892, Cleveland estaría solemnemente detrás de William McKinley cuatro años después, en la ceremonia de investidura del republicano de 1897, dejando la presidencia ese día tras perder la nominación de su propio partido en 1896.
Cleveland había sido el único presidente en ganar dos mandatos no consecutivos hasta la victoria de Trump en noviembre.
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