Cárcel uruguaya simula un pueblo

Educación y trabajo son las bases para lograr la rehabilitación de los presos

Cárcel uruguaya simula un pueblo

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Montevideo, Uru.- Rolando mira a sus cinco empleados mientras fabrican un bloque de hormigón tras otro. Luego consulta una tableta en la que recibe los pedidos de sus clientes y se comunica con sus proveedores.

La escena no tendría nada de particular si no fuera porque la fábrica está en una cárcel de las afueras de Montevideo. Que Rolando -además de empresario- es un preso, que sus empleados también lo son, que los bloques serán vendidos en el mundo libre y que parte del dinero alimentará una especie de banco administrado por los reclusos.

La fábrica de bloques es sólo uno de decenas de emprendimientos de la cárcel vieja de Punta de Rieles, un experimento social excepcional. Allí los presos son empresarios y trabajan tanto para otros reclusos como para el mundo exterior. 

Hay panadería, pizzería, restaurante, vivero, quinta, peluquería, almacén y un largo etcétera.

De los 510 presos, la mayoría trabaja o estudia, y algunos hacen ambas cosas. En total, 382 tienen un empleo y 246 estudian.

La cárcel está dirigida por Luis Parodi, un exguerrillero que abrazó la causa de la educación y la rehabilitación de los delincuentes. Cuando se le pregunta si en el mundo existe otra cárcel así responde: “Creo que no y me da miedo decirlo. Esto es la síntesis de 30 años de trabajo, lecturas, experiencias y fracasos”.

Uruguay tiene un grave problema carcelario. El número de presos no deja de aumentar y las últimas cifras lo sitúan en 11.000. Uruguay ocupa el lugar 28 entre 222 países del mundo por su cantidad de presos.