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Los bebés de la guerra

Estas madres palestinas en Gaza dieron a luz el 7 de octubre; así, sus hijos sólo han conocido un conflicto brutal

Por AP

Abril 08, 2024 03:00 a.m.

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Los cohetes cruzaban el cielo de Gaza la mañana del 7 de octubre cuando Amal al-Taweel se puso de parto y acudió a toda prisa al hospital del cercano campo de refugiados de Nuseirat. Tras un nacimiento difícil, ella y su esposo, Mustafa, pudieron por fin sostener en brazos a su hijo Ali, después de tres años intentando tenerlo.

Rola Saqer rompió aguas ese día cuando se cobijaba de los ataques israelíes en Beit Lahia, población gazatí cerca de donde los milicianos de Hamás habían sobrepasado la frontera horas antes en el ataque que desencadenó la guerra. Ella y su esposo, Mohammed Zaqout, llevaban cinco años tratando de tener hijos, y ni siquiera las terroríficas explosiones a su alrededor iban a impedirles ir al hospital para que naciera su bebé. Saqer dio a luz a Masa, que significa diamante en árabe.

Las familias salieron de los hospitales para encontrar un mundo cambiado. En el segundo día de vida de los bebés, Israel declaró la guerra a Hamás y sus cazas sobrevolaron los vecindarios donde se suponía que iban a crecer Ali y Masa. En los seis meses desde que nacieron, las parejas han experimentado las dificultades de la paternidad inicial en medio de un conflicto brutal.

Los ataques aéreos destruyeron sus casas y no han tenido un refugio fiable, ni acceso continuado a atención médica y suministros para los bebés. Los niños tienen hambre, y pese a todos los planes que hicieron sus padres antes de la guerra, temen que las vidas que esperaban dar a sus hijos se hayan desvanecido.

Saqer recordó la esperanza que tenía antes de la guerra. “Esta es mi única hija”, dijo, acunando con suavidad a Masa en una cuna. “Preparé muchas cosas y ropas para ella. Le compré un armario una semana antes de la guerra. También planeaba sus cumpleaños y todo. Llegó la guerra y lo destruyó todo”.

Cuando la familia se refugiaba en casa el 20 de octubre, las autoridades israelíes emitieron una orden de evacuación advirtiendo de un ataque inminente y dieron a los vecinos 10 minutos para marcharse.

“Tuve que evacuar. No pude llevarme nada, ni identificaciones, ni certificados de la universidad, ni ropa para mi hijo”, dijo Amal al-Taweel. “Ni siquiera leche, pañales y juguetes que había comprado para mi hijo”.

CAMPAMENTOS 

Como muchos de los que han buscado cobijo en la abarrotada Rafah, la familia Al-Taweel vivió en una carpa, donde se quedaron más de un mes.

“Fue la peor experiencia de mi vida, las peores condiciones en las que he vivido jamás”, dijo Amal Al-Taweel.

Ali, al que se le había diagnosticado gastroenteritis antes de que la familia huyera a Rafah, tenía vómitos y diarrea crónicos, síntomas de malnutrición que según la principal agencia de salud de Naciones Unidas ahora son habituales en uno de cada seis niños pequeños de Gaza. Está por debajo de su peso, apenas 5 kilos.

“Ni siquiera puedo alimentarme yo para alimentar adecuadamente a mi hijo”, dijo Amal al-Taweel. “El niño pierde más peso del que gana”.

La familia necesitaba ayuda y en febrero decidió regresar a la casa de los padres de Amal, en el centro de Gaza.

Cerca de donde vivían los Al-Taweel en Rafah, Masa y sus padres encontraron sitio en el campo de refugiados de Shaboura. Vivieron en una pequeña carpa que hizo la pareja cosiendo sacos de harina, explicó Saqer.

Cuando llovía se formaban charcos de barro en torno a la carpa y la zona siempre olía a aguas residuales. Hacer cualquier cosa requería hacer fila, de modo que ir al baño podía tomar horas.

Masa enfermó. La piel se le puso amarillenta y parecía tiene fiebre constante, con gotas de sudor en su pequeña frente. Saqer intentó amamantarla, pero no podía producir leche porque también ella estaba malnutrida. Le salieron llagas.

DE VUELTA

Las dos madres probaron suerte en el hospital Al-Aqsa una vez llegaron al centro de Gaza. Saqer tuvo suerte, los médicos allí le dijeron que Masa tenía un virus y dieron medicinas al bebé.

Pero a Amal le dijeron que Ali necesita una cirugía para una hernia que no podían realizar. Como la mayoría de los hospitales de Gaza, Al-Aqsa sólo hace cirugías de vida o muerte. 

Cuando las familias se plantean su futuro, no pueden imaginar que las vidas de sus hijos se acerquen a lo que habían planeado. Saqer dijo que incluso si su familia pudiera volver a su hogar en el norte de Gaza, sólo encontrarían escombros donde antes estaba su casa.

“Lo mismo que sufrí en Rafah, lo sufriré en el norte. Pasaremos toda nuestra vida en una carpa. Será una vida dura”.