Tribu de EEUU intenta volver a cazar ballenas

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Tribu de EEUU intenta volver a cazar ballenas

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Patrick DePoe cursaba la secundaria la última vez que su tribu tuvo permitido cazar ballenas. Iba sobre una canoa que recibió al equipo que jalaba el cuerpo de una ballena gris. Su taller de manualidades limpió los huesos y reconstruyó el esqueleto, que ahora se exhibe en un museo tribal.

Dos décadas después, él y la tribu makah _ los únicos indígenas norteamericanos con derecho por acuerdo a cazar ballenas _ esperan permiso del gobierno para volver a cazar como lo hicieron históricamente sus antepasados. La tribu, en el extremo noroeste de la península Olympic de Washington, espera utilizar las ballenas como alimento y para hacer sus artesanías, arte y herramientas de huesos para vender.

Los planes de la tribu se han visto envueltos en batallas legales y una serie de revisiones científicas. El próximo paso es una audiencia de una semana ante un juez de derecho administrativo que comenzó el jueves en Seattle. Cualquiera que sea el resultado, probablemente se demore por más impugnaciones legales, ya que los defensores de los derechos animales juraron bloquear la práctica que tacharon de innecesaria y barbárica.

“No debieron pasar 20 años para que estemos en donde estamos ahora”, dijo DePoe, miembro del consejo tribal. “Las personas preguntan cómo me hace sentir. Quisiera preguntarles: ‘¿Cómo te hace sentir que éste sea el proceso por el que tenemos que pasar para ejercer un derecho que ya fue acordado?’ Es un derecho por tratado. Es una ley establecida”.

En 1855, los makah, una tribu ahora conformada por unos 1.500 individuos, entregó 1.217 kilómetros cuadrados (470 millas cuadradas) de tierra a Estados Unidos bajo un tratado que les prometía el “derecho de tomar peces y de cazar ballenas o focas en las tierras donde acostumbra hacerlo”. Mataron ballenas hasta la década de 1920, y lo dejaron de hacer porque la caza comercial devastó la población de la ballena gris.

Para 1994, las ballenas grises en el océano Pacífico oriental aumentaron y fueron sacadas de la lista de especies en peligro de extinción. Al ver una oportunidad para exigir su herencia, la tribu anuncio que volvería a la caza.

Durante meses, los makah entrenaron en las formas antiguas de cazar ballenas y recibieron la aprobación de autoridades federales y la Comisión Ballenera Internacional. Salieron al agua en 1998, pero no tuvieron éxito hasta el siguiente año, cuando arponearon a una ballena gris desde una canoa de cedro tallada a mano. Un miembro de la tribu en una lancha de apoyo motorizada la mató con un rifle de alta potencia para minimizar su sufrimiento.

La caza provocó protestas de los defensores de animales, quienes a veces lanzaban bombas de humo a los cazadores y rociaban extinguidores de fuego en sus caras. Otras veces dirigían lanchas motoras entre las ballenas y las canoas para interferir en la caza. Las autoridades confiscaron varios buques y arrestaron a algunas personas.

El Tribunal de Apelaciones del Noveno Circuito revocó la aprobación federal de los planes de caza de ballena de la tribu. La corte halló que la tribu necesitaba obtener una exención bajo la Ley de Protección a Mamíferos Marinos de 1972.

“La familia makah y las tradiciones y rituales tribales asociados con su historia ballenera pueden continuar sin retomar la caza de ballenas”, dijo en un comunicado del jueves el Instituto de Bienestar Animal. “Los makah pueden, si así lo desean, atraer y educar a una cantidad incalculable de visitantes a sus tierras al promover el uso no letal de ballenas a través del avistamiento de ballenas”.

DePoe critica que grupos externos dicten qué necesita la cultura de su tribu. Recuerda el orgullo que sintió cuando el equipo makah tuvo éxito, la satisfacción de compartir el festín y el sabor de la carne de ballena.

“Tengo un hermano menor veinteañero”, dijo DePoe. “No lo recuerda. Espero que un día lo pueda experimentar”.