Un año después del gran tornado, La Habana levanta cabeza

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Un año después del gran tornado, La Habana levanta cabeza

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Un año después del devastador tornado en La Habana, que dejó siete muertos, más de 200 heridos y casi 8.000 viviendas destruidas total o parcialmente, hay afectados que dan gracias por "estar vivos", mientras otros sufren por las pérdidas materiales aún sin recuperar.

En solo 16 minutos el potente tornado recorrió 11.5 kilómetros de los municipios de Regla, Guanabacoa, Habana del Este, Cerro y Diez de Octubre, en los que destrozó edificaciones y vehículos, sembró el pánico y provocó un fuerte impacto en miles de vecinos.

Un azote cuyas consecuencias movilizaron a instituciones estatales y a la espontánea iniciativa ciudadana, que volcó sus esfuerzos en la recuperación y el auxilio a los miles de damnificados a principios de un año en el que se festejó el 500 aniversario de la capital cubana.

PAISAJE TRAS EL AZOTE

Tras la noche fatídica del 27 de enero de 2019, los residentes en las barriadas azotadas se enfrentaron a un impresionante panorama de destrozos y se vieron ante el reto de reconstruir y retornar a su vida cotidiana.

La luz del día descubrió más de lo imaginado: viviendas reducidas a escombros, otras sin techo, con paredes desmoronadas y graves averías en su estructura; árboles, postes del tendido eléctrico y de telefonía sobre el asfalto, automóviles arrastrados, volteados y aplastados, y mucho más.

En el sector estatal, el tornado provocó daños en centros de salud, decenas de escuelas, guarderías infantiles y numerosas empresas.

El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, movilizó de inmediato a su Gabinete gubernamental y comenzaron acciones urgentes para restablecer servicios básicos como el suministro de agua, de electricidad -a medio millón de personas- y de las comunicaciones.

Una de las prioridades fue la entrega de materiales para reconstruir las viviendas que el Estado decidió vender a mitad de precio a los damnificados y enviar gratis a brigadas de obreros para acelerar la reparación de los inmuebles dañados, situación que dejó a unas 10.000 personas desplazadas.

Unos fueron alojados en albergues estatales, otros contaron con la acogida temporal de familiares y vecinos, mientras algunos prefirieron permanecer en los espacios de sus casas que los vientos del tornado dejaron en pie.

ENERO 2020

Entre ellos, Ricardo Ángeles, quien ahora cuenta que vive en la zona El Roble, del municipio de Guanabacoa, uno de los más afectados por el tornado.

"Ya la casa está arreglada. Mi esposa vivía en un albergue y la pasaron a un nuevo edificio. Allí vivo con ella, mi hija y mis cuñadas. Nos dieron departamentos con televisor, cama y de todo", relata a Efe.

Distinta suerte ha tenido el matrimonio de jubilados formado por Miguel Prieto y Norma Viera, residentes en la popular barriada de Lawton.

"Pasamos bastante trabajo para que nos dieran los materiales. Al fin nos los dieron. Logramos hacer algunas reparaciones", pero dicen que no han podido concluir las obras por no contar con recursos financieros.

"Somos los dos retirados, cobramos muy poco dinero y actualmente las cosas valen muy caras, incluido el trabajo de los albañiles", refiere Prieto, y explica que no ha podido reponer los cristales rotos de las ventanas de su vivienda porque "no dieron reposición de ningún tipo y están carísimos en la calle".

"El problema es que el dinero que percibimos por nuestra jubilación -unos 300 pesos (equivalentes de 12 dólares) cada uno- apenas nos da para comprar la comida, pagar los gastos normales de la casa", se queja este afectado de 70 años.

"Con 24 dólares no se puede vivir", una pensión que solamente le alcanza "para subsistir" con la cartilla de distribución de alimentos que subvenciona el Gobierno.

En el caso de Francisco Alberto, de 86 años, un año después ha podido reparar su casa con la ayuda del Estado, que le ha facilitado "los materiales, las maderas, los cristales, a precio módico, barato. Así fue la lucha. Por lo menos estamos vivos".

De acuerdo con los últimos datos disponibles, el 60 % de las más de 7.800 viviendas afectadas de manera parcial por el tornado ya habían sido reparadas en marzo pasado.

INSÓLITA MOVILIZACIÓN DE SOLIDARIDAD

Desde que se conoció la noticia de la devastación por el paso de un tornado, cubanos y extranjeros se movilizaron a través de las redes sociales, en negocios privados y en instituciones estatales, para organizar colectas en apoyo a las personas perjudicadas con dinero, ropas, alimentos y otros artículos de primera necesidad.

Las autoridades instalaron lugares determinados para recolectar los donativos y dispusieron de una cuenta bancaria para realizar los depósitos destinadas a los afectados.

Varios negocios de gastronomía privados enviaron comida a los damnificados y organizaron la recolección de ropa, velas, alimentos en conservas, agua embotellada, sábanas, toallas y mantas.

Instituciones, organismos estatales y organizaciones sociales -entre ellas la Universidad de La Habana y la Oficina del Historiador de la Ciudad, entre otras muchas- junto a estudiantes, deportistas y artistas también contribuyeron con donaciones y brazos para colaborar en los trabajos de recuperación.

Etiquetas como #FuerzaHabana, #JuntosPodemos, #FuerzaCuba acompañaron las publicaciones de los internautas en las redes sociales -muchos de ellos jóvenes- que se solidarizaron con los pobladores afectados e invitaban a sumarse.

UN FENÓMENO INUSUAL

Salvo el azote de varios huracanes, La Habana no recordaba haber sufrido el embate de un tornado de tal magnitud -de categoría EF-4, con vientos de más de 300 kilómetros por hora- solo comparable al registrado por el Instituto de Meteorología local el 26 de diciembre de 1940 en la localidad de Bejucal, de la actual provincia de Mayabeque, vecina de La Habana.

Esta vez, los especialistas explican que una situación climatológica inusual dada por la formación de tormentas eléctricas por delante de un frente frío acompañado de fuertes vientos y lluvias fue lo que propició la aparición de un tornado de gran intensidad.

Tocó tierra entre el barrio Martí y el Casino Deportivo, en el municipio Cerro, y después siguió azotando severamente a los municipios Cerro, 10 de Octubre, Regla, Guanabacoa, y parte de Habana del Este, por donde salió al mar.