NUESTROS DESTROZADOS ÁRBOLES URBANOS

¡Llega la primavera! En árboles y arbustos la savia fluye por sus tallos y ramas, aparecen los primeros brotes verdes. Los nobles árboles de la Ciudad nos dan sombra, reducen el calor ambiental, nos protegen de los rayos ultravioleta, tan dañinos a la piel. También amortiguan el ruido del tráfico, generan oxígeno, frenan el viento, filtran el polvo y contaminación. Sin olvidar que son seres vivos, con protección legal y lugar de anidación de aves urbanas y migratorias.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda que cada habitante de una ciudad tenga acceso a 9 metros cuadrados de áreas verdes saludables. La vegetación arbórea es tan importante que en México existe la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable. Donde se indica la técnica de poda sin daño, y la protección de árboles monumentales (Favor de verificar en Internet) Igualmente aplican las leyes del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente. Todos pareciéramos estar de acuerdo. ¡Sin embargo, los destruimos brutalmente!
En banquetas y camellones vemos árboles con sus ramas cortadas, que los desbalancean peligrosamente, o sus copas podadas en absurdas formas cuadradas. Montones de tocones secos en los camellones son evidencia de tan destructivas talas con las motosierras. La jardinería urbana se ha convertido en podar o cortar, y así, se siguen con todas las plantas de camellones y glorietas; magueyes, cactus, yucas, arbustos para demostrar que se hace “mantenimiento”. Las motosierras, originalmente adquiridas para facilitar la poda, parece que han ocasionado burocratización y falta de profesionalismo en sus empleados.
El pasto se poda al ras y los suelos, desnudos de césped están compactados; el agua de las pipas de riego ya no penetra a las raíces y muchas plantas se secan. La imagen de la ciudad se ha convertido en automóviles, cemento agrietado, asfalto y postes con bosques de cables negros.
Investigando, encontramos que en las colonias ha surgido un lucrativo negocio ecocida: La poda a casas particulares. Supuestos jardineros, en camionetas sin logotipo, solicitan a los dueños de casa podar sus árboles alegando (extorsionando) que el Municipio podría multarlos por romper la banqueta o dañar los cables de luz. Ninguna autoridad los desmiente. Peor aún, las ramas podadas permanecen en las banquetas generando fauna nociva y las hojas se colocan en bolsas dentro de las cuales, sin aire, la materia vegetal se pudre de manera anaeróbica, generando olores, gases de efecto invernadero (como metano y biogás) y líquidos lixiviados. (Por favor, que algún químico me desengañe, si esto no es cierto)
La jardinería urbana no sigue ningún criterio. Parece que quienes están a cargo de las áreas verdes tienen otra agenda, donde árboles y aves urbanas son solo materiales despreciables a desechar. Pese a que en nuestra universidad se imparten las carreras de biología y agronomía; ni los académicos, investigadores o alumnos asesoran u opinan públicamente sobre esta problemática ecológica; lo cual sería su obligación, pues son financiados por nuestros impuestos.
¿Por qué esa aversión a la naturaleza? En todas las ciudades del primer mundo valoran mucho la vegetación urbana y es un lujo conocerla y protegerla. Cuando un árbol resquebraja la banqueta, es mejor agrandar el agujero o reparar el cemento. ¿Por qué esa actitud prepotente de jardinería y silencio cómplice de las autoridades e instituciones de protección ambiental? Árboles y animales silvestres pertenecen a todos; no son objetos a disponer. Ni autoridades ni sus directores son dueños del patrimonio ecológico de la Ciudad. Estos artículos ecologistas quedarán en la hemeroteca de Pulso y en un futuro se sabrá quienes y en que administraciones ignoraron estas verdades evidentes y permitieron tal destrucción patrimonial. Tal vez sus hijos o nietos se lo demanden.
? El negocio de la poda hace que en las calles se vean arboles destrozados. Sin sus ramas ni hojas se enferman y mueren, permaneciendo en las banquetas, secándose por meses. Ningún diagnóstico ni responsable del destrozo que a todos nos costará millones en impuestos, para reponer la vegetación, comprando árboles en los viveros.
Plaza Fundadores. Originalmente era una encantadora arboleda. Recordamos con tristeza a los “Laureles de la india” (Ficus
macrocarpa). Los últimos árboles centenarios talados porque “levantaban la banqueta” del estacionamiento. Cayeron con nidos y polluelos. La plaza es ahora un enorme comal de cemento (¿Quién decidiría eso?) Se violo la ley de protección a los árboles monumentales.
(Fuente: vuelomagazine.com.mx)
Derribos en calle Arista. Se dijo que tenían plagas o resquebrajaban la banqueta, pero era que se vieran los anuncios publicitarios; la empresa convenció a los jardineros. La ciudadanía presentó quejas, pero fueron ignoradas. (Fuente: sanluisalinstante.com.mx) mayo 2, 2014.
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