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Ataques con ácido ¿Una cuestión penal?

Por Francisco Salazar Soni

Mayo 20, 2021 03:00 a.m.

Vitriolo: Nombre que se daba

antiguamente al ácido sulfúrico.

Ataques más reiterados con aquellas sustancias químicas que están al alcance de cualquiera, ácidos, álcalis, corrosivas o inflamables que producen lesiones en una persona al contacto con su piel parcial o totalmente, daños irreversibles las más de las veces. Ácido sulfúrico, que se obtiene del ramo automotriz, el ácido nítrico y clorhídrico más común como producto de limpieza, una “arma eficaz”, de uso práctico por delincuentes, que está pasando desapercibido. 

Desde el siglo pasado que los Carteles de la droga usan ácidos y sosa cáustica para deshacerse de sus enemigos, hasta hace poco relativamente que el mundo supo y se horrorizo con El Pozolero (un ex albañil sinaloense que disolvió en ácidos a más-menos 300 cuerpos dentro de la disputa y fractura del Cartel de los Arellano Félix en Tijuana). La finca en donde ejercía su “faena”, -La Gallera-, se convirtió en sinónimo de campo de exterminio, al día de hoy se puede leer en una placa: “se calcula que en estas fosas se encuentran 17 mil litros de restos humanos desintegrados en ácidos”.

No obstante, el uso de ácidos sigue siendo una forma de disolver cuerpos como un método de desaparición de personas en forma práctica. Pero a la vez, se está utilizando el ácido como una “arma” simple de ataque, dominio y de control, no de aniquilación, en contra de quien sea por cualquiera. De fácil obtención, transportación y de difícil detección por parte de la policía, no es un arma prohibida ni de fuego, cualquiera puede obtener acceso de hasta 25 litros de ácido.

Un ataque que en México se centra principalmente en las mujeres (enfocado como una cuestión de violencia de genero), sin estadísticas confiables de cuántas mujeres ha sufrido este tipo de ataques, ya que quedan en las carpetas de investigación como lesiones en general, incluso mal clasificadas como aquellas que tardan menos de quince días en sanar. 

Han intentado a nivel legislativo local crear un tipo penal autónomo y que sea considerado un delito grave que dé lugar a la prisión preventiva oficiosa, sin resultados. Lo que han logrado es mayor penalidad, de entre cinco y doce años en algunos códigos: “cuando las lesiones se produzcan dolosamente mediante el uso de ácidos, sustancias corrosivas, o químicas o flamables”. La lesividad de la conducta la encuadran en que deje daño físico, motriz, psicológico o económico, agravando la conducta cuando sea el daño en cara, cuello, brazos, mano o afecte la funcionalidad de los órganos sexuales. Algunos legisladores inclusive, han propuesto que sea un de delito de persecución federal, no entiendo el por qué o para qué.     

Evoluciona el ataque con ácidos, así como la extorsión empezó a ampliarse de la amenaza verbal a ataques con disparo de arma de fuego, incendio y robos, ahora el amedrentamiento del uso de ácido al extorsionado y sus familiares, como mecanismo de control, castigo y de venganza. El mensaje es más que claro, desfigurar, mutilar y torturar. La vía penal de persecución aparece como una forma de combate ante ésta  conducta criminal, pero es reaccionaria, no preventiva.

TAPANCO: El ataque con ácido “agua fuerte”, es antiquísimo, empezó como una tradición y cuestión entre mujeres para atacar a sus maridos infieles. Una mujer sicaria llamada “La Vitrioleuse”, perpetraba la materialidad del acto, un crimen de pasión por encargo en contra del marido infiel o su amante. El gran criminólogo Rafael Garofalo ya mencionaba en su obra el ataque con ácidos: “amantes desgraciados o engañados desfiguran el rostro de las jóvenes”.   

Francisco.soni@uaslp.mx 

twitter: @franciscosoni