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Berrinche

Por Jorge Chessal Palau

Mayo 20, 2024 03:00 a.m.

A

Escribo esta columna que llega a las manos de sus lectores un día antes, el domingo diecinueve de mayo. A esta hora ya se efectuó la marcha de la llamada “marea rosa” en el zócalo de la Ciudad de México y falta poco para que se lleve a cabo el tercer debate entre Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Á. Máynez y, por supuesto, antes del teatro guiñol mañanero que cada día se presenta en palacio nacional. Por eso no puedo saber de que tamaño será el berrinche presidencial luego de estas dos últimas cuestiones, aunque ya me imagino que la comida dominical no debe haber sido muy tranquila y tan solo puede haber sido un preludio de lo que hoy pase en la mañanera.

Un berrinche puede ser definido como un estallido emocional respuesta a una frustración. Ya en otras ocasiones hemos podido constatar que el umbral de tolerancia del señor López no es precisamente amplio.

Dice el refrán que el pez por su boca muere y, en el caso de López, su boca sabe ser grande y sin contención. El sábado pasado el señor López, en su gira a Tapachula, Chiapas, dijo: “Desde mil novecientos ochenta y tres hasta finales del dos mil dieciocho, estamos hablando cerca de treinta y seis años que los exmandatarios y sus aliados solamente se dedicaron a saquear al estado de Chiapas y a México. Son unos viles ladrones.”

En esa lista de gobernantes chiapanecos calificados presidencialmente como “viles ladrones” están Manuel Velasco Coello del partido Verde, uno de los grandes aliados de Sheinbaum y del propio López; Pablo Salazar Mendiguchía, colaborador del círculo cercano a la candidata presidencial de MORENA y Eduardo Robledo Rincón, padre de Zoe Robledo, Director del Instituto Mexicano del Seguro Social.

Indudable que habrá reclamos y consecuencias, aunque sea el la intimidad palaciega y no públicamente.

O por hablador, porque dijo las cosas sin pensar o por sincero, porque en efecto sean “viles ladrones”, lo cierto es que este hecho viene a sumarse a los otros, marcha y debate que nos garantizan que la mañanera del veinte del lunes sea tal vez de las más memorables porque veremos un López frustrado.

López hizo todo lo posible porque la marea rosa no llegara al zócalo: ordenó bajar la bandera nacional y, gracias a un amparo promovido por el abogado Juan Mata Vadillo, un Juez de Distrito ordenó que ondeara a toda asta; por otro lado el gobernante citadino, Martí Batres, intentó disuadir el paso al zócalo de los manifestantes con vallas y otras triquiñuelas, pero falló.

El destino es cruel y no admite manotazos ni instrucciones. Simplemente las cosas suceden como deben suceder.

La soberbia es el pecado favorito del diablo y soberbio es el gobernante que supone que su pretendida superioridad moral está por encima de todos y de todos y que se puede pisotear la ley, a las instituciones y a las personas sin consecuencias.

Sin embargo también hoy habrá voces defendiendo a la transformación que ha precarizado al país; serán corifeos que alabarán a López, a Claudia y minimizarán a la oposición. No nos extrañemos pues, como dijo Jonathan Swift: “La ambición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles. Por eso, para trepar, se adopta la misma postura que para arrastrarse.”

Lo cierto es que aun falta camino por andar. Si buen las encuestas dan por vencedores a todos, dependiendo de quien la pague, será hasta que se tenga el cómputo del proceso y se valide esta riesgosísima elección que podamos saber si la democracia regresa o continúa el autoritarismo.

Previsiblemente y, gane quien gane la presidencia, el Congreso de la Unión es la joya de la corona, donde tendrá que haber acuerdos y alianzas sí o si y no solo de un lado; se necesitaran adversarios para completarlas.

Termino con una frase de Charles De Gaulle: “He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos”

Hay que votar, es la suerte de México la que se juega. Y que haga otro berrinche López, ya está acostrumbrado.

@jchessal