Cetros y bastones
No hubo sorpresas. Muy atrás quedaron Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Gerardo Fernández Noroña, Ricardo Monreal y Manuel Velasco. La candidata oficial es Claudia Sheinbaum. Con cambios, como que el método haya sido “mediante encuestas”, esta semana (sobre todo) se han retomado conceptos con los que se hacía referencia al PRI cuando este era partido único o dominante: “el dedazo”, “la unción”, el bastón de mando “indígena”, “la cargada”, etcétera.
Unod dicen que estas referencias son “simplistas”, que los tiempos políticos han cambiado, pero en esta ocasión el mismo presidente los adelantó y antes de las “precampañas” que marca la ley hemos vivido procesos que si no son los mismos algo se parecen. Imposible no recordar a Mario Vargas Llosa y las opiniones con las que hizo enojar a Octavio Paz, o la frase que condensa la novela El gatopardo de Lampedusa. Si antes era “el que se mueve no sale en la foto” ahora “las corcholatas” debieron moverse, aún no sabemos a qué costo económico. En el otro lado la disciplina se demostró mediante las “declinaciones” públicas en pro de la “unidad” (multi)partidista.
La estafeta en forma de “bastón de mando” le fue entregada personalmente a la “aún no candidata” por el Presidente. Publicó ella en Twitter: “Les comparto el momento de mi lectura y juramento de nuestros principios al recibir el bastón de mando de las manos de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México para, a partir de ahora, coordinar el movimiento de defensa de la Cuarta Transformación. Es un honor estar con Obrador”.
Forma es fondo. Mucho se ha discutido sobre el “bastón de mando”, y lo cierto es que más allá de si su uso y origen es virreinal u originario es algo inédito que el presidente, meses antes de terminar su mandato, le entregue un símbolo de continuidad a la (virtual) candidata de su partido. En los tiempos del partido hegemónico (¿desde la década de 1960?) también se entregaba, pero de parte de representantes (supuestos o reales, eso es otro cantar) de comunidades indígenas u originarias.
Como siempre me quedo con dudas y solo comparto algunas de ellas. De lo que leí esta semana hay mucho material sobre ritos, mitos y comportamientos que debería ser analizado a fondo. Por ejemplo, la parte ritual de la entronización del tlatoani y el cazonci. en un artículo de Daniel Alatorre para la revista Relaciones del Colmich (2020). No había “pase” de poder porque las ceremonias eran generalmente por herencia de un padre recién muerto a un hijo educado para ese momento. Los símbolos entregados eran referentes a dioses, guerra, política y religión. Cita a Silvia Limón, quien “concibe los ritos como un conjunto de acciones significativas concatenadas que están reglamentadas; que guardan un orden específico y están determinadas por la costumbre”.
Aunque no nos guste, y haya tantos arrebatos y ocurrencias, estamos en la política, con sus personas de buenos propósitos o no. Reconocer lo bueno, criticar lo malo o lo pésimo de cada administración es cuestión de ética. Hay errores de varios calibres. Les comparto fragmentos de un poema de Wislawa Szymborzka:
Somos hijos de la época,
la época es política.
Todos tus, nuestros, vuestros
asuntos diarios, asuntos nocturnos
son asuntos políticos.
Quieras o no lo quieras,
tus genes tienen un futuro político,
tu piel tiene una tonalidad política,
tus ojos un aspecto político.
Lo que dices, resuena,
lo que callas, tiene un sentido
de todas las formas, político.
Los poemas apolíticos también son políticos,
y en lo alto brilla la luna,
un objeto ya no lunático.
Ser o no ser, he aquí la cuestión.
Qué, pregunta, dime, cariño.
Una pregunta política.
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