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Charlatanería y la monetización de la realidad

Por Marco Iván Vargas Cuéllar

Agosto 31, 2023 03:00 a.m.

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La calidad de nuestros procesos políticos -no solo los electorales- depende en gran medida de las percepciones y de la información con que cuenta la ciudadanía y los actores políticos para interactuar en estos procesos. Desde que las democracias son democracias, ha existido una relación directa entre la información que posee la ciudadanía y los procesos políticos que detona a través de su participación.

En las siguientes líneas trataré de explicar cómo es que la evolución en el consumo de información política a través de internet y redes sociales, y el funcionamiento de la monetización -como la posibilidad de generar ingresos a partir de actividades en plataformas y redes sociales-, han afectado la posibilidad de que la ciudadanía pueda acceder a información libre, auténtica y objetiva: a la verdad. Lo que en última instancia afecta a la calidad de los procesos políticos. Vamos por partes.

Lo que ha cambiado en el tiempo es la manera en que nos informamos. Según datos de la “Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares” (ENDUTIH 2022), desde el año 2015 al año 2022 hay más usuarios de telefonía celular e internet que de computadora. Estos datos son confirmados por el “18° Estudio sobre los Hábitos de Personas Usuarias de Internet en México 2022” elaborado por la Asociación de Internet MX. En este estudio se demuestra que actualmente existen unos 89 millones de internautas en México lo que representa el 75% de la población de 6 años o más en nuestro país. Parte de este crecimiento está relacionado por la reconfiguración del gasto en los hogares y el surgimiento de nuevas necesidades digitales derivadas del confinamiento por la pandemia.

En lo referente a las actividades que se realizan en línea, solo el 21.9% de la población encuestada reporta que emplea el acceso a internet para leer y ver contenido relevante. Sin embargo, estos estudios confirman también que las redes sociales muestran una adopción casi total entre las personas usuarias de internet de nuestro país. El acceso a redes sociales y plataformas se reporta en un 87.2% mientras que el intercambio de mensajes instantáneos se reporta en un 88.4%. Quienes saben interpretar esta información entienden que es más probable que las personas adquieran determinados mensajes si estos son distribuidos a través de mensajería instantánea y redes sociales. La probabilidad de que un mensaje sea adquirido por la población objetivo a través de la búsqueda de información -pensemos por ejemplo en un portal de noticias- es muy baja. Son datos duros. Dicho de otra manera, si quieres que algo sea visto, debes mostrarlo en redes sociales o distribuirlo en mensajería instantánea.

¿Cómo es que la monetización puede afectar la manera en que las personas conocen la realidad? La monetización en redes sociales se refiere a un proceso mediante el cual los usuarios y creadores de contenido pueden ganar dinero a partir de sus actividades en esas plataformas. A lo largo de los años, las redes sociales han evolucionado más allá de ser simples plataformas de comunicación para convertirse en espacios donde las personas pueden compartir contenido, interactuar con otros y, en algunos casos, obtener ganancias económicas. 

Pensemos en un portal electrónico de noticias o en algún “influencer”. Para maximizar los ingresos por publicidad, algunos creadores de contenido pueden recurrir al uso de titulares sensacionalistas o contenido engañoso para atraer la atención de los usuarios. Esto puede incluir la difusión de información incorrecta o exagerada con el fin de aumentar el número de clics en sus enlaces, o aumentar su cantidad de seguidores, lo que a su vez genera más ingresos publicitarios. El tráfico que se genera en sus portales y la cantidad de reacciones suelen ser usados como datos para “vender” una imagen de la capacidad de penetración que puede tener un medio o una persona. ¿Pero qué ocurre cuando esta aparente percepción de potencia y cobertura está basada en “clickbaits” (titulares engañosos o sensacionalistas) y en contenido viral?. La realidad ya no es tan relevante, lo que importan son los números para vender más. Charlatanería pura.

Irene lozano escribió hace un par de años un texto titulado “Son molinos, no gigantes. Cómo las redes sociales y la desinformación amenazan a nuestra democracia”. En esta obra se advierte que existen otros impulsores de la desinformación además del interés económico, a saber: los intereses de origen político o los ideológicos. En última instancia, quienes promueven la desinformación política, buscan “provocar sentimientos negativos contra determinados actores o instituciones, ampliando las posibilidades de obtener, mantener o usurpar el poder político, mediante la reducción de la racionalidad y de la calidad del debate público”.

Mención aparte merecen quienes predican una verdad desde la deshonestidad intelectual, pero de eso nos ocuparemos en otra entrega. Lo que hoy quiero proponer es una llamada a prestar atención sobre la manera en que determinados sistemas de intereses muestran información política sesgada a la población. Sea para monetizar o para generar reacciones electorales, la ciudadanía se encuentra cada vez más expuesta a estos detractores de la verdad. Y aun así, la razón debe imponerse.

X (antes twitter). @marcoivanvargas