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Cinco siglos

Por Alexandro Roque

Agosto 15, 2021 03:00 a.m.

El 13 de agosto de 1521 fue la caída de la gran Tenochtitlán, y allí, donde el águila paró, con una maqueta del templo mayor, un espectáculo de luces y muchos discursos, fue conmemorado lo que se llamó oficialmente “500 años de resistencia indígena”. Cinco siglos, medio milenio de lo que antes en los libros de texto se llamaba “La Conquista”.

Mucho se silencia desde el Estado, y la “verdad histórica” no suele ser la verdad a secas. Buena parte de nuestro pasado fue destruido en códices y testimonios, cambiado por las versiones de los conquistadores, y parte de nuestro presente es negado o silenciado, mientras los políticos siguen queriéndose pasar de vivos con las representaciones indígenas.

Lo del cambio de nombre a eventos o personas también es todo un tema. Nombrar como creación del mundo, narrar como puesta en movimiento. Hace no mucho el Gobierno Federal conmemoró los 700 años de “la fundación” de Tenochtitlan, que en realidad parece fue en 1325. El árbol de la noche triste ahora es el árbol de la noche victoriosa, Guaxcamá es hoy Villa Juárez y Tenochtitlan es el eje del discurso oficial, aunque en ese ayer había muchas naciones y culturas en el territorio hoy conocido como México. 

La lectura justifictoria y políticamente interesada de la historia ha hecho que estos días surjan opiniones profundas o pueriles, y hasta deplorables como la del partido ultraconservador español Vox, que tuiteó: “Tal día como hoy de hace 500 años, una tropa de españoles encabezada por Hernán Cortés y aliados nativos consiguieron la rendición de Tenochtitlán. España logró liberar a millones de personas del régimen sanguinario y de terror de los aztecas”. 

Este festejo de luces y representaciones de “lo nacional”, con el Zócalo a reventar, se da mientras la pandemia sigue creciendo, entre hospitales saturados y poco  presupuesto, con irresponsabilidad social y falta de protocolos. El semáforo epidemiológico se descompuso hace varios meses, no se sabe ya cuántas vacunas se han administrado por estado, y todo es según el color del partido político con que se mira: la Federación dice rojo y el Gobierno de la CdMx dice naranja. Es rojo, dicen las estadísticas; es un pantone menos, responden los gobiernos estatal y federal.    

SLP se quedó a una décima de pasar a rojo, lo cual quiere decir que estamos en rojo pero no lo quisieron reconocer. Ayer, de cifra en cifra, hubo 813 nuevos contagios confirmados y 10 muertes; el viernes fueron 745 casos nuevos y 9 defunciones; el jueves, 813 positivos y 10 decesos. Las gráficas oficiales muestran un ascenso casi vertical en la llamada “tercera ola” para un total de casi 250 mil muertes en México y casi 6 mil en San Luis Potosí, y eso sólo las confirmadas oficialmente.  

En salud y otros servicios, el deporte favorito de los tres niveles de gobierno es el ping-pong o tenis de mesa: aventarse la pelotita mientras los de a pie la padecemos. En lo local, el fraude de la presa el Realito nadie lo quiere solucionar, se escamoten hectáreas en la reserva de la sierra de San Miguelito y el Hospital Central sigue en crisis a pesar del cambio de administración a INSABI. “No ha salido el cheque”, le dice a la Cruz Roja potosina el secretario de Finanzas desde hace cuatro meses. Mientras, las nóminas secretas de varias dependencias siguen intocables y puntuales para los “amigos” del régimen. 

El regreso a clases presenciales para el 30 de agosto ha motivado declaraciones desafortunadas, por decirlo de manera educada. Pareciera que nadie se acuerda de las 3V para el retorno (en verde, voluntario y vacunados) y lo importante es regresar, no importa cómo. De tanta prisa se ha caído en sugerir lo contrario a la prevención: comer dentro de las aulas o un ejercicio de inflar y reventar globos. Hasta en el volante que sacó el Gobierno dice: “En el mundo no existe evidencia de epidemia por Covid-19 en menores de edad”, cuando este sábado se reportó en SLP la intubación de una jovencita de 14 años y dos bebés hospitalizados. Que la mayoría sean asintomáticos no significa que no puedan contagiar, y que no pueda haber casos graves o incluso muertes.  

Como docente quiero regresar, y se puede, como dice el epidemiólogo de la UASLP Andreu Comas. Pero hay que hacerlo bien, hay experiencias exitosas. Además de haber tenido que adecuarse “en friega” a las plataformas para no interrumpir sus labores desde abril de 2020, y ahora tener que ir a limpiar y adecuar las aulas, el personal docente enfrenta la precipitación, la incertidumbre y la incomprensión de una parte de la sociedad. La declaración desafortunada de esta semana fue del gobernador electo Ricardo Gallardo, quien apoya el regreso de los docentes “porque ya tuvieron muchas vacaciones”. Una carta responsiva de los padres y gel para las manos no son suficiente garantía. 

De regreso a Tenochtitlan: en sí misma, la idea de una maqueta monumental no es mala, por su interés didáctico. Lo cruel es ignorar o descuidar lo vivo, las otras tantas voces que habitaban y habitan este territorio al que hoy llamamos país. Hay que hablar de otras herencias (española, sí, pero también negra y china), de regiones y áreas culturales, de otras magias. Poco se ha mencionado que los mexicas también eran chichimecas, que obedeciendo la voz de Huitzilopochtli partieron de Aztlán al sur en busca de un águila devorando una serpiente.

Para el debate: ya se ha hablado de crear un estado huasteco que se escindiría de SLP, Tamaulipas, Veracruz e Hidalgo. Quizá sea tiempo de retomar la idea. El resto de San Luis Potosí podría renombrarse como Chichimecatlalli, ¿cómo ven?

Hoy es día de Nuestra Señora de la Asunción de Tlaxcalilla, patrona del pueblo de indios del mismo nombre. Mañana es día de San Roque y con la columna de hoy cumplo cinco años en este medio potosino, los domingos, cual hojita parroquial. Vayamos jubilosos. (Y con cuidado extremo.) 

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