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COMPRIMIDOS Y MÁS COMPRIMIDOS

Por Juan José Rodríguez

Marzo 11, 2021 03:00 a.m.

Si Santiago Nieto Castillo, titular de la temible Unidad de Inteligencia Financiera, no es un bromista de muy mal gusto, estaríamos ante la posibilidad de que en el corto plazo las cabezas del gallardismo enfrenten la justicia por diversos delitos, ingresando en prisión, prófugos o litigando para llevar sus juicios en libertad. En los últimos meses Nieto Castillo ha señalado en por lo menos tres ocasiones, personal y directamente o a través de filtraciones mediáticas, que hay varias investigaciones en contra de los Gallardo, así como contra una decena de empresas privadas, la mayoría de las cuales son propiedad de Gallardo Cardona, Gallardo Juárez y cómplices. La última referencia, de hace dos días en la columna de Roberto Rock en El Universal, precisa que ya hay una denuncia formal de la UIF ante la Fiscalía General de la República. 

Independientemente de lo que suceda con esa denuncia, lo que llama mucho la atención es la gélida indiferencia, por no decir brutal desprecio, del candidato a gobernador de la alianza PVEM-PT, Ricardo Gallardo Cardona, respecto de la opinión de sus potenciales electores. Sabe perfectamente que tiene fama de que le gusta lo ajeno -ya incluso por eso estuvo en prisión casi un año, de donde salió por un tecnicismo no por haber sido encontrado inocente-, y supongo que entiende que eso no le ayuda en su campaña, pero en vez de hacer algo para remediarlo se empeña en reforzar la mala percepción de la gente. ¿Cómo? De entrada, rodeándose de reconocidos pillos. Pillos, no pollos. Como que ya es demasiado cinismo ¿no?.

Hace muchos años, en la redacción de El Sol de San Luis, los periodistas José Ignacio Chico Rosillo y Rolando El Paladín Palencia se enzarzaron en una discusión a propósito de sus preferencias deportivas, que fue subiendo de tono hasta que el primero de ellos ya verdaderamente exasperado retó al otro a salirse a la calle “para agarrarnos a chingadazos”. Socarronamente El Paladín respondió “mejor vamos agarrándonos a mentadas de madre a ver quien cae primero”. Recordé la anécdota ahora que nuestros aspirantes a gobernarnos han decidido agarrarse a encuestasos a ver quién se rinde primero. Las encuestas son muy útiles si se les entiende como lo que son (va una frase inédita: “fotografías del momento”) y se les sabe interpretar. En esta fase su utilidad mayor es identificar qué es lo que más quiere, necesita, afecta, lastima, entusiasma o rechaza la ciudadanía. Por lo demás, un par de datos: Hace doce años, al iniciar las campañas Fernando Toranzo iba en promedio 22 puntos detrás de Alejandro Zapata, y hace seis Juan Manuel Carreras arrancó su trabajo proselitista 18 puntos abajo de Sonia Mendoza. O sea…

A propósito de las campañas de gobernador, a una semana de iniciadas es muy poco tiempo para formular opiniones definitivas, pero sí suficiente para una impresión preliminar: la de la doctora comienza a dar lástima, a producir tristeza. Desde su registro en ausencia que prácticamente condenó su aventura electoral al clandestinaje, hasta la visita en secreto del líder nacional de Morena que debió ser un momento estelar pero transcurrió a escondidas y concluyó a huevazos, pasando por el desangelado arranque con oradores y aplaudidores foráneos, se engarza un rosario de actos fallidos.

El domingo 31 de julio de 2016, de visita en la huasteca, la doctora Mónica Liliana Rangel Martínez resultó herida de bala en el torax. En su momento se informó que había sido un disparo autoinfligido, accidentalmente, al manipular un arma en forma de pluma fuente. Más recientemente corroboré que el peritaje oficial era en ese sentido y que no había nada que hiciera dudar del mismo. Hace una semana se me acercó un amigo que conoce de hace muchos años a la hoy candidata de Morena y me tocó el tema. Le insistí en que todo apuntaba con solidez a que se había tratado de un accidente. “Ese no es el punto, me dijo. La pregunta que nadie se ha hecho es por qué la doctora sentía la necesidad de andar armada”. Ni idea. Por ahora.

Quien me platicó lo que viene a continuación es una persona seria, bien informada y que me merece total credibilidad. Sin embargo, dado que el hecho de que se trata no lo presenció directamente sino que le fue narrado por un tercero, diré como suele hacerlo Armando Acosta en su Bitácora, “tómelo bajo reserva”. Según esto, hace unos cuantos días el gobernador Juan Manuel Carreras invitó a desayunar en Casa San Luis a su antecesor Fernando Toranzo, para comentar la situación política en general. Me dicen que fue una platica extensa, relajada y en tono amistoso, al final de la cual Toranzo le habría dicho a Carreras, palabras más, palabras menos: “Ahora ruégale a Dios que gane Octavio, porque si gana Mónica al primero que se va a chingar va a ser a ti”. No suena disparatado.

 En unos días tendré mas detalles, pero con los que dispongo ahora me alcanza para sugerirle a Octavio Pedroza que desde ya le haga marcaje personal al dirigente estatal panista, Juan Francisco Aguilar, y a su jefe Xavier Azuara, porque algo muy tenebroso andan tramando en su perjuicio (de Octavio no de ellos). En una breve conversación telefónica en la que no se quiso ahondar más pero que está pendiente de reanudarse personalmente, la esencia fue tan breve como contundente: “Juan Francisco y Xavier andan queriendo traicionar a Octavio”. No me sorprende en lo absoluto. Mis lectores recordarán que hace tres o cuatro columnas comenté que el triunfo de Pedroza no era lo más conveniente para los sucios negocios que desde hace años realizan JFA y XA al amparo de la dirigencia albiazul.

Tampoco, respecto del párrafo anterior, puede tenerse confianza en alguien que como Juan Francisco fue incapaz de sostener y respetar su propia palabra -no sé si decir “de hombre” resulte desmesurado-, comprometida ante notario público, de que no sería candidato a nada en estos comicios. En mi barrio, donde suelen ser muy claridosos, le dicen muy feo a quienes usan su propio honor de papel del baño. La urgencia de ser diputado es para disponer de fuero (lo cual ya es muy relativo) porque según los saldos de las elecciones se le puede venir el mundo encima. O, sin hipérbole, denuncias de perdedores que pagaron importantes cantidades por sus postulaciones. Todo tienen: ratones, faltos de honor y zacatones. No agrego nada sobre las “espontáneas” solicitudes de muchos panistas, sobre todo jóvenes, que le imploraron que se postulara para diputado plurinominal, porque esas son estupideces revestidas de idiotez.

Aunque le faltan tres semanas para iniciar su trabajo proselitista y pese a que en días anteriores el candidato morenista a alcalde, Xavier Nava Palacios, ha hecho acto de presencia en algunos eventos de la doctora, en su equipo de estrategia están analizando con toda seriedad la conveniencia de, a partir de ahora y sobre todo durante los 60 días de campaña que les corresponde hacer juntos, marcar distancia con doña Mónica. Les ha comenzado a caer el veinte de que una gran cercanía y altas dosis de identificación pueden ser excesivamente costosas para Nava.

Desde que comenzó a prestar sus cruciales servicios a los potosinos, nuestro entrañable Hospital Central “Dr. Ignacio Morones Prieto” nunca ha estado en jauja. Unas temporadas más y otras menos pero siempre le ha batallado para poder cubrir todos sus gastos, desde la nómina hasta las gasas. Sin embargo, la problemática que enfrenta actualmente -luego de una larga etapa de estabilidad- y que ha sido motivo de las últimas manifestaciones de inconformidad de su personal, tiene un origen muy específico y claramente identificable: el apresuramiento del Gobierno del Estado en quedar bien con el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar y entregarle el nosocomio con todo y sus nuevas instalaciones sin ninguna garantía de manejo adecuado. De hecho, se tuvo a motivo de orgullo lo que en realidad fue una tontería: ser el primer Estado en suscribir un acuerdo semejante con el INSABI creado hace apenas dos años por la 4T y que camina dando tumbos. Diría mi abuelita: “Eso se sacan por andar de nalgasprontas”. Juan Manuel Carreras es doctor, pero en derecho. A quien correspondía advertir riesgos y amenazas lo que le urgía era avanzar en sus aspiraciones políticas. 

 A propósito de alguno de los comentarios incluidos en nuestra columna anterior, un amable lector nos comentó dos cosas a cual más de pertinentes e interesantes: una, que renunciar al mayor conocimiento y escrutinio posibles de quienes aspiren a gobernarnos y con ello influir en nuestras vidas,  equivale a ignorar los llamados del instinto de supervivencia, y dos, que la lectura en unos cuantos minutos de Las Nueve Esquinas del 24 de febrero le permitió conocer más de la doctora que todos sus discursos, ruedas de prensa y semblanzas de los años previos. “Eso es de agradecerse”, concluyó. El agradecido soy yo.

El informe oficial sobre el homicidio del presidente estatal de Coparmex, Julio César Galindo, en el sentido de que el móvil se encuentra en el ámbito sus actividades privadas como hombre de empresa y no en su desempeño como dirigente empresarial o como activista político, es veraz y tiene sustento en los hechos. Ahora que las autoridades competentes estén en condiciones de informar sobre la autoría intelectual y las razones reales del crimen, se podrán despejar las dudas que aún puedan quedar al respecto. Por cierto, uno de los factores que permitió al comandante Castillo Celestino y sus agentes identificar y capturar a los autores materiales en menos de ocho horas, a 300 kilómetros de distancia, es la habilidad que han desarrollado para ubicar, manipular y revisar las cámaras de video de las zonas de los hechos delictivos. Por cierto, son mayores en número y más útiles las de propiedad privada que vigilan casas o negocios, que las muy costosas monitoreadas desde el C5, el C3 o cualquier otro establecimiento policiaco.

Pudiera resultar una venganza excesivamente cruel, pero quién se los manda. Habida cuenta de que el jilguero de alquiler, metiche profesional y espantapájaros que no espanta ni a un bebé, Alejandro Rojas Díaz Durán, es suplente y empleado a tiempo completo del zacatecano Ricardo Monreal, y tomando en consideración además de que el candidato de Morena a gobernador del vecino estado es David Monreal, hermano justamente de Ricardo, en reciprocidad plena podríamos mandarle a sumarse a su campaña, como estratega de imagen, jefe de relaciones pública, maestro de buenos modales y apóstol del feminismo al Tekmol. ¿Sería demasiado? Ellos se lo han buscado.

Hasta el próximo jueves.