logo pulso
PSL Logo

Cultura política

Por Jorge Chessal Palau

Abril 19, 2021 03:00 a.m.

Una bandera recurrente de algunos políticos es decirnos que no lo son, que son ciudadanos nada más, pero que para nada son identificables con los políticos. Nada más lejano de la realidad, todos somos políticos en cuanto participamos de una sociedad y nos ocupamos, ya de manera activa o pasiva, de lo que pasa en ella. Ser candidato es ser político y emitir un voto es un acto político.

Por eso quiero ocuparme de una cuestión relativa a la forma de conducirse de los políticos, no hoy, sino a lo largo del tiempo o, más bien, como se ha conceptuado al político, al gobernante, al que se encarga de lo público. Son muchas las obras que, históricamente, se han encargado de esto y hoy quiero sugerir algunos títulos para la lectura de los interesados.

En primer lugar debo decir que raro es el político que no ensalza El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo. Escucho que se menciona mucho como un manual de cabecera del gobernante, escrúpulos de lado, del que confiesan haber aprendido a ser como son, clara fantasía de sentirse malos, cuando en realidad son ignorantes. Esto, me parece, pone en evidencia que ni siquiera lo han leído y que tampoco conocen el contexto en que se escribió ni para que fines. Me afirmo, y me hago responsable de esto, en que El Príncipe no es la mejor obra del florentino y que, por encima de ella, está El Arte de la Guerra y Discurso sobre la Primera Década de Tito Livio, texto en el que habla de la república.

De hecho, Federico II de Prusia escribió en el siglo XVIII, editado y prologado por Voltaire, un libro llamado “Anti-Maquiavelo o un ensayo crítico sobre El Príncipe de Nicolás Maquiavelo”, en el que es severo con el tan idolatrado filósofo renacentista.

Otro italiano que en el siglo XVI dedicó su pluma a hablar de la conducta de los políticos fue Baltazar de Castiglione que en su libro “El Cortesano” da lecciones de cómo deben comportarse, pensar y actuar quienes rodean a los príncipes y monarcas. 

El cardenal Julio Mazarino, regente de Francia durante la infancia de Luis XIV tenía un cuaderno de notas que se ha hecho público como un libro que lleva por título “Breviario de los Políticos”, que viene a ser como un manual explícito de lo que se debe hacer y de lo que no, en el ejercicio del Poder.

En el siglo XVII, Baltazar Gracián publicó “El Político Don Fernando de Aragón”, conocido de manera generalizada solo como “El Político”, en el que, a partir de la referencia a Fernando de Aragón como modelo, habla de lo que debe ser un político y su forma de conducir el gobierno.

A caballo entre el siglo I y II de nuestra era, Lucio Mestrio Plutarco, griego de origen y romano por ciudadanización, escribió sus “Consejos Políticos”, en los que, a la manera de un pensante y conspicuo asesor, da sugerencias, describe situaciones y tipos de personas y la forma en que se debe llevar a cabo el desarrollo de la actividad política. Salvo referencias a nombres propios y hechos de su época, podría pensarse que se escribió hoy.

También de Roma, de antes de la era cristiana, nos llegó “Breviario de Campaña Electoral”, escrito dirigido por Quinto Tulio Cicerón a su hermano Marco (el mundialmente conocido simplemente como Cicerón) en el que le explica como debe llevar adelante su campaña para ganar la elección.

Termino esta lista de sugerencias con un libro que se llama “El Político” de José Martínez Ruiz, conocido por su pseudónimo “Azorín”, escrito en España ya en el siglo XX. Es una serie de consejos prácticos, sin que necesariamente tenga incidencia la moral, del que me permito rescatar, como final a esta columna, el siguiente, hoy que tan de moda están las guerras sucias:

“El político no debe nunca perder la sangre fría; permanecerá siempre impasible ante el ataque. En el parlamento, en las reuniones públicas, muchas veces se verá blanco de la invectiva, de la cólera o de la insidia; él permanezca en todo momento sin mover un músculo de la cara, sin dar la más leve señal de irritación, de impaciencia, de enojo”.

@jchessal