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De un plumazo

Por Alexandro Roque

Marzo 13, 2022 03:00 a.m.

La batalla campal entre aficionados de los Gallos Blancos de Querétaro y los el Atlas del pasado 5 de marzo no inmutó a las autoridades del deporte estrella en nuestro país. Las escenas mostraron el sadismo de muchos asistentes al partido y el parte oficial es que no hubo muertos, lo cual muchos ponen (ponemos) en duda. 

El partido que terminó en carnicería es buen ejemplo de cómo es nuestra actualidad social: hay 40 órdenes de aprehensión, pero solo se suspendió la jornada y después los partidos han seguido como si nada hubiera pasado. Se creó la campaña “Unidos somos más fuertes” para que los jugadores se abracen (¡!) en el segundo tiempo.

Al principio se habló de hasta 30 muertos en el estadio, lo cual hubiera provocado desde indemizaciones millonarias hasta la cancelación de la ida de México a la Copa Mundial de Catar. Solo heridos, dicen. No es falso pero se exagera. Es un montaje de nuestros enemigos. En fin, la casa nunca pierde: de un plumazo la sanción es la expulsión de la actual directiva del Querétaro y su cesión durante un año al Grupo Caliente (la megaempresa de Jorge Hank Rhon). Las barras del Atlas no pueden ir a partidos de visitante... durante seis meses.

Hubo quien recordó el fusilamiento público de 17 personas en Michocán: no hay cuerpos, igual no sucedió. Así pasó en la acusación de plagio contra el fiscal Alejandro Gertz Manero: el Conacyt desechó de un plumazo la denuncia hecha contra el flamante miembro del SNI porque “ninguno de los [200] quejosos es autor o demuestra contar con la propiedad de las obras presuntamente plagiadas por lo que no hay interés directo en la verificación o rectificación de las obras señaladas”. 

Así en muchas áreas: no se siguió “el debido proceso”, no hay pruebas, y si las hay se ocultan. Siempre nos enteramos de que sí había pruebas el siguiente trienio o sexenio, cuando el delito prescribió; por mientras el acusado se dice víctima de complots. La aplicación sin distingos de la ley sigue siendo nuestro gran pendiente. Ahí está también el caso de Sasha Sökol, donde su violador seguro seguirá siendo protegido por este sistema donde el dinero manda.     

En otro tema, el “nuevo” Parque Tangamanga ya fue abierto, con horarios de visita de martes a sábado de 6:00 AM a 10:30 PM. Mucha vigilancia y más zonas iluminadas, con música ambiental. Todo bien, pero ojalá se arreglen “detalles” de logística: hay zona pet friendly, pero el resto del parque no lo es, así que nadie puede llegar a pie con su mascota, tiene que ir en vehículo y solo sacarlo ahí. La carrocracia de nuevo, como en toda la ciudad. Como en el proyecto de la alameda Juan Sarabia con sus puentes para que los peatones no estorben a los “pobres” vehículos.   

La semana pasada hubiera querido dedicar este espacio al día internacional de la mujer, pero igual viene bien retomar un comentario que alguien hizo en Twitter: una buena forma de que las instituciones apoyen el 8M sería no programar actividades la tarde de ese día, cuando ya es tradición que haya marchas y manifestaciones y actividades de colectivos (como antes se decía, dsde la “sociedad civil). En SLP hubo varias, con poca asistencia. No es a fuerza que sea ese día, de veras.    

También aprovecho el espacio de hoy para compartir una de las “Historias cada vez más comunes, de mujeres poco comunes” de la colega María Garay López, relatos breves de los que ya publiqué dos en mi blog y pronto habrá más. Este se titula     

Minerva

 Lidia escuchaba a su hija hablar por teléfono celular. Aunque de manera frecuente la jovencita se retiraba a su cuarto cuando recibía llamadas, en esta ocasión permaneció cerca. 

Apenas el mes pasado había cumplido trece años, pero parecía mayor por su discernimiento. Era frecuente que manifestara su opinión argumentada sobre casi cualquier tema, lo que era atribuible a su temperamento, pero también a su crianza: en casa de Lidia era premisa familiar el derecho a emitir opiniones personales respetando las ajenas (estas primeras opiniones “ajenas” correspondían a su papá, su hermano menor y a la propia Lidia). 

Cuando la niña nació, Lidia ya tenía nombre para ella: Minerva, y no se había equivocado: le iba muy bien en la escuela, y desde pequeña dio muestras de suficiencia; se esforzaba por resolver por sí misma todos los conflictos que se le presentaban, y sólo pedía ayuda cuando había agotado sus propios recursos.

Minerva se había quedado callada con el teléfono pegado a la oreja. Lidia la observaba de reojo. Le extrañaba un poco que le permitiera estar presente en su conversación. La miró con más detenimiento cuando notó su palidez y silencio.

Minerva soltó el teléfono y empezó a sollozar; abrazó a su madre hasta recogerse en sus brazos. Esa jovencita, tan autosuficiente, encogida y acurrucada en su pecho, parecía en esos momentos tan pequeña y vulnerable. Lidia la abrazó con fuerza.

Al día siguiente, Lidia se enteraría en la prensa de todos los detalles sobre la desaparición de otra  adolescente en la ciudad; esta vez, conocida de su familia.

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Twitter: @corazontodito

Posdata: la Feria Nacional del Libro de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí empezó ayer. Porque conozco la obra, recomiendo las presentaciones de libros de Antonio Ramos Revillas, Juan Villoro y Vicente Quirarte, Marycarmen Aparicio, y Zamuel Hernández. Entre tanta oferta estarán a la venta La bruja guachichil, palabras para otra magia (Secult/Colsan), la segunda edición de Fuera de mí, eufemismos para ciertas locuras (El Diván Negro), Promoción cultural en SLP, el legado de Rogelio Hernández Cruz (Desierto) y El otro taller de Santa, a cuyos autores acompañaré en la presentación-lectura este miércoles 16 ante el grupo de lectura Cazadores de Libros del CICSA de la Facultad de Contaduría y Administración de la UASLP, vía Facebook Live.