Desde otros territorios

Inicio alterando el orden bizantino del reconocimiento de errores, con una fe de erratas, pues en el escrito anterior se me fue un uso de mayúscula al referirme a Bellas Artes y una ´z´ por una ´s´ en el apellido Peñalosa. Espero me disculparan por estos tropiezos ortográficos.
Ayer estuve en la inauguración de Sexto Encuentro de Teatro discapacidad, teatro para todos y para todas/otros territorios, y como dice Juan Carlos Saavedra, quien es el motor de este gran esfuerzo, un título extenso como amplia su razón de ser: la inclusión de todos aquellos involucrados con la actividad teatral en cualquiera de sus modalidades, al margen de sus capacidades físicas o sensoriales, de movilidad o de coeficiente intelectual (esto último es de mi cosecha).
Y siendo un título muy largo merece también un programa muy completo.
Después del acto inaugural, en donde se señalaron tanto sus objetivos como las compañías participantes, así como aquellas instituciones involucradas a través de patrocinios o apoyos en espacios, tuvimos la primera función: un stand up o lo que muchos entienden como el monólogo de un comediante en solitario ante una audiencia, en este caso y gracias a Dios no virtual sino, presencial.
La primera en presentarse, una joven en sus tardíos 30, habló de su experiencia con la comunidad de débiles visuales. En un lenguaje familiar a la generación de los youtubers -palabrotas incluidas- nos dibujó verbalmente las peripecias para adaptarse y trabajar en talleres de teatro con grupos como éste.
Expresándose en tono chusco, característica del género del comediante en soliloquio, habló sobre las expresiones ligadas a la posibilidad de visión que usamos cotidianamente, pero que interactuando con ciegos pueden sentirse, o no, incómodos. Decir por ejemplo “nos vemos en la esquina, échale un ojo a mi bolsa, o fíjate en esa persona junto a ti”.
Como el tono del stand up involucra los chistes, es cierto que todo lo que ella decía tenía mucho de verdad o al menos, la intención es que se hablé siempre en primera persona del singular y que la audiencia crea que todo lo que se dice ha sido una realidad y una experiencia para el hablante.
Los dos siguientes standuperos hablaron desde la experiencia del invidente. Ambos, cada uno en su momento, se acompañaron de su perro guía aunque su monologo trataba temáticas diferentes. Karla Escalante (espero no equivocar el nombre), habló de cómo es percibida ella y su perro, la lástima de quienes la ven en la calle, la ayuda que los demás suponemos que necesitan pero que no requieren pero que es bien recibida. O bien, de los cuidados que ella debe a su perro y el costo personal y económico que le representa.
El éxito de estos eventos escénicos es el manejo trágico cómico que cada uno utiliza en su guión y que lo llevan a conectar con su público de forma eficaz, pues hablar de temas y personajes que pueden ser entendidos con facilidad y relatar historias con dosis de exageración más un ingrediente de tragedia y comicidad, conforman la fórmula para cautivar al público.
Pero yo quiero resaltar aquí lo valioso de los protagonistas en este caso dos invidentes y una persona sin discapacidad que deciden trabajar juntas para poder acceder a espacios como el teatro, antes inimaginable para individuos con estas características. Ellos además de sortear cientos de obstáculos que su condición les impone, se atreven a pararse en un escenario para exponer ante desconocidos, sus tropiezos y sus triunfos, sus victorias y sus desafíos. Han sido capaces de reírse de sus infortunios pero nos permiten comprender aunque sea de forma temporal, los retos que un ciego debe enfrentar en un país que no tiene la mínima infraestructura en calles, edificios o escuelas, así como la poca cultura del resto de la población para acogerlos en la sociedad que todos formamos.
Felicidades a Juan Carlos y a todos los que colaboran con este proyecto, en donde se pretende abordar el arte desde otros territorios. De tal forma que desde el teatro, o en talleres, laboratorios y charlas, los demás nos incluyamos en su mundo y diseñemos si no un planeta, sí un país en donde puedan transitar en todos los sentidos pero con menos dificultades.
Vayamos a verlos y empecemos a incluirnos en ese territorio desconocido y desde nuestra discapacidad para poder entendernos.