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Día de perros

Por Marta Ocaña / PULSO

Noviembre 25, 2020 03:00 a.m.

Los tengo a mis pies, calentándome en este frío y estático día en el que el semáforo parece haberse pausado entre los tonos de rojos y naranjas, que emiten una limitación de movilidad y posibilidad de contacto humano directo y físico.

Estos dos, uno en cada lado, de género y color distinto, respiran sin miedo a perder la distancia social permitida en tiempos de pandemia ¡al fin y al cabo los perros dicen que no piensan! ¡ni falta que les hace creo yo!  Y aunque también desarrollan enfermedades y son mortales como todo lo que tiene vida sobre el planeta, digamos que sufren de menos apremios que los humanos.

Su capacidad de ser domesticados los mantiene cómodamente adaptados para convivir con todo tipo de personalidades y egos humanos siempre y cuando se les alimente, se les de cuidado y se les retribuya la compañía que nos ofrecen sin palabras de por medio.

Hablar de perros me evita pensar y sentir la prolongada presencia del virus en nuestra existencia. Hablar de perros es quererse contagiar de la soportable levedad de ser y estar que ellos experimentan: duermen sin estar cansados, despiertan como si hubieran dormido más de 8 horas y se preparan para salir con un leve sonido de llaves o con alguna palabra clave que les indique que la hora les llegó.

La pandemia se ha llevado también a algunos de estos seres que sin propósito deliberado, se adueñan de nuestro corazón. Hace meses murió Chencho padre de mi Chabela, después Fiona “su esposa” y hace unas semanas el Chiringo, el gran danés que con todo y su apariencia de bestia implacable, fue un fiel y manso compañero para sus dueños. Con su partida se llevaron una época llena de experiencias y dejaron la sensación de haber perdido a “alguien” muy especial.

No sé si los perros son el mejor amigo del hombre y el hombre el ser que quizá menos los entiende pero, creo que una gran mayoría no concibe la vida sin uno de ellos como compañía o guardián.

No conozco si hay estudios sobre el impacto de estas criaturas en nuestras vidas, pero se dice que en ocasiones son un recurso que los médicos recetan en casos de asma para niños o de depresión en jóvenes y adultos. Desde mi experiencia, nos regalan ese toque que los humanos no podemos darle a muchos momentos de nuestra vida. Y si bien es cierto que hay quienes no consideran su presencia cerca, se ha visto que una vez que los tienes siempre los añorarás cuando te falten.

Por eso, hablar de perros, mientras pasamos la mano por su lomo peludo, generalmente provocará un gesto que no se queda ni el rostro ni en la piel; nos traspasa y nos alegra el corazón. Les deseo por ello que hoy tengan un día de perros para no tener que hablar de cifras incoherentes y semáforos en estado de alerta.