Ejercer sin licencia

Compartir:

Babalucas decidió hacerse pirata como los de Salgari o “La isla del tesoro”, pero quiso superar en todo a los piratas de la novelería. Se presentó ante el capitán y le pidió que lo admitiera en su barco, bajel pirata llamado por su bravura “El Temido”. Le indicó el capitán: “La vida del pirata es muy difícil, pero con parche en los dos ojos te será más difícil todavía”… Ejercer la Medicina sin licencia es falta grave. De otra falta tuve yo noticia. Ella era enfermera, y enfermero él. Aun así no tomaron ninguna precaución cuando llevaron a cabo el consabido acto natural. Ni él se puso gabardina, que es uno de los nombres que en caló se da al preservativo, ni ella se previno con ninguno de los medios que se usan para evitar la concepción. A consecuencia de tales omisiones la muchacha se vio in the family way, como dicen los anglosajones para nombrar al embarazo. Cuando le dio la noticia al enfermero éste meneó la cabeza, preocupado, y comentó: “Eso nos pasa por ejercer la licencia sin medicina”… El empleado Fredesvindo sufrió una cefalalgia a mitad de la jornada de trabajo. (Cefalalgia es dolor de cabeza; trabajo no sé qué sea). Buscó a su jefe don Algón a fin de pedirle permiso para irse a su casa por motivos de salud, pero no lo halló. Se retiró entonces sin más. Al llegar a su domicilio cual no sería su sorpresa -inédita expresión- al ver ahí a don Algón en abrazo más que estrecho con su esposa. Con la de Fredesvindo, digo. El salaz ejecutivo advirtió la presencia de su empleado y le dijo en tono empresarial: “Fredesvindo: si ha venido usted a pedirme un aumento sustancial de sueldo, está concedido”… El joven ingeniero estaba presentando el examen para obtener el puesto de controlador ferroviario. El examinador le propuso un problema: “El tren A viaja en dirección norte, y el B en dirección sur. Vienen a toda velocidad por la misma, vía y en cuestión de minutos chocarán de frente. ¿Qué hace usted?”. Respondió el joven ingeniero. “Llamo a los maquinistas para que apliquen el freno de emergencia”. Opuso el examinador: “No hay modo de comunicarse con los maquinistas”. “Entonces -dijo el examinado- llamo a mí tío Juan”. “¿A su tío Juan? -se sorprendió el que ponía el examen-. ¿Para qué llama usted a su tío Juan?”. Explicó el joven ingeniero: “Le gustan las emociones fuertes, y nunca ha visto un choque de trenes”... Don Chinguetas tomó algunas lecciones de yoga. Le comentó a su esposa: “Me sucede algo extraño. Cuando me pongo cabeza abajo siento que la sangre me fluye hacia esa parte del cuerpo, pero estando de pie la sangre no me fluye hacia abajo, y siempre traigo los pies fríos”. Doña Macalota arriesgó una explicación: “Es que tus pies no están vacíos”… En el bar un tipo le contó a otro: “Acabo de casarme porque ya estaba harto de coserme yo mismo los botones y de tener que buscar sexo en los antros”. “¡Qué coincidencia! -exclamó el otro-. ¡Yo me acabo de divorciar exactamente por las mismas razones!”… Pepito tiene una teoría: no se debe decir “gripe”, sino “gripa”. Razona su aserción: decimos: “Me siento agripado”, y no: “Me siento agripedo”. Cierto día, agripado, iba moqueando en el autobús. Le dijo una señora, irritada: “Niño: ¿no tienes un pañuelo?”. “Sí -respondió el chiquillo-, pero no lo presto”… La madama de la casa de mala nota y sus pupilas se sorprendieron mucho al ver que entraba a su establecimiento un señor vestido de boy scout. Antes de que le preguntaran la causa de su inusual atuendo les explicó el recién llegado: “¡Si supieran ustedes, señoras, las historias que tengo que inventar para que mi esposa me deje salir en la noche!”. FIN.