El aire que respiramos
(3ª y última parte)
Como vemos, la fuente de esta contaminación en el aire somos nosotros mismos, principalmente por nuestros medios de transporte, o sea que es diario. Y el perjudicado final también somos nosotros mismos. Es un círculo perfecto que tenemos que empezar a romper cada uno de nosotros y no esperar a que los gobiernos o peor aún que las circunstancias climatológicas y de salud nos obliguen a hacerlo.
Ya se empezaron a establecer ZONAS DE BAJA EMISIÓN en el mundo. Ya hay más de 200, siendo en Europa la más grande la de Londres, que abarca 2,355 km2.
También se han emitido esquemas de mitigación como el programa HOY NO CIRCULA en nuestra CDMX, que fue por primera vez aplicado en Santiago de Chile en 1986 y esquemas similares como el de Madrid sólo para emergencias. En Oslo se prohíbe circular a autos de diésel 2 días de la semana en invierno. En Sudamérica hay esquemas de mitigaciones en Sao Paulo y Bogotá.
Otros esquemas más controversiales son el cargo de una cuota diaria a vehículos que ingresan a zonas críticas como es el caso de Londres, que en un área de 36 km2 carga una cuota automática a cada vehículo que la ingresa. Dicha cuota se utiliza para el desarrollo de transportación colectiva. Tan sólo el primer año se logró un decremento del 18% del tráfico en el área aplicada.
Para también tratar de mitigar la contaminación del aire se generan motores más eficientes que consumen menos gasolina o diésel, pero tenemos la visión de la PARADOJA DE JEVONS, que nos dice que esta eficiencia y baja en el precio de el bien o servicio genera que más gente lo empecemos a utilizar y nuevamente caer en el resultado original que tratamos de combatir.
Otra manera es la creación de carriles exclusivos para automóviles para más de un ocupante, como sucede en muchas carreteras de Estados Unidos, aunque tampoco ha tenido los resultados esperados.
A futuro se están tomando decisiones más drásticas para forzar a las grandes armadoras de autos a modificar lo que se nos ofrece a la población mundial como medio de transporte y es LA PROHIBICIÓN TOTAL de venta de vehículos de gasolina y diésel entre 2030 y 2040 en Francia e Inglaterra. Es a un plazo largo y sólo aplica en automóviles. Pero es un primer inicio de cambio que se tendrá que acelerar y generalizar en todo el mundo, ya que la situación de nuestro aire es clave, 24,000 veces que respiramos al día cada uno de nosotros.
En casos de países como el nuestro, denominados EN VÍAS DE DESARROLLO, debemos tomar en cuenta los errores de los países que se nos dice son DESARROLLADOS, ya que como vemos el concepto de desarrollo ha tenido para ellos un altísimo costo ecológico en salud pública, en vidas, etc.
Estudios muy serios indican que si redujéramos el uso de nuestros coches tan sólo 4 kilómetros diarios y en su lugar caminar 45 minutos o pedalear 15 minutos se ahorrarían 1,500 dólares por año por persona en gastos de salud.
Recuerda que vivimos en el fondo de un mar de aire y que la totalidad de esa contaminación se produce, se transporta y se recicla en ese fondo que es nuestro hogar y del cual no podemos escapar. La manera natural de limpiar el aire ya no es suficiente, ya hace tiempo que la rebasamos y se piensa en tecnología para limpiarla como las llamadas TORRES DE SMOG que están en prueba en Holanda y China, y que sus diseñadores dicen que puede limpiar el aire de 500 km2 o sea 10 millones de m3 cada día.
Recuerda que tú y tu coche son la parte más importante del problema y que actualmente en el mundo hay 1,300 millones de vehículos rodando, por lo que cualquier acción positiva repetitiva puede llegar al mismo número de acciones positivas. En Inglaterra, la probabilidad de tener NIEBLA NEGRA decreció 70%. Las muertes por problemas respiratorios decrecieron 16% y las muertes por problemas cardiovasculares decrecieron 10%. En Europa, las poco mejores condiciones del aire ya han dado frutos equivalentes al 1.4% de su PIB. Sí se puede remediar. Pero si seguimos en la inacción personal, nosotros, nuestros hijos y nietos pagaremos un alto precio.
Imaginemos qué pasará, ya que en los próximos 15 años la infraestructura del planeta se duplicará. En los próximos 40 años se duplicará la población en las ciudades y en ellas se generará el 80% del PIB mundial. ¿A qué costo ecológico y de salud?