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El Cambio de Paradigma: Autoridad en Crisis en un Mundo en Transformación

Por Juan Manuel Rosales Moreno

Noviembre 07, 2024 03:00 a.m.

A

“Sé el cambio que quieres ver en el mundo”. 

Mahatma Gandhi

La relación entre la sociedad y la autoridad atraviesa una transformación profunda, visibilizada por una creciente desconfianza en las instituciones. Este fenómeno se refleja en eventos recientes que evidencian cómo el poder institucional se ve cada vez más cuestionado.

Cuatro eventos tan distantes, pero con un denominador común: la crisis de confianza hacia la autoridad, la creciente polarización política y social, y el resquebrajamiento de la relación entre gobernantes y gobernados. Desde el retorno de Trump a la Casa Blanca, hasta los vientos de incertidumbre que soplan en la relación entre los ciudadanos y sus instituciones, parece que estamos siendo testigos de un cambio de paradigma global: la sociedad ya no cree en la autoridad como lo hacía antes. Veamos.

El primero de ellos fue un acontecimiento clave: la reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos el día de ayer 5 de noviembre de 2024, hecho que subraya el desajuste de la democracia estadounidense y el ascenso de un populismo autoritario.

Trump ha sido un símbolo del rechazo hacia las élites políticas tradicionales y el escepticismo hacia la globalización, con un mensaje que apela a una autoridad fuerte como respuesta a los problemas internos del país.

Su victoria refleja la consolidación del populismo de derecha en diversas partes del mundo, donde líderes como el brasileño Bolsonaro o el húngaro Orban también han explotado el descontento popular con las instituciones para avanzar hacia un tipo de liderazgo autoritario.

En Europa, la tormenta DANA, que azotó España a finales de octubre de 2024, dejó miles de personas afectadas y expuso la incapacidad de las autoridades para responder a la crisis de forma rápida y eficaz. La falta de previsión y liderazgo durante la emergencia evidenció la desconexión entre los ciudadanos y sus gobernantes, alimentando la sensación de que la autoridad no está a la altura de los grandes desafíos del siglo XXI, como el cambio climático, las crisis económicas o la transformación digital.

En nuestro país, también el 5 de noviembre de 2024 fue un día histórico, puesto que la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió finalmente una controversial Reforma Judicial que dice buscar garantizar la independencia del Poder Judicial y mejorar la justicia en el país.

Sin embargo, esta reforma también pone en evidencia la falta de confianza de los ciudadanos en sus instituciones, especialmente en un país marcado por la corrupción y la impunidad. La pregunta sigue siendo si los mexicanos podemos confiar en un sistema judicial que históricamente no ha logrado erradicar los problemas estructurales de acceso a la justicia.

Por último, en el ámbito local, los rumores sobre la relación del gobernador de San Luis Potosí con actividades ilícitas ponen en duda la integridad de las autoridades políticas locales.

En un país donde la lucha contra el crimen organizado debería ser una prioridad, la vinculación de políticos con actores oscuros vinculados a diversas actividades ilícitas, erosiona aún más la confianza en las instituciones. Esto genera un vacío de poder, donde la ley parece solo una formalidad y el verdadero poder recae en los actores ilícitos.

Lo que une estos 4 eventos, al parecer poco o nada relacionados entre sí, es un cambio de paradigma hacia la autoridad.

La figura del gobernante ha evolucionado, y ahora se percibe más como un líder autoritario o carismático que como un servidor público comprometido con el bienestar común.

Por otra parte, en las últimas dos décadas, la crisis de confianza hacia las instituciones se ha intensificado, y las democracias atraviesan una profunda crisis de legitimidad, donde la autoridad ya no es vista como una fuerza estabilizadora, sino como una fuente de polarización y desconfianza.

Este cambio de paradigma no es exclusivo de un solo país, sino que refleja una tendencia global. Las instituciones tradicionales pierden eficacia frente a los desafíos del mundo moderno.

Los desastres naturales, los procesos judiciales fracasados y la vinculación de políticos con actores oscuros alimentan la percepción de que las autoridades ya no sirven para garantizar el orden ni la justicia.

En este contexto de incertidumbre, surge una demanda por líderes fuertes que prometen soluciones rápidas, aunque muchas veces tengan la tendencia o tentación de actuar fuera del marco democrático y/o de la ley.

La pregunta que queda es si las democracias y sus instituciones podrán recuperar la confianza de la sociedad, o si nos adentramos en un nuevo orden político donde la autoridad se convierte en un factor de división y desconfianza.

Este cambio de paradigma global desafía los principios fundamentales de las democracias y podría marcar el principio de una nueva era política, caracterizada por una creciente desafección entre gobernantes y gobernados.

Para cerrar, comparto y entrecomillo una reflexión entre dos tertulianos en un programa de redes sociales sobre la sociología del mexicano ante el descontento social:

“hay un momento en que yo digo (sic), ¿y dónde está la sociedad mexicana? Pepe, ¿Qué pasa con nosotros los mexicanos?”, a lo que Pepe responde: “el mexicano tiene terror a discordar, terror, porque tendría que sostener lo que dice. Eso implica estar enterado, implica leer, implica interesarse, implica articular un argumento, construir frases… y eso es mucha ch&%ga. Somos ignorantes, somos hu$&#nes, somos acomodaticios, no queremos p%dos, es la doctrina nacional”.

Ahí se lo dejo… para su reflexión.

jmanuelrm@msn.com