El enigmático color rosa
Cuando se camina por las calles, se escucha lo mismo al taxista, que a la jefa de familia, al obrero, a los estudiantes, a la gente que todos los días sale a ganarse el sustento de manera honesta, sea en la fábrica, el comercio o en el empleo público, en todos ellos es posible palpar un sentimiento nunca antes visto de esperanza cívica en lo que ocurrirá el próximo domingo 2 de junio. Una clara demostración de ello fue lo ocurrido hace un par de semanas en el zócalo capitalino, una movilización tan genuina como impresionante, mujeres, hombres, niñas, niños, donde prevalecieron dos colores neutros en la política mexicana: el blanco y el rosa. Si bien, esa convocatoria arropó a una de las candidatas a la Presidencia de la República, -que inició siendo marea y culminó siendo un tsunami humano-, su presencia fue más allá del apoyo a una opción política de gobierno, prevalecía un sentido patriotico que, por testimonios de los asistentes erizó la piel al momento de entonarse las notas de nuestro glorioso himno nacional, bajo un sentimiento de unidad en torno a una causa justa y legítima: la preservación de nuestra democracia. Como sabemos, el color rosa no representa en la actualidad a ningún instituto político, ha sido de pronto un color emergente que no estaba en el espectro partidista, sin embargo, ese rosa mexicano, -para ser más precisos-, parece pintar de ese color el despertar de las conciencias de quienes no se identifican con ningún partido político, de ahí que surge la gran interrogante del enigmático color rosa, el color de las y los ciudadanos libres, -como se auto proclaman en las ya múltiples convocatorias públicas- esa pregunta de la que exactamente dentro de una semana tendremos respuesta es muy simple: ¿por cuál de las tres expresiones políticas cruzaran la boleta las y los simpatizantes rosas? Al frente, por la candidata que simpatizan, tendrán la boleta con su rostro y tres emblemas ya tradicionales: uno tricolor, un azul y un amarillo. Estas posibilidades si fueran matemática pura se convierten en tercios, sin embargo, como puede apreciarse en las múltiples fotografías del zócalo capitalino de la última gran concentración, el rosa y el blanco prevalecen muy, pero muy por encima de los colores ya mencionados, lo que sumado a las expresiones recogidas en múltiples asistentes hay mayoría en personas no militantes, ni simpatizantes, sino insisto personas que se declaran sencillamente ciudadanos libres. De ahí, que sea de sumo interés un análisis puntual de lo que puede venirse, considerando que, el elector rosa hoy ya se cuenta por millones en todo México, que además potencialmente este movimiento puede darle el triunfo a la candidata que respaldan, pero que, al no tener un emblema rosa en la boleta se abre un abanico de posibildades respecto que emblema cruzará este electorado. La lógica nos indicaría que el auto denominado ciudadano libre podría decantarse por el partido con menos cargas negativas, quizá por el partido que nunca ha sido gobierno federal, por ejemplo, otra posibilidad sería cruzar los tres emblemas juntos lo cual también sería electoralmente válido, pero me parece que, lo más trascendente es lo que vendrá después de la elección federal y vaticino que el hoy tsunami rosa, gane o pierda la elección no desaparecerá, por el contrario me parece que en 2024 estaremos frente a un nuevo 1988, año en que se unificaron las izquierdas y el Frente Democrático Nacional dio paso al rompimiento del bipartidismo existente en aquella época. Me parece, estimado lector que estamos justo en el preludio del nacimiento de una nueva expresión política nacional, el germen de un movimiento, que empezó siendo marea, hoy es un tsunami y quizá después de la elección se convierta en la nueva alternativa política de México, si adivinó Usted, de las y los ciudadanos libres. Al tiempo. Los sigo leyendo en este correo:
jorgeandres7826@hotmail.com.
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