El voto decisivo

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“Entraron los rebeldes, sacaron sus cuchillos y le quitaron un pecho a mi hermana Clarentina”. El abuelo les contaba a sus nietos cosas que le habían sucedido a la familia en tiempos de la revolución trapeadorista. “¡Qué barbaridad! -se consternó uno-. Y a mi abuelita ¿qué le hicieron?”. “A ella le fue peor -replicó, sombrío, el anciano-. A ella le quitaron uno chincuenta”... En una fiesta trabaron conversación dos de las invitadas. Una de ellas le confió a la otra: “En una fiesta como ésta conocí al hombre del que me enamoré”. “¡Qué bonito! -se conmovió la otra-. Y estoy segura de que han sido muy felices”. “No tanto -replicó la primera-. Cada rato tenemos problemas con mi marido y con la esposa de él”… La hormiguita estaba feliz viendo la película en el cine de los animales. En eso llegó la jirafa y se sentó en el asiento de adelante, con lo que la hormiguita no pudo ya ver la pantalla. Le dijo a la jirafa: “¿Serías tan amable de pasarte al asiento de al lado? No me dejas ver”. La jirafa ni siquiera le contestó. Dos veces más le pidió lo mismo la hormiguita sin conseguir que la jirafa hiciera caso. Muy enojada se pasó entonces ella al asiento de adelante de la jirafa y le dijo en tono vengativo: “¡Pa’ que veas lo que se siente, desgraciada!”… No mentirá quien diga que el gobierno -de algún modo hay que llamarlo- de López Obrador ha sido más de postulados que de resultados. Su acción principal se finca en sus conferencias matutinas y en los mensajes pastorales que desde su palacio dirige a la Nación. Hasta ahora se ha dedicado más a destruir que a construir. So pretexto de una austeridad republicana que se volvió luego franciscana se ha aplicado a desmantelar instituciones, no sólo las que tienen que ver con cosas de la ciencia y la cultura, sino también de la salud. De ahí han derivado efectos como las tres renuncias que le presentaron en la semana que pasó, cosa que a él no le preocupa mayormente pero que muestra señales de fracturas en el interior de su administración (de alguna manera hay que llamarla). Desde luego AMLO hace caso omiso de los comentarios de quienes lo critican, y responde a ellos con los usuales adjetivos denostosos. Sus 30 millones de votos y el apoyo que siente todavía en el pueblo bueno y sabio lo blindan contra cualquier manifestación de descontento. La única esperanza está en el voto de los ciudadanos, cuyo sufragio puede hacer que pierda el control del Poder Legislativo. Si la profusa clientela presidencial deja de recibir por falta de fondos los dineros que hoy por hoy destina el régimen a tenerlos contentos, entonces quizá será posible que López Obrador vea limitado el poder casi absoluto que ahora ejerce, frecuentemente en modo caprichoso. Si eso no sucede veremos tiempos más difíciles aún que éstos… Un pedigüeño abordó en la calle a doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad: “Dele una limosna a este pobre mudo”. “¿Mudo? -se exasperó doña Panoplia-. ¡Pero si está hablando!”. “Es cierto, señora -se apenó el sujeto-. Entonces dele una limosna a este pobre pendejo”... Ya conocemos a Capronio: es un individuo desconsiderado. Su esposa le dijo: “Si mi mamá viene a vivir con nosotros nos mudaremos a otra casa”. “No servirá de nada -suspiró Capronio-. Siempre nos encontrará”… Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, se dirigió en el antro a la preciosa chica: “¿Me aceptas una copa?”. Respondió ella: “No”. “¿Bailamos?”. “No”. “¿Te gustaría ir conmigo a mi departamento?”. “No”. “Está bien -dejó de insistir Afrodisio-. De cualquier modo no habría disfrutado tu compañía. Hablas demasiado”. FIN.