En espera de buenas nuevas desde Marte
En su novela de 1898 “La guerra de los mundos”, el escritor británico H.G. Wells imagina que la Tierra es invadida por un ejército de marcianos que hacen uso de máquinas de guerra gigantescas y de cañones de rayos calóricos capaces de incinerar todo lo que tocan. Las primeras señales, no comprendidas en su momento, del peligro que acechaba a nuestro planeta, fue una serie de resplandores que pudieron observarse desde la superficie de Marte durante 1894, y que no eran otra cosa que el disparo de cañones de tamaño enorme empleados para lanzar hacia la Tierra a las naves invasoras. Quien haya leído la novela sabrá que tuvo un final feliz -dentro de lo que cabe, por la enorme destrucción que causaron los marcianos- pues los invasores fueron finalmente aniquilados por los microbios terrestres.
Curiosamente, en el improbable caso de que en Marte hubiera marcianos, podrían éstos haber atestiguado recientemente hechos similares a los descritos por Wells en su novela: tres resplandores ocurridos en la superficie de nuestro planeta entre los días 19 y 30 de julio del año pasado, cuyo significado no les hubiera sido claro en un primer momento, pero que después habrían averiguado fueron originados por la ignición de tres cohetes que despegaron de la superficie de nuestro planeta con destino a Marte.
Estos cohetes llevaron a bordo sendas naves espaciales de misiones de la NASA, la agencia espacial china y el programa espacial de los Emiratos Árabes Unidos. La misión de la NASA tuvo como objetivo posar suavemente sobre la superficie marciana al robot explorador Perseverance. Un objetivo similar buscaba la misión china, a la que se le ha dado el nombre de Tianwen-1, y que incluye, además, una nave para orbitar Marte. Por su lado, la misión de la Emiratos Árabes Unidos incluye solamente un orbitador.
La noticia científica de la semana fue, sin duda, el arribo exitoso del explorador Perseverance a la superficie de Marte el pasado día 18. El Perseverance tiene como misión identificar lugares propicios para el desarrollo de vida microbiana y explorarlos en busca de signos de vida. Llevará también a cabo experimentos para la fabricación de oxígeno a partir de la atmósfera marciana que está formada fundamentalmente por dióxido de carbono. Recogerá igualmente muestras de rocas y suelo marciano y las almacenará en la superficie del planeta para que sean recolectadas y traídas a la Tierra en misiones futuras.
Como un elemento adicional, la misión de la NASA incluye un pequeño helicóptero para explorar la superficie marciana desde una perspectiva novedosa: por encima de dicha superficie, pero no tan alejada como la que tienen los satélites en órbita. Todo esto con un costo: alrededor de 2,800 millones de dólares, que incluye el desarrollo y construcción del Perseverance, sus costos de lanzamiento y operación, y 85 millones de dólares para diseñar, construir y operar el helicóptero.
El Tianwen-1, por su parte, entró en órbita alrededor de Marte el pasado 10 de febrero -un día después de que lo hiciera la sonda árabe- con el robot explorador a bordo. Se espera que dicho explorador intente posarse suavemente sobre la superficie marciana el próximo mes de mayo.
Hay de este modo una actividad renovada en la exploración de Marte que ahora incluye no solamente a los Estados Unidos y Rusia, los países que iniciaron la exploración del espacio -el último todavía como Unión Soviética- sino también a China, la India, Japón, el Reino Unido, la Unión Europea y, de manera sorprendente, a los Emiratos Árabes Unidos.
De la misma manera hay una actividad renovada en la exploración de la Luna y de algunos asteroides y todo esto de alguna manera nos trasporta hacia el pasado, al tiempo en el que H.G. Wells escribió su novela La Guerra de los Mundos, la cual algunos han entendido como una crítica al colonialismo de la época mediante el cual algunos países europeos se apoderaron prácticamente de todo el continente africano, como los marcianos quisieron apoderarse de la Tierra. ¿Estaremos ahora en una situación en algún modo similar en una carrera entre países para apoderarse de los recursos del espacio?
Por supuesto, en Marte no hay marcianos -como sí había africanos en África en el siglo XIX- a quienes robarles las tierras y en ese sentido no habría que desarrollar conceptos tales como el de “razas inferiores” que se inventaron los europeos para justificar el despojo, y que fue incluso usado por el mismo H.G. Wells al inicio de su novela, con todo y su crítica al colonialismo europeo.
Por lo demás, al margen de intenciones ocultas, con seguridad las sondas marcianas nos harán llegar, desde el remoto lugar en el que se encuentran, noticias e imágenes que seguramente serán fascinantes.
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