En la cancha
Fue Felipe González quien dijo que a los verdaderos demócratas se les conoce en la derrota, y tenía razón. Nada más esperanzador que ver al perdedor de la contienda, reconociendo que los astros no se le alinearon y al hacerlo, validar todo el juego. Siguiendo la misma línea, yo creo que a los verdaderos futboleros, se les conoce en la victoria. Veamos el ejemplo del sábado pasado. Usted sabe, lectora, lector querido, que yo de fútbol se un poquito más de lo que conozco de Física Cuántica. Es decir, mucho más, porque de Física, no tengo ni maldita idea. Pero, si comparamos con temas que sí se, el Fut queda muy por debajo en la tabla de posiciones.
Aun así, sabía que el sábado el Atlético de San Luis jugaría un importante juego, que no tenía intención de ver. Sin embargo, un cumpleaños organizado de último momento, pero donde nos fueron prometidas pizzas y cervezas, coincidió con el magno evento y como varios de los convocados sí habían seguido cada partido y no sólo eso, sino que lo esperaban, se instaló una pantalla para ver los noventa minutos contra los Rayados. La mayoría de nosotros, por supuesto, le íbamos al San Luis, pero uno de nuestros amigos fue criado en Monterrey, así que ya imaginarán ustedes. Me sorprendió, en primer lugar, la firmeza de sus convicciones, al llegar con una estola de su equipo. Como todos somos personas civilizadas, nadie hizo el fuchi.
Una vez dado el pitazo inicial, hubo de todo. Él, respetuoso, nos dejó celebrar cada pase que se aproximaba al gol y nosotros no restringimos sus templados festejos cuando los Rayados hacían las buenas jugadas. Luego, sabemos lo que ocurrió. Un gol, tras otro, tras otro contra el San Luis, y yo recordé por qué no veo partidos de fut. El rayado que estaba con nosotros celebraba de una manera elegante, jolgorioso pero respetuoso. Al final nos indicó que saldría de la casa para gritar a pulmón batiente la victoria de su equipo. Nosotros, con el dolor de nuestra derrota, no pudimos mas que agradecerle. Ese sí es un pambolero de categoría, no fregaderas.
Luego, me tocó acompañar a uno de mis padawanes a un partido de fut escolar. Siempre me ha sorprendido esos adultos que les gritan a los chicos cual si fuera la final del mundial; sin embargo, en cierto momento el equipo contrario remontó y los jugadores comenzaron en cancha a taruguear al otro equipo. Se bien que en el juego las pasiones se desatan pero ¡válgame! Los comentarios de los hasta entonces ganadores traían cargada una arrogancia maliciosa difícil de entender en una simple liguilla escolar. Después, la cosa se puso pareja. Los perdedores remontaron y empataron. Hubo que llegar a penales y ahí, ganaron. El equipo contrario se quedó mudo cual roca. Ahí sí no hubo palabras.
Entonces, pensé en Felipe González. Ganar es una gozada, pero la clase se nota en la manera en que nos comportamos en la victoria. Y creo que se aplica en la vida y en la cancha.
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