Familia y escuela Capítulo 59: ¿Cubo o esfera?
No cabe duda que educar o formar integralmente a hijos y alumnos, es una tarea nada fácil; implica la responsabilidad de tener en nuestras manos el influir de manera planeada o espontánea en la vida de personas, que desde luego no son un material reciclable y reutilizable, pero si maleable.
Tanto padres de familia como maestros, somos en cierta forma arquitectos, sobre todo en su significado original: encargados de proyectar, diseñar y dirigir la construcción armónica e integral de espacios interiores; que, para este ejemplo, hablemos de personas y, de espacios exteriores, que en nuestra comparación estarían representados por el impacto social que refleja la formación integral de ellos.
De la misma forma, esta similitud con la arquitectura, radica en que se deben poseer conocimientos multidisciplinarios, no solo del terreno de las matemáticas, sino históricos, culturales, sociales, económicos y muchos más.
Uno de los conocimientos que forma la base de todo arquitecto, es la geometría; las formas, sus características, cualidades y límites, su acomodo y desplazamiento, sus posibilidades estéticas y su impacto en el contexto.
¿Cubo o esfera?
Crear un cubo, implica dar cuenta de la belleza que se aprecia en sus lados y la perfección de sus bordes, reflejada en la exactitud que debe poseer en sus medidas de vértice a vértice, pasando por sus aristas. Limitado a sus dimensiones y con escasa posibilidad de desplazamiento.
Formar personas en analogía con un cubo, implicaría reproducir las “líneas, bordes y caras” que la sociedad prescribe; es decir, con exactitud milimétrica fomentar en ellos las formas de ser y comportarse aceptadas por el grupo donde se convive; con todas las características que el espacio de esta figura permite.
Por supuesto que alguien educado y formado a imagen y semejanza del modelo individual, del estereotipo cúbico en que se espera que se transforme, tiene, para muchas personas, una belleza y encanto por la perfección y una alta valoración por sus cualidades; incluso, premiada con la aceptación de la mayoría, porque su comportamiento no sale de los límites “normales” y “geométricos” socialmente establecidos.
Si hablamos de una capacidad de movilidad y desplazamiento, resulta muy complicado y de mayor esfuerzo el “arrastrarse”, con una sola de las caras; las características de esta figura, así la determinan. Lo mismo ocurre con una persona a la que le fueron implementadas herramientas, formas de ser y características predefinidas; solo cuenta con ellas y, si el contexto no es favorable o acorde con sus condiciones, será muy difícil que avance más allá de lo permitido.
En efecto, un comportamiento y forma de ser lineal (aristas) y confinado a practicarse solo dentro de los límites (vértices) y sin ir más allá de lo permitido (caras), implica que la persona se encuentre “encerrada” y con márgenes muy precisos, condicionada a ser como los demás quieren que sea, a mostrar solo alguna de las seis facetas que un cubo puede mostrar.
Estudiante de universidad, 23 años, homosexual: “…siempre me sentí atrapada, señalada, impedida a mostrar otra parte de mi personalidad…”
Estudiante de Ingeniería Mecánica Automotriz, 22 años: “…mi familia tiene desde hace mucho tiempo un taller mecánico en donde trabajan mis hermanos y mi papá. Nunca pude decirles que me encantaba cocinar y que me hubiera gustado ser Chef…”
Por otro lado, las características de la esfera, le permiten no tener caras y lados definidos, sino una sola superficie curva, que, al observarla, uno puede seguir y dibujar líneas en ella, de manera interminable.
Su avance se vuelve suave y su desplazamiento se logra con muy poco esfuerzo; incluso, dependiendo de su material, refleja a manera de espejo, cierto brillo e imágenes fantásticas, siempre diferentes e innovadoras, que invitan a sentirse atraído, voltear, verlas y seguirlas.
Las personas formadas siguiendo el “patrón esfera” pueden ir y regresar; rápido, lento, a pausas y como no tienen límites, causan incomodidad en algunos y asombro en otros.
Músico, 45 años: “…cómo aprecio los consejos de mi abuelo. Siempre me dijo: “no por fuerza debes seguir la profesión de tu padre. Busca tu lugar en esta vida, lo que quieras ser y donde quieras estar” Así fue que, en contra de los deseos de mi padre, mi abuelo me compró mi primer violín…”
Padres y maestros, arquitectos de vida: formar hijos y alumnos bajo los reglamentos y programas preestablecidos, sin duda tiene un valor apreciable, recomendado por la mayoría y aceptado por muchos más; sin embargo ¿quieren su libertad? ¿Quieren que exploren otras formas posibles de avanzar y resolver las distintas realidades por las que seguramente les tocará transitar? Entonces, comencemos a limar y pulir cada esquina del cubo, hasta convertirla en una hermosa y reluciente esfera, la cual recorrerá caminos insospechados, brillando y emitiendo reflejos increíbles.
Comentarios: gibarra@uaslp.mx
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