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Familia y escuela Capítulo 165: La prospectiva y el soñar

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Noviembre 20, 2024 03:00 a.m.

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Estamos en la era de la automatización y virtualización de todos los procesos sociales, dando cauce a la aceptación de un modo de vida en donde de manera casi natural se acepta que, además de nuestro universo material, existen diferentes realidades paralelas las cuales, además de transcurrir a la par de nuestra existencia física, aparecen tal como si fuera un sueño o una película de ficción, formas de vida con las cuales podemos interactuar o hasta literalmente vivir en ellas bajo la personalidad e identidad que nosotros queramos elegir o construir.

Nuestro mundo ha hecho contacto con estos universos alternos o, mejor dicho, de manera material, científica y de innovación los hemos ido llamando al crearlos y uno a uno han aparecido y han llegado a través de la carrera frenética del desarrollo de las civilizaciones amparadas, primeramente, por la necesidad de crear bienestar para la humanidad; ahora, para bien o para mal, ya están aquí.

Todas las películas, series televisivas, artículos y libros que imaginaban a mediados del siglo pasado una vida futura llena de asombrosos adelantos científico tecnológicos que permitían un desarrollo de la cotidianidad de manera cómoda, con procedimientos y aparatos que parecían cosa de magia, han sido rebasados en poco tiempo y ahora todas esas proyecciones audiovisuales, lecturas e instrumentos forman parte de un pasado que a las nuevas generaciones les parece muy remoto.

Desde luego que parece muy remoto y ¿cómo no va a parecerlo? si estos mundos paralelos los tenemos ahora presentes en todas las facilidades de comunicación en tiempo real con impresionantes formatos, métodos y la tecnología aplicada en aparatos celulares y pantallas de computadora o de gran formato; implicando que éstos sean ahora una herramienta infaltable para la creatividad, el trabajo, estudio e interacción social con todas las redes, plataformas y aplicaciones existentes, las cuales se están transformando y mejorando día con día.

¿Cómo no va a parecer remoto? si con la conectividad mediante el internet se aplica y se potencia la efectividad en todos los sistemas comerciales, de salud, administrativos; de seguridad, defensa y aplicaciones hostiles militares; incluso, hasta para la educación escolarizada, con estos universos paralelos se ha prescindido de las aulas físicas y hasta de los propios docentes.

Qué decir de todos los aparatos que se utilizan en hogares, oficinas, supermercados y lugares comunes, en donde la llamada “inteligencia de las cosas” ha llevado la comodidad de cocinar o preparar desde un simple café, hasta las acciones de limpieza, iluminación, recreación, cerraduras, alarmas y un sinfín de procedimientos y acciones totalmente automatizadas, literalmente efectuadas con un comando de voz o el tocar un simple botón.

Todos estos adelantos han tenido como elemento actual, al menos hasta este primer cuarto de siglo, la inserción de un impresionante universo paralelo llamado: Inteligencia Artificial (IA), el cual venía apareciendo lenta y furtivamente, hasta que, casi sin darnos cuenta, irrumpir y romper de entrada todos los esquemas de trabajo, producción intelectual y creatividad; tardamos tanto en percatarnos que ese mundo virtual amenazaba con chocar con nuestro mundo terrenal y cotidiano que, nos tomó de sorpresa e indefensos sin alguna normatividad o comprensión racional de su proceso para poder hacer su uso de manera benéfica y, con su impacto, nos tiró y arrastró como un poderoso tsunami; hasta ahora, luego de quitarnos el lodo de los ojos, comenzamos a levantarnos de esta sacudida.

De todos los planos y mundos paralelos que de manera mínima hemos descrito, existe uno que ha abierto una ventana como posibilidad de escapar de este mundo terrenal y, desde luego que no me refiero a la muerte física, sino a la capacidad de ingresar  de manera virtual a otro universo el cual refleja, como proyección de la personalidad física, lo que quisiéramos ser, tanto en apariencia como en el lugar que deseemos estar o crear; se ha iniciado ya con las diferentes opciones para fabricar y colocar en todos nuestros perfiles de plataformas y redes sociales nuestro avatar o representación gráfica, tal como queremos que nos observen, hasta la maravillosa posibilidad de ingresar al metaverso, con la inmersión, integración e interacción con otros seres y entornos, tal como si jugáramos un videojuego, pero estando dentro de él como actor en tres dimensiones.

Para la educación y formación de personas, estos entornos, aplicaciones y procesos virtuales han creado toda una revolución para la enseñanza y aprendizaje, pero, además, con la promesa de futuros que desafían toda imaginación y límites conocidos.

No obstante, con todo este vértigo y celeridad de procesos de virtualización y tecnologización digital, la educación ha perdido de vista y casi literalmente excluido a un universo que, aunque físico, se puede considerar de tal magnitud e importancia, como el descubrimiento de un mundo paralelo, que hace falta llamarlo a que reaparezca como actor principal en la obra educativa, me refiero al educar, no solo en la escuela, sino también desde la familia y el lugar que habitan.

En efecto, el hogar actúa cual si fuera un lugar diferente, cual plano paralelo a todos los existentes, incluidos los virtuales; es aquí en donde se aprenden miles de conocimientos al practicar y fomentar acciones, actitudes, valores y una convivencia distinta a lo que ocurre afuera de él; desde luego que esta convivencia puede ser armónica o en ocasiones complicada pero aun así, el hogar representa el lugar en donde puedes estar con una intimidad genuina, vestir y descansar como se desee, además de tener el sentido de pertenencia familiar; su importancia se manifiesta después de un día difícil, al entrar y cerrar la puerta, dejando el mundo afuera, permitiendo respirar profundo y recargar pila para al día siguiente salir y resolver todo lo que se presente.

Por su parte, maestros y alumnos son y se manifiestan de manera diferente en su casa que afuera de ella, incluso en las diferentes escuelas, pero, nunca llegan en blanco a los planteles, porque todo el bagaje acumulado en su lugar de origen se manifiesta en cada acción y actitud en las aulas; el trabajo áulico cotidiano debiera tener como complemento básico el universo en el que cada alumno vive en su hogar.

La tendencia es a enfatizar y corroborar el parelelismo que existe entre el mundo escolar y el familiar; sin embargo, son universos que indisolublemente están conectados de manera directa.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx