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Familia y escuela Capítulo 222: Estilos únicos de crianza familiar

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Julio 10, 2024 03:00 a.m.

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No cabe duda que, para la formación y enseñanza de los hijos, se encuentran claramente diferenciados, de manera teórica y técnica, las formas de cómo llevar a cabo esta actividad; sin embargo, hay muchos factores más que entran en juego para que los padres de familia ejecuten su función.

En lo que respecta al ámbito familiar, debemos entender que existen diversos roles que, a lo largo del tiempo, se han venido estableciendo como propios de la actividad y utilidad social que este grupo desarrolla y aporta; funciones que responden a las preguntas: ¿para qué se crearon las familias? y que, luego entonces, ¿qué actividades “deberían” desarrollarse al interior de cada una de ellas y sus integrantes?

Se ha establecido que las familias debieran de desarrollar funciones afectivas y de apoyo moral y psicológico; económicas, de procreación y conservación de la especie, de seguridad y recreación y, desde luego, la función educativa. 

Todas estas funciones influyen para llevar a cabo la formación de los miembros que integran los núcleos familiares y es entonces que la teoría clasifica las diferentes categorías que los padres utilizan para llevar a cabo la crianza de sus hijos; puede ser de forma autoritaria, permisiva, negligente o democrática; las primeras tres de ellas hacen alusión a una jerarquía de poder, muestras de imposición, disfunción y castigo; en tanto que la última, la que por cierto es la más recomendada, recurre al reconocimiento individual, fomento de la autoestima, empatía y equilibrio emocional.

No obstante, todos los estudios científicos que fundamentan los estilos de crianza mencionados, las distintas realidades rebasan con mucho esta actividad de enseñanza y desde luego que cada persona, hombre o mujer, al momento de verse inmerso en la actividad de ser padres de familia, recurren al autoaprendizaje, a la experiencia mediante la cual ellos mismos fueron educados, a consejos de amigos y familiares y algunos hasta a consultas y asesorías con terapeutas.

El caso es que, de los cuatro estilos mencionados, si bien ocurre que de manera general engloban a diferentes formas utilizadas para criar a los hijos, lo cierto es que, de manera particular y sobre todo diferente en cada hogar, a final de cuentas, existe una enorme gama de formas de crianza, porque cada quien desarrolla un estilo propio, el cual no puede ser considerado ni evaluado como bueno o malo, mejor o peor; simplemente es y, con resultados inmediatos o a mediano o largo plazo, se desarrolla en cada familia.

Ahora bien, existen condiciones que intervienen para que cada padre y madre de familia desarrolle un estilo de crianza propio; tenemos al contexto en donde se desenvuelven y conviven, integrado por las costumbres y conductas propias de cada lugar, el tipo de creencias y actividades religiosas; las formas económicas y de ocupación laboral con la que se subsiste; el tipo de comunidad, bien sea  urbana, rural o indígena en la que se habita; la región sociodemográfica y geográfica; y de manera relevante, el tipo de familia que se posee, bien sea nuclear o extensa, con la presencia de una sola figura paterna o materna, homoparental o cualquiera de las diferentes formas de composición familiar que existen y que se van modificando día con día.

De todo ello emerge, aveces sin que nos demos cuenta, el estilo de crianza propio de cada uno de nosotros, el cual se va refinando y especializando conforme vamos obteniendo retroalimentación de sus resultados, lo que conduce a algunos a depurarlo, adecuarlo y modificarlo, y a otros, a hacerlo rígido e inflexible, sean cuales sean sus consecuencias, porque así fuimos educados y estamos convencidos que es el mejor método y técnica para educar a nuestros hijos.

Resulta impresionante la forma en que en pleno siglo veitinuno, aún con todos los avances tecnológicos, cibernéticos y de comunicación e interacción virtual, todavía encontramos técnicas de crianza que recurren a acciones por demás clásicas y que pareciera que han quedado rebasadas, pero que al mostrar su efectividad, subsisten como pequeñas islas sobresaliendo en el océano de los medios digitales.

Tenemos el muy reconocido y efectivo método de la comunicación no verbal, en este caso el llamado kinésico, específicamente mostrado con los movimientos y posturas corporales, incluido los emitidos por la cara de los papás, de donde se conoce el estado anímico, si se está de buen humor o muy enojado; con éste, basta con una sola mirada, movimiento de la boca, fruncir el entrecejo o bien, con un solo movimiento de negación o afirmación de la cabeza, para dominar toda la situación.

Tenemos también el ampliamente difundido y no menos efectivo método conocido popularmente como “la chancla”; el cual consiste en arrojar, cualquier objeto, de preferencia un zapato, sandalia u otro que esté al alcance de la mano y, en su caso, perseguir amenazando con el objeto, a quien se quiere corregir.

Los papás más actualizados utilizan métodos y estrategias que incluyen vigilancia, acompañamiento y protección, premios o recompensas vinculados a los artefactos de tecnología digital, como es el caso de la telefonía celular.

No cabe duda que las diferentes realidades sobrepasan con mucho a las teorías y sobre todo, a las que se refieren a la forma de educar y criar a los hijos, porque en cada hogar, cada familia y cada padre o madre de familia, desarrolla su muy particular forma de hacerlo.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx