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Familia y escuela Capítulo 249: Apoyo socioemocional en la educación superior

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Enero 15, 2025 03:00 a.m.

A

Parte de la educación integral contempla de manera relevante, la formación y el fomento de las habilidades socioemocionales, como aquellas que según Bisquerra, son el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para tomar conciencia, comprender, expresar y regular la forma de los fenómenos emocionales.

Desde luego que cuando hablamos de educar y formar desde familias, escuelas y medios de comunicación, seríamos muy ingenuos si solo circunscribimos lo educativo a los contenidos de las diferentes materias científicas y sociales, dejando fuera todo ese cúmulo de emociones, habilidades, formas de ver la vida y sensaciones que, como seres humanos, poseemos y desarrollamos día con día en todas nuestras actividades diarias, incluida la educación.

Cuando llevamos a cabo una acción en donde al mismo tiempo de aprender lo disfrutamos, los resultados que se obtienen son maravillosos; lo mismo ocurre cuando se tiene un interés o motivación para acceder a diferentes conocimientos, dado que se generan acciones que se realizan con agrado y con la disposición efectiva de aprender.

Por otro lado, el fomento de las habilidades socioemocionales permite promover en las personas su desarrollo de manera integral, atendiendo a dimensiones como: el autoconocimiento, autorregulación, autonomía, colaboración y empatía.

Todo lo anterior fundamentando diferentes actitudes, como son la autoestima equilibrada, la resolución de conflictos con toma de decisiones adecuada, la convivencia sana e incluyente, la honestidad y el desarrollo de diferentes valores que, en su conjunto, además de que promueven una adaptación de manera más adecuada al contexto social y las diferentes situaciones que se suceden, tienden a generar un bienestar positivo en quienes las desarrollan.

Los planes y programas de estudio para la educación básica en México, a partir del 2017, han incluido entre sus materias y contenidos estos temas de integralidad educativa, lo cual es de celebrarse, teniendo ya una difusión y alcance hacia las mismas familias y, aunque todavía es una etapa inicial, este reconocimiento oficial de lo socioemocional añadido a los formatos y estructuras educativas oficiales, ya tiene por lo menos esa intención de generar y formar personas con un alcance más apegado a las dimensiones del ser humano y su contexto.

Sin embargo, estos inicios de integralidad educativa con el fomento de lo socioemocional, tal parece que a medida que se avanza de edad y/o de nivel de estudios se va desvaneciendo o simplemente va desapareciendo; es decir, hasta el momento se tiene oficializado este programa solamente para educación básica, por lo que la educación superior queda en manos de los diferenes planteamientos que de manera aislada realicen los programas de bachillerato en adelante.

Tal pareciera que, al término de la adolescencia y el principio de la juventud, ya no se tuviera la necesidad de fomentar todos los aspectos y habilidades sociales y emocionales, atribuyéndolo a las actitudes de independencia, suficiencia y responsabilidad adquiridas con el simple hecho de tener cierta edad o avance del nivel de estudios.

Incluso, parece ilógico comparar y pensar que las actitudes asumidas por los hijos y alumnos de preescolar, primaria y secundaria en donde se presupone que se deben implantar, fomentar y regular todas estas habilidades desbordantes de emociones, con las cuales incluso, se llega a confundir al maestro o maestra con el papá o la mamá, se puedan presentar después del bachillerato.

Es por ello, entre otras causas que, en los sistemas educativos ubicados en el nivel superior, se concentran y dan prioridad en formar a sus alumnos de forma científica y técnica, por lo que difícilmente cuentan con programas que les den atención socioemocional.

Dichos planteles superiores cuentan, en el mejor de los casos, con departamentos de apoyo psicológico o de tutorías, para quien solicite su apoyo; además de ubicar la educación integral con el brindar, como complemento, clubes y actividades deportivas o culturales; pero es raro encontrar tecnológicos o universidades que tengan incluída en su currícula materias que aborden esta forma integral de seguir fomentando el uso de lo socioemocional.

Algo similar pasa en el seno familiar, en donde se da por descontado que los hijos jóvenes y adultos requieran de este apoyo; este fenómeno se da de forma bidireccional, es decir, se asume desde los hijos el no necesitarlo y desde los padres de familia el no brindarlo.

Estoy seguro que los padres de familia que tenemos hijos que son jóvenes o adultos, los maestros y maestras que trabajamos en los niveles superiores, nos damos cuenta perfectamente que la generación que estamos guiando requiere urgentemente de este apoyo socioemocional.

Ellos, nuestros jóvenes o adultos, se han visto en la necesidad de encontrar ese apoyo en lugares fuera de hogares y escuelas; esa necesidad de ser reconocidos y escuchados, de mostrar sus habilidades y aficiones, así como de conformar su personalidad con su vestuario, maquillaje, ideas y hasta tendencia sexual se ha volcado en las redes sociales.

Al respecto de que el apoyo socioemocional de los jóvenes lo encuentran de manera virtual, menciona Byung-Chul Han: “…Cuando hacemos clic en el botón de me gusta nos sometemos a un entramado de dominación. El smartphone no es solo un eficiente aparato de vigilancia, sino también un confesionario móvil”.

Urge ampliar la cobertura educativa del fomento y uso de las habilidades socioemocionales hacia los niveles superiores; pero también hacia los miembros de las familias y los objetivos de los medios de comunicación, incluídas las redes sociales.

El tener, practicar y reconocer a cualquier edad nuestras habilidades socioemocionales es tanto o más importante que saber matemáticas o ciencias.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx