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Familia y escuela Capítulo 270: La creatividad encerrada en una caja de cartón

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Junio 11, 2025 03:00 a.m.

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Una de las características innatas del humano es el ser creativo; nacemos y durante nuestros primeros años vamos creciendo y explorando el mundo de manera espontánea, sin reglas ni límites, buscando aquí y allá, resolviendo dudas y probando respuestas a las situaciones que se nos presentan dejando libre a nuestra imaginación, la cual, de manera poderosa y fascinante revolotea en miles de direcciones; sin embargo, a medida que nos vamos acoplando al mundo social, comienza el establecimiento de ir atando, cada vez de manera más firme, nuestra curiosidad y búsqueda de formas diversas de concebir todo lo que nos rodea en la vida misma y sus cotidianidades, llegando a mutilar la estima y confianza de cada persona.

Dentro de las múltiples maneras de definir a la creatividad tenemos que se aprecia como la capacidad de generar ideas originales, novedosas y valiosas, a menudo consideradas nuevas o diferentes. Es la habilidad de pensar de manera no convencional, romper con los patrones establecidos y encontrar soluciones innovadoras a los desafíos.

¿Qué ocurre con esta característica creativa a lo largo del proceso de formación y educación de hijos y alumnos? A éstos y su creatividad se les va reduciendo paulatinamente, hasta quedar encerrados en “una caja de cartón”.

Diversas características innatas en las personas, incluida la creatividad, se van moldeando convenientemente mediante un proceso de socialización, el cual inicia en el hogar, puesto que a medida que se va desarrollando la interacción y dinámica familiar, así como el contacto con otros escenarios, bien sea reales o virtuales, es decir, mediante salidas del hogar a lugares en donde se está en contacto con otras personas diferentes; además de observar y acumular toda la información recibida por medios de comunicación y todas las situaciones difundidas en las diferentes redes sociales, tiene como resultado el ir delimitando y “amarrando” la libertad del pensamiento, parte fundamental para ser creativo.

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Se va desarrollando la educación y formación familiar de manera tajante y hasta cierto punto autoritaria, bajo el pretexto que los adultos actúan para el bienestar de sus hijos, sobre todo al saber y tener la experiencia, además de indicar lo correcto o no de sus acciones; lo anterior resulta fundamental para el buen funcionamiento del grupo y principalmente para la guía de conductas en sociedad.

Ahora bien, en lo que respecta a la libertad de pensamiento y el fomento de su creatividad, reflejado en la participación de los hijos en las actividades que se desarrollan en la casa, pero con sus propias y creativas estrategias, con la generación de proyectos e ideas, así como su inclusión en la toma de decisiones o solución de conflictos, son definitivamente relegados.

Es un hecho que en la gran mayoría de familias se trabaja con base en reglas, el acatarlas y seguirlas al pie de la letra, obtener los resultados que se solicitan para ser considerado “buen chico o chica”; en realidad son pocos los papás que liberan el potencial y herramientas del pensamiento, al fomentar y generar actitudes en donde aflore su creatividad, al encomendar tareas, acciones, retos y proyectos desarrollados desde la inventiva, recursos y soluciones propias.

El ámbito escolar es la situación formal en donde se termina de introducir en masa a todas y todos los alumnos en la caja, procediendo a cerrar, asegurar y sellar sus tapas.

Desde que se ingresa a la escuela, el nivel preescolar es en donde todavía se tienen ciertos trazos de libertad de pensamiento y creatividad, incluso ligado a actividades lúdicas; pero a partir de que continúan con su proceso, llegando a los niveles siguientes, la introducción en la caja “amarrando” y limitando sus ideas a los límites de ese recipiente de cartón, es claro y preciso: división de grados académicos, repartiendo en cada uno de ellos lo que se debe aprender así como la manera, forma y tiempo de cómo hacerlo y cómo verificar que se “ha aprendido” desde luego no se permite nada fuera de esa programación.

En su gran mayoría, los propios maestros saben bien cómo desempeñar su rol y cómo se deben desenvolver dentro de los límites establecidos dentro de la caja: qué contenidos, cómo, cuándo y de qué manera enseñarlos; lo anterior es verificado por autoridades y personal asignado para tal fin, bajo el esquema de “acompañamiento pedagógico”; imposible e inaceptable que se salgan de lo establecido y mucho menos se encuentran incluidas actividades que liberen su potencial de ideas y creatividad.

Como siempre, existen posibilidades, rutas alternas y buenos ejemplos de padres de familia y profesores que tienen muy claro las ventajas que se obtienen al formar y fomentar el desarrollo de actitudes y acciones creativas en sus hijos y alumnos, alejándose de los patrones establecidos; aquellos que solicitan realizar alguna actividad, realizada sin el apoyo total de los mayores; generar algún proyecto escolar o familiar para el cuidado del entorno o de mascotas; ideas de intervención social con la ayuda a grupos marginados y todo lo que el inmenso poder de la imaginación y la creatividad genera.

Como se entiende, la creatividad está íntimamente ligada a la libertad del pensamiento, pero resulta que todo está ya hecho, trazado, enlistado y presentado como un único y monótono camino a seguir hacia un destino que promete la seguridad de ser una persona de éxito; pero cuando se enfrentan a situaciones que no estaban en el libreto, algunos acuden a la caja de cartón para sacar y desempolvar su creatividad y salir adelante y, otros, la gran mayoría, ya ni recordarán en dónde la dejaron y enfrentarán la zozobra y la inseguridad de sus acciones.  

La educación y formación que les damos a hijos y alumnos, no obstante, de tener el camino prescrito, debe de rescatarlos de esa caja de cartón para dotar y fomentar en ellos la creatividad mediante la libertad de sus ideas, pensamientos y proyectos.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx