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Familia y escuela Capítulo 43: El tiempo (II)

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Enero 19, 2021 03:00 a.m.

Parte de la enseñanza que de manera integral diversificada se debe de atender con hijos y alumnos, con referencia al tiempo, es sin duda el enseñar que, aunque el tiempo es universal y es para todos, existe el tiempo indvidual, específico y único de cada persona.

Es muy fácil aceptar que existen tiempos naturales, en los que la madre tierra y todos sus componentes se mueven siguiendo sus reglas y momentos; etapas que de forma física y biológica se cumplen inexorablemente, puntuales a la cita.

Igual resulta comprender los tiempos sociales, en donde los convencionalismos establecidos por las personas en su conjunto, transmiten de generación en generación, como componentes de su legado cultural, imponiendo costumbres y formas de comportamientos, de comunicación, modas, tecnología y todos los elementos que la civilización va incorporando; aunque éstos, a diferencia de los tiempos naturales, se encuentran en constante “movimiento”, dado que sus ciclos de inicio y fin no siempre se cumplen y cuando lo hacen, no es con toda exactitud.

Ante la presión de los tiempos naturales y sociales, la vida cotidiana de las personas se ve sometida y acorralada para aceptar sus reglas, con periodos, conductas, costumbres y hasta ciclos que deben cumplirse en forma precisa, con el riesgo y amenaza que si no se hace de la manera establecida, eres tachado de desadaptado social.  

Es tan fuerte la presión ejercida que, son innumerables las veces y acciones que han realizado las personas; convencidas o no de lo que estaban haciendo, aún cuando ellas, las consideraban absurdas e ilógicas; y todo, por no quedar fuera de lo establecido.

Sin embargo, chocan los tiempos naturales y sociales contra los individuales, porque mientras los primeros marcan ciclos generales preestablecidos y precisos, los individuales parecen no obedecerlos.

El ser humano y su composición bio-psico-social, muestra características de constante movimiento y búsqueda de nuevos horizontes; de creaciones y recreaciones, avances y retrocesos, éxitos y fracasos; de conductas y formas de actuar cada vez más incomprensibles y muchas de ellas, dirían algunos psicoanalistas, como “pulsión de muerte”. 

Con estas y otras muchísimas condiciones humanas, definitivamente nunca podríamos ceñirnos por completo a ciclos de vida perfectos; sino a aquellos que conciban nuestra individualidad como “perfectible”, en constante evolución y adaptación a las características del contexto.

Los tiempos individuales existen, aunque haya un mundo de por medio insistiendo en que todos pensemos igual, actuemos igual, nos desarrollemos con base en un modelo prediseñado, el cual ordena que nos sintamos satisfechos con consumir los productos que dicta el sistema económico; como si el tamaño de la pantalla televisiva fuera acorde con el grado de autoestima que posees.

Para la Educación integral diversificada, el reconocer los tiempos individuales, no es un caso menor, al contrario, es extremadamente importante; dado que es parte de la pertinencia que, para formar a nuestros alumnos e hijos, debemos de demostrar y potenciar en ellos.

De hecho, es muy fácil demostrar la importancia que para la educación, mediada desde padres de familia y maestros, tienen estos tiempos específicos:

Comentario de un  padre de familia “… me podía tanto el que todos mis hermanos y amigos me dijeran que mi hijo menor cumpliera diez meses y no lograra caminar, ¡si todos los niños en la familia lo habían hecho antes!  …la verdad me angustié muchísimo”. 

Un maestro de matemáticas en el nivel de secundaria: “… estoy en un conflicto, después de muchos años de dar esta clase, he descubierto que: ni todos los alumnos aprenden a resolver problemas matemáticos de la misma forma, ni al mismo tiempo; ahora tengo el problema que debo rendir calificaciones en los tiempos que me obligan y chocan con algunos alumnos que aprenden a ritmos diferentes” 

Alumna de universidad “… cómo me molestan mis papás y compañeras de escuela, con eso de que ya tengo 22 años y no tengo novio …que me voy a quedar soltera, que me presentan amigos, que debo arreglarme y vestirme diferente; la verdad así me siento muy agusto”

Los hijos no aprendieron a caminar en el mismo momento, ni los alumnos aprendieron a resolver problemas al mismo tiempo; ni mucho menos todos encuentran pareja en un tiempo determinado; y qué decir del morir.

Cada uno de nosotros poseemos lo que muchos filósofos mencionan como PRINCIPIO DE UNICIDAD: “cada suceso, cada evento tiene la característica de su singularidad, de su particularidad. Podrán existir seres, objetos, personas, eventos o circunstancias similares, pero nunca las mismas.”

Maestros y padres de familia debemos aprender que este principio de advertir a nuestros hijos y alumnos, como únicos y diferentes a los demás, nos lleva a entender que en el proceso de conducirlos y educarlos, cada uno tiene su tiempo individual; que todos sus aprendizajes y sobre todo su proyecto de vida, se va construyendo a ritmos y en momentos diferentes.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx