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Familia y escuela Capítulo 49: El tiempo (VIII)

Por PULSO

Marzo 03, 2021 03:00 a.m.

Efímero, es la palabra que mejor podría representar y definir al tiempo presente. Es tan pasajero y fugaz, que no se puede quedar fijo, ni quedar ahí “frente a nosotros” para siempre, ni en todos los momentos que queramos.

Es como el respirar: cuando tomamos aire, lo hacemos desde el tiempo futuro y al momento de exhalar, ya es parte del pasado; ¿el presente? solo duró un instante, un par de segundos; mientras que lo primero está ahí esperando y lo segundo pasa a formar parte de la historia.

Se suele tener al presente como algo muy importante, grandioso, actual, cotidiano, “de vida” y en efecto, lo es, pero de una forma fugaz, porque a continuación, después de ser “devorado de un solo bocado”, pasa a ser propiedad del tiempo pasado.

Tal pareciera que el ritmo de existencia acelerado, característica de la modernidad, se ve representado en vivir solamente en el presente y para el presente; ya Eduardo Galeano denunciaba sobre la formación de las generaciones de jóvenes: “Su vida va sobre ruedas con el motor más rápido que pueda existir todo es “fast food”, “fast cars”, “fast life”: desde que nacen, son entrenados para el consumo y las máquinas son más dignas de confianza que las personas”.

Es una realidad, el estilo de vida basado en “el hoy”, sin pensar en el pasado y sin preocuparse por el futuro, se ha masificado a tal grado que, la gran maquinaria comercial se ha encargado de reforzar esta idea, promoviendo el consumo de productos no siempre necesarios, pero considerados “de moda” y por consiguiente, para muchos, serán “obligatorios” para no quedar rezagados social y culturalmente por los grupos con quienes conviven; para su adquisición, hay un “mundo de ofertas”, “ventas nocturnas”, tarjetas de crédito o “pagos chiquitos”.

Este estilo de vida equivale a ir transitando en carro por la vía pública, pero éste, solo tiene ventanas a los lados, ni al frente, ni atrás; es muy probable que no nos demos cuenta si chocamos, si atropellamos a alguien o, si el camino sigue cuesta arriba o cuesta abajo; incluso, sin darnos cuenta que nos podemos dañar a nosotros mismos.

En tal sentido, aparte de ser efímero, debemos de entender y enseñar que el presente no se considera como algo independiente, sino que forma parte de un “todo”; depende del futuro para existir y del pasado para depositar lo vivido.

Una educación que se precie de ser integral, no puede darse el lujo de fomentar la separación de las temporalidades; debemos enseñar que todas nuestras acciones inscritas en el presente, tienen sus orígenes y para garantizar su continuidad, necesitamos inevitablemente del porvenir.

Incluso, la garantía de un futuro, nos da la oportunidad de mejorar acciones, corregirlas, aumentarlas, repetirlas o modificarlas, como una segunda oportunidad:

“…qué bueno que me di cuenta del error que había cometido; asigné por equivocación, una calificación reprobatoria a una alumna de último año de licenciatura, lo que hubiera significado que no pudiera egresar en ese semestre; por un momento pensé dejar así todas las cosas, sin embargo, al darme cuenta que todavía tenía el tiempo suficiente, decidí enmendar mi error”

“…he sido muy duro con mi hija, ante el temor de tanta inseguridad, maldad, drogas y malas compañías, le restringía casi todo lo que significara salir a fiestas, ir a antros, hasta tener amigos. El día que me dijo que estaba embarazada, mi primer impulso fue ir a “romperle la madre” al tipo que lo había hecho, pero mi mejor amigo me contuvo y me pidió que la apoyara… hoy tengo la ocasión de enmendar algunas situaciones; ya como abuelo y viendo el rostro y la sonrisa de esa pequeñita, sé que el tiempo siempre da segundas oportunidades”

El pasado es la base, el futuro es la posibilidad del presente, por eso depende de ellos; y depende de nosotros, padres de familia, maestros y en general todos los integrantes de la sociedad, el fomentar “el hoy”, con la confianza de haber aprendido de lo vivido y la esperanza de seguir aprendiendo en el mañana.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx